Borracho como una cuba, ojos brillantes, le fue muy mal. Duerme ahora Antonio, tirado sobre el banquito de un jardín olvidado. Su derrota, puede esperar. El alcohol juguetón le sostiene la mente. Su aliento, apesta.
Antonio, un perdedor. Se ha ido de juerga y ha fracasado. Ninguna chica que le gustara, la osado mirarle directa y dulcemente a los ojos. Ha tenido que cambiar los planes.
Antonio, español, madrileño y de Chamberí. Todo fatal. Es joven, pero parece un viejo derrotado en medio del ágora. Un fantasma de lo que ha sido. De lo que fue.
Beodo como una nada, Antonio no se da cuenta de que ha sido grande. Siete carreras, dos másteres, y muchos puestos de responsabilidad ejercidos y completados brillantemente.Pero, una piedra en el camino le ha puesto la zancadilla.
La piedra se llama Amparo, y es de Moratalaz. Ya no es su novia y jamás lo volverá a ser, a menos que haya milagro de ingenuo. Sí. Amparo le ha roto. Amparo le ha herido con fuerza en el espíritu. Ya no le quiere, y se lo ha dicho claro a Antonio. Pero, Antonio lo niega todo, y empecinado se obstina en el no. ¿Viva el alcohol?
Así, no existe la mujer que ya no le ama y que le pone los cuernos con otros hombres. Infeliz. Injusto, pero real. Antonio no logra reconocerse de nuevo y volver a sí. Es machista hasta la médula. Le criaron de este modo. Nada se puede hacer para pararle el ancestro.
Va de víctima Antonio. Y así le va. Le han tirado de mil sitios, a pesar del currículum vitae que presenta y de su enorme valía profesional. Mas es un inmaduro que no le perdona a su ex Amparo el que le haya dejado. Oportuno, y a la vez nefasto licor. Le consuela. O, éso parece...
Otro trago a la botella de Antonio. Y ahora ya puede soñar que se casa con Amparo, y que además es libre a un tiempo, y que se desplaza en una mágica alfombra persa y veloz,camino de una de las mejores playas de Brazil. De todas sus playas. Amor.
¡Toc, toc! La realidad. Cinco de la mañana. Solo tiene treinta y cinco años. Antonio está tieso de dinero. Vive de prestado y de la familia que le tiene pena. Quizás mañana pueda levantarse. Ojalá. Ahora está la cosa jodida. Fatal.
Gotas de lluvia sobre la cabeza del leso de amor. Antonio se despierta, se levanta del banco del parque, mira a las nubes del cielo, y suelta un exabrupto. Y se caga en todo. La ira de la impotencia, le domina. Es un alcohólico redomado. Lo asume. Primer paso para la lucha y victoria final. Lo va a intentar.
Mañana mismo pondrá su caso en manos de los servicios médicos que abordan las adicciones. O al menos, éso piensa ahora. Porque no hay derecho, coño, a que en el mundo se sufra tanto como él está sufriendo.
- ¡ÁNIMO, ANTONIO! -