9:27
jose vicente ortí
La semana es estresante, ¿sabes? Y más que se me hace porque ya no estás, porque no termino de aceptar que te pillara in franganti con mi ex mejor amiga, porque el pensar me tensa, y porque mi jovencito y cabronazo jefe se cree que soy su señora de los recados.
No sé. Ni quiero ser. Ni pensar un solo momento cuando llega el viernes. No sé lo que es el impulso ni me lo cuestiono, Santiago. Ni puñetera idea de lo que es el Black Friday ni del libro de Alberto Moncada sobre nuestra americanización,
Lo único que tengo claro es que he de soltar y suelto. Me suelto, tomo un autobús, o mi coche aunque luego no tenga sitio para estacionarlo,y llamo a mis amigas.
Mis amigas me dicen cosas inconcretas porque quieren competir conmigo y fastidiarme. Pero sé que también van a ir a comprar porque las veo en las tiendas, y entonces nuestras sonrisas mutuas se tornan volubles e irónicamente cómplices.
Soy mujer, ex. Y tengo derecho a afirmarme que cuando voy al Gym los tíos me babean aunque los cincuenta años ya me sean un recuerdo. Y como tengo derecho a ser libre y a ser sociedad, saco la tarjeta y me pongo a malgastarme con placer todo el dinero que me viene en gana.
Me importa todo un pimiento y me abro ante las gangas, las ofertas, y me pongo a buscar mis quimeras y mi renovada femineidad como lo haría un contumaz arqueólogo. Lo busco todo. Quiero comprar, ¿vale? Quiero adorar mi becerro de oro particular que me permite ser contradictoria e inesperada. Muto cual mujer lobo en adolescente caprichosa e insegura, y escondo el reloj y el miedo. No me interesa la hora que es. Ahora me gusta y complace poner en mis ojos los regalos que de niña tenían que pasarme los Reyes Magos o Papá Nöel y encima esperar a las navidades.
Yo ya no me espero, Santiago. Podrás quedarte con otras mujeres, pero nunca más conmigo. Y mientras esperas sentado, yo estoy cansada y muy a gusto buscando y probándome ropa.
Me gusta chinchar a las dependientas, y de repente cambiar de clase social y ponerme pija y de alto nivel. Fingir. Como haría contigo en la cama, Santiago. Porque estoy triunfando rodeado de miradas masculinas que me importa un comino que me admiren, y de ojos femeninos que están ahí para competirme la felicidad de mi tiempo ocioso y maravilloso.
Ahora esto no lo quiero. Y te confieso más. Esto me lo llevo a sabiendas de que tengo curvas y de que no me va a caber, para tener las excusa de volver mañana o pasado, o cuando me dé la gana a la tienda. Volveré, vuelvo, estoy, y hasta puede que dé la espantada. Libertad.
Ahí están las prendas de lencería, pasado. Quiero ver lo más atrevido y hasta desaconsejado para una mujer de mi edad. Quiero que me desaconsejen. Sí. Y voy a acaparar todo lo desaconsejado, todo lo impropio, todo lo "ruizpradesco", todo lo maravillosamente loco y audaz.
Es mi tiempo y mi yo. Mis segundos son mi oro. Mi amor es el presente y lo que nunca sabrás, Santiago. Ni yo mismo sé lo que haré cuando llene mi maletero del coche de dulces adquisiciones y cuando después en la cafetería de enfrente me tome ese café humeante y deslice mi telefóno privado en el bolsillo y hasta en la mano del camarero más cañón. No lo voy a descartar. Descartar es rendirse y abandonar el juego de vivir. Y yo estoy viva. Garantizado.
Comprar, adquirir, tener, volver hasta a la adolescencia y a Disneylandia de ahora, desembarcar en un tiempo en el que el machismo como tú no me dejó ser plenamente libre. Aprovecho los resquicios u oquedades de mi tiempo de ocio para dejarme ir, para seducirme yo a mí misma sin ayuda de nadie, para regustarme, para hacer las travesuras que me corresponden y para romper los paquetes que me salga del deseo. Y para no abrir otros jamás, y así dejarlos en el fondo de armario.
