jueves, 30 de abril de 2020

- EL PENOSO MUNDO DE LOURIE -




La mente humana es apasionante. Y el que crea que es tema menor, debería conocer el mundo de Lourie. Porque en su mente caótica y ajena al coronavirus, existen otras prioridades mucho más importantes. O, así afirma ella ...
A Lourie, la conocí hará varios años en una reunión de gente que quería hacer un grupo de amigos. Y me impresionó su corto cabello, sus bellos ojos verdes, su obesidad, su extraño silencio y su potente orgullo.
Fracasaba Lourie. Sí. Y fracasaba, porque ella no buscaba amigos y por una razón fundamental. Porque no cree en ellas y en ellos. Solo iba a las citas a lamentarse de su situación, una y otra vez. Y claro, como la gente busca estos encuentros generalmente para evadirse  y marcarse unas risas, al verla con esa actitud silente, casi ausente y tremendamente extraña y negativa, pues como que pasaban de ella. Y si insistía, no andaban con rodeos, y directa o sutilmente la mandaban a hacer gárgaras huyendo de ella y estableciendo alianzas y estrategias para alejarse.
Un día, decidimos telefónicamente quedar en un sitio. Y tras decirme que todos los del grupo eran más que malos, aceptó dicha quedada. Y, ante mi sorpresa, no se presentó.
De modo, que decidí pasar de ella porque no quiero bromas. Pero al día siguiente me llamó y me dijo que lo sentía de verdad, y que se había quedado dormida, y quizás mil excusas. Y no quiso fijar ninguna otra cita más. Hasta que pasaron unos meses, yo confieso que la había borrado de mi agenda de contactos, hasta que un día me llegó un watsaap suyo. Allí me ponía si me acordaba de ella, y que quería hablar urgentemente conmigo. Por teléfono. Lourie quería hablar solo por teléfono. Y a mí me supo mal decirla que no, y acepté. Intuí que tenía muchos problemas, y pensé que yo podría ayudar.
El mundo de Lourie es vulnerable y caótico. Al principio pensé que se trataba de una mujer atrapada por un pasado mejor, pero poco a poco me di cuenta que su discurso apuntaba a algo más que a la rigurosidad de lo que me refería.
Lourie me dice,-sin dejarme meter baza y hasta perdiendo la noción del tiempo-, que ella era una inocente, y que se casó con un psicópata que nunca la quiso. Y que decidió adoptar una niña china, que su madre es una hija de puta, que su marido quiere robarle a su niña, y que hasta la policía y su abogada la persiguen, se introducen en su móvil, y ella se siente como un guiñapo a merced de los demás.
La voz de Lourie es lo de menos. Lo de más es que habla muy fuerte, como si le faltara el oxígeno, y su hablar se torna hegemónico y perturbador. Y además, no tiene horas. Puede estar devorando el tiempo de los dos, sin caer en la cuenta.
- "¡Lourie! ¡Pero tú sabes que ahora no puedes hacer esas gestiones porque estamos confinados y hay que esperar a que ceda todo ésto! ..."
- "¡A mí lo del virus no me importa! Para mí, ¡no existe! ¡Tengo cosas más importantes que resolver! Y ..."
Imposible. Hace tiempo que me di cuenta de que con Lourie es imposible cualquier tipo razonable de conversación. Y decido seguirle la corriente, porque me apasionan los mundos imposibles. Y su mundo enfermo de percepción y de impulsividad, me es en el fondo apasionante.
Lourie, cree que la persiguen. Sí. Debe padecer algo así como manía persecutoria. Y está obsesionada con el móvil, con el ordenador, y con mil elementos que no necesita. Porque lo que necesitaría sería poder intentar conocerse a sí misma. Pero me temo que eso ya no es posible.
Lourie está peleada con el mundo, y encima no se cuida. Y es capaz de dormir a deshoras, de no tomarse las pastillas que su psiquiatra le prescribe, de decirme mentiras o pretenderlo, de seguir en otros mundos paralelos a la realidad, y de seguir en su pozo sin fondo.
Lourie, llegó a vivir en el lujo tras casarse con su marido, que al parecer tenía un buen trabajo y que procedía de un staff económico potente. Sí. Toda esa zona de la Valencia lujosa en exceso de la Avenida de Francia, fue su hogar de nivelazo y oropel. Y me cuenta que viajó por todos los lugares del mundo con un marido canalla que siempre pasó de ella. Y que su madre la dejó tirada y se alió con su maldito ya ex marido. Y que tanto la jueza como la abogada que llevan la custodia de su chinita, actúan siempre para perjudicarla por la presión de quien fue su hombre.
Y como cree que le han hackeado los suyos su teléfono, Lourie está haciendo en estos días experimentos a la suya, a ver si logra otra línea distinta, y así logra zafarse de sus constantes perseguidores.
- "Lourie, ¿tú sabes que si bajas a la farmacia con tu tarjeta sanitaria te dan gratis tres marcarillas? ..."
- "¡Es que no me comprendes! Lo que yo necesito es que alguien me ayude con el nuevo móvil de mi nueva compañía y ..."
- "Pero, ¿tú eso de la farmacia lo sabes, Lourie? ..."
- "No lo sabía. Gracias. Luego bajaré. Pero a mí lo que me interesa es configurar bien esta nueva línea de teléfono y saber si el watsaap te sale o no. ¿Puedes mirarlo? ..."
- "¡Pero, Lourie! ..."
- "Bien. Vale. Déjalo. Adiós ..."
¡No se irá! Siente tanto sufrimiento emocional, que volverá a llamar. Sabe que no puedo ayudarla en estas cosas de los teléfonos y de internet porque mis conocimientos son más que limitados.
Sí. Lourie seguirá llamando. Porque su mente le dice que sí. Y que por fin tiene un aliado que le da carrete y le sigue el juego. Y no es que me esté replanteando el ayudarla, pero no voy a implicarme tanto y reduciré mi tiempo de conversación con ella.
No respeta, la pobre Lourie. Su mente no está para respetar a nadie. Es todo superior a su voluntad. Ahora voy comprendiendo el porqué de sus tantos imaginados enemigos que parecen ponerse en su contra. Hace ya tiempo que me percaté de ello ...
Desconozco cómo concluirá esta historia. Intuyo que los suyos saben de su patología mental y temen que acabe haciéndole mal a alguien aparte de a sí misma. ¿Y si me lo hace también a mí? ... No lo creo. Pero, tomaré hábiles estrategias por si acaso.
Sí. La mente humana en una mujer bella y físicamente un portento. La mente puede ser creatividad y lógica, pero a veces tiene un anverso realmente negativo y misterioso. Parece casi mágico y hasta aprehendido lo que Lourie me refiere. Y cuando yo la digo que no se descuide, que luche por ella misma y que tenga confianza en el futuro, se enerva todavía más. Lourie debe andar en la autodestrucción, y evidentemente en la falta de alguien de compañía y tutelaje para las cosas de su mundo peculiar. Y en esa autodestrucción infantiloide que se plantea, también está la violencia inconsciente. Lourie ha construído y sin saberlo, un mundo paralelo al real. Y en ese mundo espadachín e imposible, dejado y absurdo, se siente por lo menos, alguien.
Y entonces reflexiono sobre la salud mental y los estigmas, y que les vemos mal, que nos molestan mucho y todo, que les miramos a los enfermos de reojo, y que solo salen en las noticias cuando hacen daño. Y que nunca salen en ninguna parte cuando no le hacen nada a nadie. No parecen existir y no queremos aguantarlos.
-POR ESO YO LE COJO EL TELÉFONO-

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