Armando Manzanero tuvo ese impacto de encanto. Ese poder de atracción para convertir al amor maya de su Méjico en un sueño exportable, eterno y destacado. Puso sus dedos en medio de los certeros sentimientos, y el romanticismo se abrió en nosotros. Y ese hombre bajito y músico de cuna, genial, incombustible, poeta a mil, inspirado como un Píndaro en la adolescencia de los sentimientos, sabiendo salirse con la suya, vivir, y encantar a generaciones. Ahora, parece todo esto del baile de parejas y del amor apasionado, una suerte de cursilería abobada que da paso a la practicidad de la individualidad intersexual. Y el gran debate es si ha acabado un ciclo y todo queda ya demodé, o si esto es mucho más longevo y universalmente acaparador de lo que martillea la real modernidad. Todo un enigma.
Lo que pasa es que el amor es bonito, ¡recórcholis! Y ellas están ahí. Y entre todas las chicas llamadas amigas, hay una que realmente se constituye en novia. Y entonces, es otra cosa. Y hay muchos profundos preliminares, y hasta ese paradigma de la felicidad que se anticipa a la salud y que está rojo de cariño, de pasión, de delicadeza, de danza, de amor, de compartir una misma estancia, de vivir los momentos presentes pensando y sin pensar que serán eternos, y que en ese goce de la unidad amorosa está el gen de la satisfacción y de la sonrisa eterna.
Ve y enamórate. Y sácala a pasear, a bailar juntos, a las tardes junto a los jardines de los adolescentes, a vestirse guapos y favorecedores, a demostrar estéticamente que sóis una pareja, y que ahí en el medio de la calle de la felicidad os apetece daros un beso profundo y apasionado, y hacer que los demás os miren envidiosos, y a vosotros dos no os importan los rubores porque no existe nada y nadie. No existirá nada mientras ocurra el amor.
Contigo aprendí, porque el amor es sabio y genial. Y tú te has puesto guapa para mí, y has pasado una noche acaramelada e inolvidable. Y pensando en mí. Pero mañana sonará la música del maestro Manzanero, y te volverán a agarrar las ganas de tomarla entre tus brazos y mirarla a los ojos siempre y con admiración y belleza.
¿Te imaginas? ¿Te imaginas perderte con tu chica por la montaña un día de primavera soleada y de naturaleza, y no volver? O, ¿volver tardísimo a casa? O, ¿no pensar en el reloj de la vuelta porque no cabe otra cosa que caminar y descubrirse juntos y sin tiempo? ...
¿No es magia el beso?, ¿alguien puede afirmar que no se enamorará como un dulce y varonil cordero? ¿La suerte está echada?, ¿se piensa que el amor romántico no tiene fuerza cuando es lo más maravilloso y explosivo que hay? ¿No te sientes bien cuando ella recibe tu cariño, y su semblante se torna radiante y expectante?, ¿hay algún impedimento a que te entregues por el amor del que te hablo? O, ¿al menos dejas la puerta entreabierta? ...
¿Por qué no esa tarde o esa noche de estrellas envidiosas?, ¿son mentira los sueños posibles?, decir te quiero con arrobo, ¿es una menoridad? ... Ve y piénsalo mil veces antes de contestar.
¿He escrito sobre Armando Manzanero? ¿seguros que solo he escrito que fue mejicano y que trasformó el amor de varias generaciones de enamorados con sus letras y canciones? No lo sé. Yo creo que lo importante es detenerse en medio del bolero, y del amor, y de la tarde, y de la balada. Y vivir el momento mágico. Y dejar que el paso del tiempo lo decida todo. ¡Mira las estrellas! ...
-Y NO PIENSES EN NADA MÁS-