¡ SÍ !
10:08
jose vicente ortí
El mar, el cielo, las gaviotas, la libertad, la naturaleza agreste pero siempre amiga, y todas nuestras imposturas y sentimientos humanos, que nos muestra Isabel Coixet acompañada de un cuento tierno de Penélope Fitzgerald y de unos extraordinarios actores.
Inglaterra. La contención emocional. El inconformismo y la vida. El convencimiento por timón de todas las audacias frente al Poder. Una librería puede ser subversiva frente a la costumbre inadvertida y ausente.
Elegancia y belleza. Estas dos palabras podrían sintetizar lo que he visto en la pantalla grande y eterna de ese cine que siempre es anhelo de cambio y de menear las cosas aparentemente atrapadas en la perennidad incambiable e imposible. Discrepancia desde la idea de que no hay que quedarse ahí esperando que nuestros deseos queden machacados en el sofá de la conformidad.
Una mujer humilde llega a un pueblo costero de Inglaterra y decide abrir su soñada librería. La cultura debe llegar como sea y a donde sea. El libro es la historia que pasa de generación en generación, el que comunica los relevos y los sucederes humanos. Un libro es una magia social que se mete en el alma para ser profetizada y propagada, sugiriendo nuevas lecturas, gustos, diferencias, calidades, aceptaciones o diversidades.
Coixet habla de pluralidad. Y se mete en el ritmo inglés, y acompaña con su cámara y diálogos al modo anglo de un pueblo chico que tiene sus propias verdades y que defiende sus posiciones sin miramientos. El Poder va a acechar siempre. La falta de escrúpulos y la concreción de la ley.
Frente a esa legalidad, el talento y la cultura. El abrirse a otros pensamientos más profundos y sesudos. Como la propia ternura que encarna la decidida niña ayudante de la librera. Más que graciosa la ñiña actriz, Honor Kneafsey.
La librera, encarnada por la actriz Emily Mortimer, muestra encanto y talento británico. Todo aquí es muy británico. Y más aún que los gestos, son las miradas y las palabras calibradas al milímetro.
"La librería" es el hoy, la resolución, la mujer que sorprende moldes y que se va saliendo con la suya hasta que la poderosa fáctica y real de las cosas del lugar,- que interpreta espléndidamente la actriz Patricia Clarkson-, decide que se acabó y que hasta ahí llegamos porque manda ella y porque le da la gana.
Un hombre triste, aislado, pero inteligente,-maravillosa actuación de Bill Nighy-, admira el arrojo casi impensable de la librera y la ayuda y muestra brazo firme, apartando paulatinamente todas sus iniciales reticencias. Ese coraje admirado hace que vuelva a ponerse en pie y le plante cara y sin tapujos a la perversa poderosa del lugar. Lo da todo por esa causa, y su tensión le lleva a la muerte que es la otra cara dolorosa de la vida.
Nunca pasará nada porque siempre estará el relevo y el futuro. La niña que ayuda a la librera y que descubre otro mundo y otra verdad, decide purificar con fuego finalmente lo imposible, y creará nuevamente una librería nueva y libre, concretada, actual, y como de revancha culta y de convicción.
El mar. Isabel Coixet no nos hace llorar ahora narrándonos hechos aparentemente desgarradores o límites. También es límite su peli que os comento y valoro, pero es un final no feliz cargado de esperanza y de una lógica positiva.
Hermosa película. Hasta para volverla de nuevo a ver. Convence y enamora. Es bella, sugerente, tiene charme, diálogos espléndidos de humor british, y parece plenamente inglesa y cuidada. Eso es. Cuidados todos los detalles. Los detalles de la vida y de todas las personas que en la película aparecen. Hay que ser delicado y agudo a un tiempo para poder ser riguroso. Hay loza china, vestidos y fiestas tradicionales inglesas, y laboriosidad con lluvia eterna de la Albion.
