10:12
jose vicente ortí
El preocupado mundo del virus se tomará el domingo por la noche en hora española un sedante para su psicosis y malestar. A esa hora, Su Majestad El Fútbol invadirá los tiempos y los espacios de las mentes de los aficionados de todo el mundo, y la televisión de pago y de pub proyectará sobre todos los aficionados una vacuna de noventa minutos de duración, pasión y rivalidad.
El Estadio Santiago Bernabéu. El Santuario que bautizaron Di Stéfano o Gento. El gran templo español del fútbol. El Súper Clásico. El partido social más sexy de la Liga. La segunda parte del duelo que ya tuvo lugar en la primera vuelta en el Camp Nou. Y no habrán mascarillas, ni fiebres, ni pensamientos clínicos, sino estrictamente pasionales en lo deportivo y reivindicativo.
El Real Madrid está a punto de ser eliminado de las Champions por el City del Mesías Pep Guardiola. Y se aferra a la Liga como a un clavo ardiendo y enganchado a la fleur y a la cara de actor de Zizou Zidane. Con un equipo sin brillo estético y sin grandes consistencias, los blancos apelan a ese orgullo y a esa épica carismática que les ha llevado a ganar 13 Copas de Europa y mil Ligas. El Real lleva volando demasiado bajo para su grandiosidad en los últimos años. Lo de ahora es consecuencial.
Porque su política deportiva ha sido desastrosa, y ahora solo le queda Benzema y la veteranía de los antaño sensacionales jugadores. Se fue Cristiano, no se trajo nada para reforzar el ataque, y ahora resulta que llega Hazard y se resiente de una lesión que le permitía triunfar año tras año en el Tottenham Hotspur.
El Barça padece problemas similares, solo que le queda el dios Messi, el cual es capaz de hacer lo que nadie puede siquiera imaginar. El Barcelona es Leo y diez tipos más que no juegan bien al fútbol, y que creen encontrar en el estilo de su cántabro entrenador Setién algo tan fantasioso y deseable como irreal. Ese jogo bonito. Esa posesión del balón, es más fofa con la lesión de su panzer uruguayo Luis Suárez. Y las urgencias de las sonrisas se vuelven desilusiones.
Esa mutua característica de no fiabilidad del Madrid y del Barça de ahora, componen un equilibrio de vértigo que rearma las pasiones en la incertidumbre. Y con ese panorama y exigencia, el árbitro de abajo pondrá todo en solfa cuando la fuerza de sus mofletes impulsen el sonido del silbato. En ese momento, será posible que puedan pasar todas las cosas apasionantes de este colosal choque, y que todo el pasado se torne inexistente e impensable.
En cuanto arranque a rodar el balón, los aficionados del Madrid llenarán el Coloso Estadio del club que preside Florentino Pérez en un griterío descomunal por amor e impulso a sus colores. Y los azulgranas, acostumbrados inevitablmente a los partidos potentes y decisivos, tratarán de aplacar las adrenalinas a base de Messi, sudor, estrategia y genialidad.
Todo apunta al partido estratégico de las pequeñas cosas y de los pequeños detalles. Habrá más que respeto entre Real y Barça, ganas de ganarse mutuamente mentalmente por k.o. psicológico, y deseo también irreal de que las cosas de la Liga se acaben en este primero de Marzo madrileño y nacional. Craso error.
Sin diferencias de puntos y de segundos, en una Liga marathoniana de horas y golazos venideros y continuistas. Podría ser un partido intrascendente al acabar el choque y mirar la matemática de la clasificación y de las distancias.
Pero eso, será después. Ahora nadie piensa en eso, entre virus y virus. Ahora pensamos en que el fútbol volverá a temer a ese frío y genial Benzema que no perdona. O, que Messi arrancará desde la zona del campo que tenga a bien ocupar y se marcará unos regates que nos dejen con la boca abierta y cuyo fin sea el gol definitivo y demoledor.
O que haya gritos, tarjetas rojas, toda la emoción, entrenadores casi fuera de sí, el grito y la pasión irresistible, y a no pensar lo que no sea desde la expectación del visionado del partido. Y que haya V.A.R., y más polémicas, y tertulias, y comentaristas a los que se les ve el plumero pero que tendrán más autoridad que alguien de la OMS, y al final habrá impacto de imperios, y de maquinarias en colisión,y de nostalgias, y de sonrisas a boca abierta de satisfacción plena y rivalizada. En Cibeles, en Canaletas, en Mozambique, y en cualquier vuelo y giro del planeta que se identifique con el deporte fútbol. ¡Y éso está más que garantizado! ...
