Identificado por el destino. Sí. Un hombre. Difícil saber la causa por la que se hallaba en aquellas penosas circunstancias intentando zafarse con enorme esfuerzo de una muerte probable y olvidada.
Lo cierto es que aquel tipo de ancha espalda y absoluta decisión, logró ponerse en pie. Pero no veía nada. Su ceguera era total. Mas su tesón y deseo de comenzar a caminar hacia donde fuera, una evidencia ...
Le llamaremos inicialmente, "Man". Ciego y sin referencias, atravesando la ausencia e indiferencia de los demás seres, sin visión ninguna, comenzó a caminar. A marchar sin saber nada, pero teniendo el espíritu de un superviviente guerrero, capaz de no rendirse y no sucumbir definitivamente.
"Man", tropezó con unas piedras, y cayó al suelo. Se hizo daño, y no lograba recuperarse de sus lesiones generadas por su caída anterior. Pero el hombre pasó sus manos sobre la superficie de la tierra, y alcanzó algunas ramitas minúsculas que tendían a crecer a pesar de la característica árida y desértica del terreno por donde deseaba avanzar a toda costa. "Man" comió todas las hierbas de las que se sintió capaz a pesar de los dolores, y de súbito se desvaneció y volvió a caer. Inerte. Como ausente o finado.
Hasta que un tremendo rayo rompió el cielo en la noche, y el estruendo hizo reaccionar a "Man". El hombre se removió en el suelo, se sintió malherido de frío, y logró la proeza de no morir de debilidad. Al revés, volvió a levantarse y a seguir caminando.
Además, "Man" tomó mucha moral y aliciente. A pesar de que la noche cerrada impedía apenas bien pocos alardes visuales, "Man" sintió que lograba ver sombras. Aunque fuesen lobos o enormes roedores. Y "Man" escuchó aullidos, pero no hizo el menor caso al miedo. Y siguió y siguió caminando ante la sorpresa de sus depredadores. Y un lobo se acercó con sus colmillos a "Man". Pero, éste, empleó una fuerza hercúlea que logró sorprender al cánido. "Man" le golpeó con tanta dureza en el lomo del lobo, que éste se detuvo aturdido. Y en vez de solicitar estrategia o colaboración de su manada, el citado lobo escuchó la amenaza incesante de más rayos y truenos, y entonces los animales huyeron del lugar para refugiarse. Y "Man" siguió caminando hacia adelante con potente convicción y cada vez menos frío y más optimismo ...
Algunas horas después, "Man" volvió a desvanecerse sobre el suelo a pesar de que ahora ya podía distinguir mejor con la mirada, y no dejaba de alimentarse de vegetales salvajes que brotaban y aparecían en su camino.
Y cuando despertó, recuperándose, un potente sol secó sus ropas, y "Man" comprobó que ya veía perfectamente de uno de sus ojos. Y podía ver al fondo un amago de arboleda que para poder alcanzarla se necesitaría caminar más de una hora. Y, "Man", volvió a hacer camino. Y se alimentó esta vez de animales muertos. De carroñas de carne, las cuales le proporcionaban proteínas y energía. Salud. Y bebía de charcas. Y descubrió un riachuelo en donde se bañó. Y el sol mandó la temperatura hasta los treinta grados. Y al salir del agua, "Man" ya veía perfectamente por los dos ojos. Había recuperado plenamente toda la visión. Pero esa euforia no le detuvo. Y siguió caminando, ¡y caminando sin parar! ... Y mientras caminaba, empezó a recordar quién era. Recuperó que él era James Bircher, director de Banco, que estaba ya bastante cerca de su casa, y que su mujer hacía un año que había muerto de cáncer.
Pero él, ¡seguía vivo! ... Y alguien le gritó al verle con mal aspecto; - "¡Señor Bircher! ¿Está usted bien? ..."
"Man! James Bircher asintió con la cabeza y le hizo un gesto con la mano para indicarle que no se preocupara por él. Y al llegar a su casa recordó que le habían secuestrado e intentado matarle dándole una monumental paliza y abandonándole al creerle muerto. El móvil era el dinero. Él se había negado a darles ni un centavo a sus captores ...
Y James Bircher, sonrió, porque ¡seguía vivo! ... Y al día siguiente y sin ánimo de venganza acudió a la comisaría de policía a relatar lo sucedido. Y un tanto atónito pudo ver cómo uno de los policías formaba parte del grupo que le había agredido y secuestrado. Finalmente y tras hacer su declaración de denuncia, llamó a su abogado para que le defendiera e informándole de lo que había visto en comisaría. Nada le dio temor a James Bircher.
-Y SIGUIÓ CAMINANDO CON CONFIANZA IMPARABLE.-