-VALE MÁS QUE LA PENA-
1:28
jose vicente ortí
Un Mundial de fútbol sin Italia es una cosa diferente. La cuatro veces Campeona del Mundo no estará en Rusia 2018, tras sesenta años sin dejar de participar en la gran competición mundial de selecciones nacionales. Una verdadera catástrofe para el fútbol transalpino y una verdadera pena. Italia es una institución potentísima en esta cosa del balón redondo, y su ausencia le quitará sabor al Mundial.
Los italos están desolados y no es para menos. Dominan y han dominado el fútbol europeo junto a los alemanes. Hasta España ocupa un lugar históricamente menor tras las dos escuadras citadas.
Italia es el gran equipo puñetero y estratega de cada evento mundialista. El que empieza dudoso y dubitativo, y crece rutilante a medida que avanza la competición. Italia es sello y hasta carisma, y una marca imprescindible para conocer y sopesar el fútbol europeo. Con su catenaccio mítico, y con su personalidad que les hace diferentes y siempre orgullosos en la cancha. Y de temer.
Su prestigio no llega solo desde la Juve o los equipos de Milán. No. Yo creo que su gran sexy y presencia activa y de grandeza, la ha dado la Scuadra Azurra. El eco de su nivel y envergadura, llega desde infinidad de mitos que se pierden entre diferentes generaciones. Porque se puede recordar a Zoff,-sosias de nuestro Iríbar, a Baressi, Mazzola, Boninsegna, Fachetti, Rossi, Maldini, Rivera, Riva, Totti, Del Piero, Donadoni, Cannavaro, Gentile, Scirea, Pirlo, Buffon, y añadan todos los grandes ases que se recuerdan y que han hecho de su calcio nationale un escaparate de indudable e incuestionable tronío.
Italia ha tenido recursos y desparpajos para todo. San Siro es una catedral que huele a Wembley, Tasotti eliminó con astucia a Luis Enrique y a la Roja con un golpe que fue penalty en el Mundial de EEUU. Tienen experiencia a sacos. Se la saben todas. A pícaros con ellos no se puede. Saben hacer el antifútbol pudiendo hacer creación y como nadie.
Su himno es en parte conocido gracias a su Selección, sus colores de los tifossi exactamente igual por el sucederse de las presencias y de los éxitos de las grandes citas de cada cuatro años. Italia fue Capello, y Conti, y toda la estrategia que se necesita para llevarse el gato al agua.
Por eso ahora Rusia pierde a un formidable y necesario aspirante a las glorias, dada su eliminación reciente en la fase de calificación.
Todos lloran este estruendoso fracaso en Italia. Muy pocos lo esperaban aunque a veces se temiera. Hay cosas que hasta que no las vives no terminas de asimilarlas. Hay estupor e indignada sorpresa. Hacía sesenta años que lo de ahora no pasaba ni tenía por qué pasar ...
La desolación futbolística itala invade al país del latín. Han probado de todo. Mantuvieron siempre sus a veces toscas señas de identidad, y hasta llegaron a apostar por el jogo bonito y creativo. Todos los recursos han poseído en boxes mientras se cocían proyectos e ilusiones nuevas y modernas. Italia siempre se ha reinventado desde el orgullo y convicción. Su lex les ha dado muchísimos éxitos y sonoros fracasos, pero pocas veces como el de ahora.
Europa y Alemania, y también España y Rusia, necesitan a los azurros. Ellos son un gran cacho de competidores de mundiales y con futbolistas imprescindibles. Son el gran tocahuevos de los partidos aparentemente previstos o guionizados. Son los guerreros irreductibles heterodoxos y con calidad, tras la inexistencia histórica del fútbol inglés a dicho nivel de Selección. Y Argentina y Brazil también les añorarán.
Sí. En todas las direcciones geográficas de la Italia futbolística, hay pesar, llanto y ausencia. Serán cuatro años duros, con el único propósito de volver a normalizar su prestigio mundial y poder saltar al césped y al éxito habituales. Pero ahora solo deben hacer autocrítica y practicar la restauración y la paciencia laboriosas.
