Pero en el fútbol también hay magia. Y manías, y amuletos, y ancas de rana en las noches de Champions, de épica, alegrías y San Juan.
El Liverpool de Kloop lo intentó todo, a pesar de no hacer un fútbol demasiado creativo y más que reiterativo. Se fue para arriba desde el primer minuto, y honró su competitividad. En la segunda parte, le entró la ansiedad al equipo rojo, y se dedicó a bombear balones. Y ahí selló su derrota.
Porque entre ese bosque de piernas y de cabezas defensivas madridistas, el equipo blanco se escudó con el mejor portero actual del planeta. El belga Thibaut Courtois, dio un recital majestuoso y lo paró absolutamente todo. Desmotivó a los reds, les desesperó, y les hizo entrar en el archipiélago de las dudas.
La personalidad del Real Madrid impulsó su éxito aun no siendo uno de sus mejores partidos ofensivos ni de control del juego. El Madrid se impuso atrás. Donde todo hace daño y crea incertidumbre.
Velocísimo y espléndido, Carvajal. Valverde, un portento físico. Casemiro, un estratega de la colocación defensiva, Militao, serio y entusiasta, y peleando todos los balones arriesgados y necesarios. Alaba, demostrando lo que se pagó por él, Luka Modric debería estar jugando ahí en el centro del campo hasta que le dé la gana, y arriba metiendo goles, Vinicius y el excelso Benzema.
Fue una final igualadísima, emocionante y de poco juego colorista. Las finales se parieron para ser ganadas ...
El Madrid había apartado de su vista, al PSG, al Chelsea, al City, y ahora termina la temporada despachando al fiero y carismático Liverpool. ¡Soberbio!
Se acaban los calificativos y las loas en medio de las euforias. 14 Copas de Europa. ¿Alguien da más? ...
Las claves del Madrid no sorprendieron. Tienen a un tipo muy astuto en el puesto de entrenador. Ha conseguido que los gallitos no se desmadraran. En unos tiempos de competidores casi paranoicos, hacer que los suplentes no sientan celos y se unen a la causa general, no suele ser habitual. Si exceptuamos a Gareth Bale,-al que hay que dar de comer aparte-, el Real es un piña en torno a un éxito.
Y esa finura y esa calma de Carlo, se propaga y cristaliza dentro de los partidos, y se admira especialmente en los choques límites. La serenidad, la paz que transmite el entrenador italiano, tienen un mérito descomunal. ¡14 Copas de Europa! ¡Cinco, consecutivas! ...
Karim Benzema aprovechó el máster de París, para darle consejos e indicaciones al joven carioca Vinicius. Muy rápido y atrevido el brasileño, y el maestro galo debe ayudarle a jugar sin su supersónica velocidad y cratividad. Darle calma.
El fútbol español, con las nuevas hazañas blancas, no está muerto para Europa ni restringido para la competición doméstica. Y lo que está haciendo, es casi imposible. Porque estos récords necesitan un espacio en el tiempo. Por eso es asombrosamente inédito y meritorio lo que sigue ganando el equipo que parió Santiago Bernabéu.
Madrid es ahora pura euforia. El fútbol español está muy contento. Las fuerzas vivas del centralismo futbolístico, inician su elevado nivel económico y del exceso. Los ricos blancos, han desafiado de nuevo con su saber hacer a la fuerza de los petrodólares.
Vuelvo a Courtois. Solo puede ganar un equipo que tenga un guardameta calmo, grandote, y con reflejos soberbios de más bajito. Y que se complementa con el gran Karim o el descaro de Vini. Y la creatividad del mítico Modric y la NBA del fútbol europeo. Porque el gen o como se llame la tradición blanca del Real Madrid, sigue siendo mito y concreción. Realidad, sueños y personalidad.
¿ALGUIEN SE ACORDÓ DE MBAPPÉ?