¡UNA PENA!
2:35
jose vicente ortí
Andaluz de música y supervivencia. El flamenco y las palmas. El cante. La laboriosidad y media vida casi en el anonimato.
Hasta que de repente alguien llama a Gregorio Sánchez a la tele. Y crea su personaje, "Chiquito de la Calzada". Giro corpenicano y fistro. Pecadora simpatía. Sorpresa y cachondeo. Risas populares. Todo el escenario para el de los ojos pícaros y educados y con sus movimientos rápidos y heterodoxos.
Chiquito fue España. Se la metió en el bolsillo como Torrente o La Macarena de los Del Río. Innovó improvisando casi sin darse cuenta. Entre olivas y fino, nos lanzó a su complicidad y a su risa. Tenía ingenio, y un gracejo andaluz y de gen al que añadió tics y recursos cercanos y a la vez contagiósamente cómicos.
Fistro, jarllll, pecadorrrr, comorrr, y todo un alarde de nuevo dialecto, que nos hacía reír y por la gloria de mi madre. España necesita reír mucho en la barra del bar o en donde sea.
Japón fue uno de los campos de su Andalucía en donde trabajó a destajo. Como el pueblo mayoritario que jornalea al paso de los señoritos y de los caciques de los olivares.
Chiquito fue normal y fistro, y quiso a su mujer, y cuando su señora se fue, la vida fue otra cosa.
Eso fue nuestro pecador de la pradera. Pueblo en el estrellato. Vida. Pura vitalidad que nos deja con la risa puesta a pesar de la pena que nos da que haya palmado. Ya era mayor.
Todo chistes, y cuentos de risa, y ruídos casi extraños pero eficaces, y sexo casi sin hablar de él, por la gloria de mi madre. Todos pecadores y fans del singular artista de Málaga. De tanto salir y repetir, se nos hizo conocido y simpaticote.
Diferencia de sociedad. De esconder la vianda en el sobaco, a ganar pasta y toda la popularidad ya en sus últimos años de carrera fistra. La paradoja de esa vida que es una ruleta en la que no sabes nunca lo que el destino puede llegar a depararte.
Calvo y con pelillo por atrás. Bailarín y gamberro, fiel y excesivo, popular hasta la médula como el carnaval de Cádiz. Chiquito de la Calzada, nuestro Condemorr que ahí llegó, nuestro Cantinflas, nuestro Jerry Lewis cañí, un tiempo inolvidable, como la serie eterna Verano Azul de nuestras vidas y milagros. ¿Te das cuén? ...
Un huracán obediente y laborioso fue Chiquito. Chiquito de España, y de Viriato,y de Portugal, y de la selección de Iniesta, y de nuestros nietos, y de nuestros padres y abuelos, y la comidilla de nuestras santas mujeres, madres y abuelas.
¡Cómo nos reímos con Chiquito! ¡Coño! Y ahora vamos a esperar a que salga otro monologuista como este inesperado genio de los platós. Será complicado, porque Gregorio el malagueño bordó su estilo y no es comparable.
España es risa y sorpresa. Mi país es así. No podemos estar demasiado tiempo serios y sin reírnos. Necesitamos la nota, que alguien se mueva para aquí o para allá, romper diccionarios y vocabularios, y gesticular los músculos faciales hasta cansarlos.
Chiquito de la pradera y la llanura, Chiquito del Quijote y Sancho Panza, Chiquito, Cruyff, Maradona o Messi. Chiquito de la tele y el "internés". Chiquito tierno e inolvidable. Chiquito, que, ¡ahí queda éso, torero! ...
Chiquito del optimismo y de la humildad, Chiquito popular y un grande, Chiquito un hombre y un señor de los pies a la cabeza. Chiquito de aquí y solo de aquí. Chiquito fue carpetovetónico, surrealista e interplanetario de nuestro país. Nuestro recurso necesario y nuestra excusa para demostrar vida abierta.
¡HASTA LUEGO, MAESTRO LUCAS!
1:43
jose vicente ortí
Estaba aburrido como un pingüino, ojeé el diario, y vi que aquella misma tarde hacían una conferencia rápida, la cual daría lugar a una meditación grupal.
Yo tenía estrés, y además sabía que a esas cosas acude gente con ganas de paz y de conocer gente. Esta última razón fue para mí la más importante.
Había mayoría de chicas, porque a los hombres estas cosas de las energías espirituales y del relax, suelen atraernos menos. Como así sucedió en el evento.
Olía a incienso,-no es mi olor preferido-, pero también a femeninos cuerpos gym, paz a raudales, desenfado, y tentaciones imaginadas y hasta reales en torno a ese lugar de sosiego,ocio y hasta anonimato, y a toda la soledad.
Me miraste y me sonreíste. Esa tarde yo ponía cara de bueno y de concentrado, pero iba a lo que iba. Y cuando me miraste vi tus ojos y tu silueta, tu exhuberancia, y como una especie de inocente femineidad que me atrapaba.
Hicimos la rueda de meditación. Tú estabas a mi vera porque yo hice un movimiento estratégico con las sillas, y porque tú como que lo agradeciste y todo.
Nos cogimos de la mano en Om, y la directora espiritual del centro nos vio tan concentrados que debió interrumpir casi bruscamente nuestro enlace manual. Llevábamos paz y libertad en nosotros, Nuria. Sí. Pronto supe que te llamabas Nuria, porque yo pregunté a unos y a otros hasta que me hice con tu nombre de pila.
Pocas sesiones de meditación más tarde tú ya sabías de sobras mi nombre, mi número de teléfono, y todo lo que te interesaba de mí. Y viceversa.
Nos gustaba coincidir en aquel modesto y coqueto lugar, y fingir que nos molaba aquel ambiente intimista, y nos decíamos que debía de haber algo que se escapaba del raciocinio y que explicaba todas las dudas de nuestro ser.
Lo que pasa es que un día me confesaste que no creías en nada de estas cosas yóguicas y meditativas, y yo aproveché entonces para decirte que en mi caso exactamente lo mismo, y que lo que realmente me reconfortaba del mito Om, es que nos habíamos hecho amigos, simpatizado, y lo que los dos quisimos que fue bastante.
Meditamos mucho hacernos pareja porque a ciertas edades la convivencia parece un marrón insalvable y que todo el romanticismo y el sexy cae derribado por la cotidianeidad.
Tú y yo, Nuria, empezamos progresivamente a meditar entre nosotros con toda frecuencia y a todas horas. Y tu primer beso meditado nunca podré olvidarlo porque estaba lleno de paz y decisión, y porque no sé que habías comido que te olía el aliento a sabor alimenticio que no me importó.
Éramos muy distintos y ya meditábamos sin tapujos y con toda la pasión. A veces meditábamos a cama y a bronca, y a mis celos, y a no respetar tus tiempos ni tú los míos, pero íbamos disimulando.
Mas quisieron las energías que un día te sorprendiese en la cama con un alguien más joven, pero el problema surgió porque tras perdonarte yo te devolví la infidelidad y no me importa decirlo, con la mismísima directora del centro de yoga al que ya hacía muchos meses que no acudíamos o eso debías creer tú. Sus gritos de placer hicieron que me lanzaras tus agudos tacones de aguja sobre mi piel permeable mientras me llamabas de todo menos Budha enamorado.
Se acabó. Lo dejamos. Ahora medito con Merche que así se llama la citada nueva mujer de mi vida. Aún no se sabe que no creo en nada que no sea en sus curvas y en su seducción de mujer energetizada. El Om nos sale muy bien, y las posturas del yoga y de lo que no es espiritual, son técnicamente más que suculosas y aceptables.
Seguro que Merche tiene poderes y sabe que solo estoy con ella por sexo o por si suena la kundalini. Es follamiga, lo acepta, y no puedo engañarla. Lo importante es el aquí y ahora. El momento a momento. Aunque Merche nunca podrá tener tus ojos ni tu charme, Nuria.
¿A QUE NO?
11:47
jose vicente ortí
La política como convicción y pasión hacia su real dimensión. Y desde esta posición, el periodista Antonio García Ferreras se lanza con oportunidad y acierto y desde su medio televisivo "La Sexta TV", a priorizar y situar la substancia política en el lugar que debe ocupar.
Ahora, está muy de moda a causa del conflicto en Cataluña, pero Ferreras siempre ha mantenido su línea similar de actuación. Antonio representa la honestidad y la pluralidad, la crítica democrática y el compromiso del periodista ante el acierto de la realidad.
La política no solo no es un rollo, sino que es el único instrumento capaz de alterar las reglas del juego. Aunque parezca que el timón del Poder ya corresponde indefectiblemente al Mercado y a su money como valor ganador y definitivo, el periodista leonés nos indica que nada de eso es así. Y que solo la fuerza política y de los ciudadanos y de sus representantes podrá ser el verdadero oxígeno de libertad y de autenticidad, y justicia que todos vamos a precisar más pronto o más tarde.
Plural y valiente. Las tertulias de Ferreras son serias y entregadas. No habrá en ellas ni gritones, ni charlatanes enviados a la consigna. No. El periodista abre generosa y justamente el espectro a las mayorías y a las minorías a sabiendas de sus posiciones irreconciliables. Apuesta por el respeto en la opinión diversa. Les de la la mano a unos y a otros, les cede el micrófono; se torna maravillosamente democrático y de admirar su facilidad para lanzarse al ruedo de las pasiones políticas emocionales con unas líneas rojas que nunca se sobrepasarán.
Su mirada que parece vizquear tiene el estilo clásico y atemporal del buen periodista humilde, el cual puede inflexionar la voz en el momento preciso en donde va a hervir la noticia. Ahí, y ante las cosas que están a punto de parirse y de tener lugar, A. García Ferreras nos da las claves de la atención y de la importancia de las hechos. En efecto, la política es el motor más sexy y relevante de nuestras acciones en democracia.
Ferreras es respetado. Salvo por algún oportunista que diga llamarse periodista, siendo mero vocero de intereses espúreos. Ferreras es rigor, y actualidad, y televisión viva y trabajadora, constante, y en donde sus programas merecen la pena por su nivel y porque en ellos se arriesga con audacia sobre la siempre temible pluralidad polémica.
Da igual. Dan igual los horarios. Antonio convierte la tele anquilosada al uso en una cosa similar a la radio ágil, flexibe y actualizada al instante. Con Ferreras no hay que mirar hacia atrás solo sobre lo que pasó, sino seguirle el vértigo de lo inmediato que se sucede a la velocidad real de los movimientos de esa vida política que somos todos.
Está tenso cuando ha de estarlo, baja su voz cuando ve llegar la decepción o el mazazo, pero rápidamente reaccciona y se sitúa. Recompone y avanza sobre más hechos, realidades y opiniones.
Es el mejor periodista de la tele actual. El más plural en cuanto al vivo y al directo. (Évole es reflexión puntual anunciada). Antonio es el que parece sentirse mejor en el cuerpo a cuerpo de la oratoria sobre las mesas pobladas por ágiles tertulianos rivales. Incansable, laborioso, siempre político, abrazando el justo orden de las cosas, huyendo de los aplausos del público recurrente, y desechando para siempre la mediocridad y los efectos especiales fugaces e inanes.
Antonio merece un reconocimiento y no solo porque ahora sea la gran voz veraz de la actualidad política real. Lo merece porque lo demuestra, porque a todos les convoca y les da la oportunidad de expresarse y a nadie le lanzará cara de vinagre. Su periodismo brillante parece descender del gran y postergado Iñaki Gabilondo,y es pura democracia de rigor.
-Y DE RESPETO Y MÉRITO-
1:59
jose vicente ortí
Nada más subir a aquel tren que llevaba a Barcelona, tuve que discutir contigo el asiento. Aquello no encajaba. Tú me decías que ahí a tu lado no era, hasta que finalmente las cosas se aclararon y me dejaste sentarme a tu lado.
No era un tren cómodo y la distancia era larga. Se imponían elementos defensivos para que el trayecto no resultase monótonamente agotador. Pero, no la palabra. Contigo no había que hablar. De modo que coloqué mis maletas arriba, jugueteé chateador con el watsaap y el móvil, y lo simultaneé todo con el sonido de mi transistor que me entraba por los auriculares.
Pero la película que ponían en el tren, no valía nada. No me gustan nada las películas de entretenimiento y relleno mero. Tú habías sido lista y estratega. Te habías puesto las gafas de sol, y movido la palanca para que el asiento se transformara en un efectivo sofá. Pero tu posición en el sofá la pusiste de cara a mí. Cerraste tus ojos, te quitaste furtivamente las gafas a esconder, y me permitiste que mirarse que mirase a hurtadillas tu modo de hacer la siesta.
Quizá fuese tu primera concesión. No llevabas anillo alguno en tus dedos y ni siquiera maquillaje realzador. Pero tus ojos eran serenos y femeninos, tranquilos, imperturbables, rubios y hasta bien atractivos. Tu cuerpo parecía delgado de gimnasio y llevaba alguna bella sorpresa. ¡Vaya senos! ...
Te empezó a aburrir dormir la siesta en el improvisado sofá, y de pronto me miraste sin esbozar ni una sola sonrisa. Cauta, distante, fría, propia, y tú sabrás qué más.
Yo, no decía nada y pasaban los minutos. Hasta que volviste a convertir tu sofá en asiento, y miraste para muchos lados. Y temías que si te alejabas del asiento, alguien incluído yo, te pudiera sustraer algún objeto de valor. Hasta que por fin te la jugaste, y te marchaste al aseo a aliviarte, no sin antes detenerte en la cafetería del tren.
Tardabas mucho en volver. Pero, lo hiciste. A pesar de que ya no cumplirías los cuarenta años, te movías con la soltura de una jovencita. Y quiso el destino que me dirigieras tu primera sonrisa. Esa sonrisa abrió todo un espectro y un caudal cómplice y comunicativo.
Nos contamos casi todo de nuestras vidas, me dijiste que habías sido muy feliz, y que llevabas demasiado tiempo sufriendo. Pero yo te paré y logré llevarte primero a la suavidad, y más tarde incluso a la carcajada sonora. Ahora se estaba demasiado bien en aquel tren.
Yo me quedé en Tarragona y tú te bajaste en tu Barcelona y final estación de Sants. Ambos teníamos los teléfonos respectivos y una cita pactada desde la ilusión y el mutuo deseo de saber qué le pasa al futuro de la vida cuando se hace una apuesta arriesgada.
Dos meses después de vernos todos los findes y de saborear tu cuerpo y tu cariño, decidimos dejarlo. Empezamos a observarnos diferencias insalvables, incompatibilidades insuperables, y todos los defectos que llevan al enfado y al desencuentro. Pactamos el no vernos más.
Hace una semana, tomé otro tren destino tu ciudad. También tuve que discutir con una jovencita exhuberante mi asiento, porque ocupando dos de ellos se vive más placenteramente el individualismo. Cedió de malos modos y en presencia del personal del tren, y estuvimos juntos casi exactamente el mismo tiempo invertido en aquel primer viaje en el que pude conocerte, ex ilusión.
La moza era potente, más que joven, nerviosota, desinhibida, ruidosa, inmadura y peleona. Nunca se giró hacia mí para bien, nunca quiso el destino que a su precocidad le atrayera mi madurez, se aligeró de ropa y casi todo el tren celebró en silencio su corporal demostración. Debía tener calor de hormonas. Pero nunca nada que ver contigo aunque ya no estés en mi vida. Ni por asomo. Nada que ver.
-NI QUE EVOCAR-