¿NUESTRA SÚPER BOWL?
4:53
jose vicente ortí
Le vi el otro día con motivo de una excursión. Era un niño de casi cincuenta años. Alguien, que evidentemente y dada su edad, debe tener alguna deficiencia que le infantiliza y no le permite un adecuado crecer.
Leroy, es muy de iglesia. Lo hubiese tenido todo para ser un cura, aunque le gusten las mujeres. El otro día, nada más verme, se me acercó y aprovechando que yo viajaba con un amigo, me espetó levemente diciendo que yo era gay.
Leroy, jugaba. Porque él sabe que no lo soy. Y yo, para pararle después y sin cortarme un pelo le dije delante de todos: ¡"Tú sí que eres un maricón!" ...
Leroy me miró entre asustado y sorprendido. Y ya no se acercó a mí en toda la excursión. La idea era soltarle un cachete dialéctico y devolverlo al pasado. Asustar a ese niño impertinente y un tanto estúpido que quería ensuciar mi día de fiesta.
Yo también era demasiado niño fantasioso, cuando un día fui a una reunión de gente singular que hacía cortometrajes. Allí conocí a Leroy. Me pareció alguien con dinero, sin oficio ni beneficio, aniñado, extraño, y conmigo amable porque se ve que le caí bien.
Yo fue ambicioso y narciso. Y procuraba ir a las quedadas a las que asistía Leroy. Él, al verme, por una parte cogía expectación y por otra, le daba rabieta por que su personalidad real no puede salir. Vive eclipsado por una amiga que tiene, y posee una valiosa cámara cinematográfica, que es su juguete social más evidente a la par que infantil.
Porque Leroy no sabe lo que es el cine ni le interesa. Lo que quiere es no deprimirse, y con la excusa de la cámara tratar de colocar la golosina del caramelo del cine a chicas que llegan a sus reuniones y que le gustan. Ninguna le trata en serio, porque en seguida saben quién es y de qué va. En tiempos, me citaba para confesarme sus bajones, sus subidas y sus cosas. Luego, aparecía esa amiga inadecuada que tiene,-otra niña y mala-, y borraba con astucia todas mis indicaciones y sugerencias. Pero él, la prefiere a ella porque así es todo más fácil y sencillo para él. Craso error.
Un día, me sorprendió Leroy. Porque pareció interesado en alguno de mis relatos para el cine. Pero en el fondo, conmigo hacía lo mismo que con los demás. Jugar con ellos, utilizarles, y luego dejar toda la resolución de sus temas en manos de su más que influyente amiga.
Finalmente, conseguí hacer un cortometraje. Y ahí le conocí yo mejor a Leroy. Ahí, en su casa, entre citas, premuras, infantiladas, story boards, su ordenador y todos los etcéteras, me di cuenta de que yo también debía madurar.
Mi historia y mi creatividad eran innovadoras, pero en el proyecto nunca mandaría Leroy a pesar de ser el cámara. Y yo debía haberle mandado a paseo y no meterme en sus chiquilladas. Pero llevado por la vanidad, decidí seguir con el proyecto. Pocos creían en mí, y en lo que yo podía aportar. Ni eran profesionales, ni tenían por qué serlo. Y nunca me entendieron. Y además yo quería hacer algo digno y hasta ambicioso. ¡Metedura de pata! ...
Salió finalmente una trabajadísima castaña. Jamás lo que yo había propuesto se entendió. Leroy me dijo que yo era el director, y a mí me dio por creérmelo. ¡Ni hablar! Sus actores amiguetes amateurs y el personal técnico del cortometraje, hicieron lo que les apeteció hacer. Me vi sin autoridad, sin apoyo, frustrado, humillado, tuve que solicitar un actor profesional para poder hacerlo bien, y para el rodaje pedí los favores de una amiga que conocía y que tenía dinero y contactos. Pero todo mal. Porque yo no quería jugar a las cosas de Leroy sino hacer algo serio y que valiera la pena.
La hermosa chica de la película me salió diva y trepa, desobediente y desconfiada; solo quería estar ahí en la imagen para poder lucir su belleza. El fotógrafo me puso todas las zancadillas que pudo en un intento de desmoralizarme con la idea de que dejara el proyecto, y solo guardo buen recuerdo de algunos aspirantes a actrices y a actores que sí fueron sensatos, amables y obedientes. Así como del actor protagonista, que fue muy correcto.
Fue uno de los chascos más grandes que tuve en los últimos tiempos. Mi primer corto y mi primera decepción. Y al acabar mi dura labor, me alejé de ese grupo de Leroy para no volver más.
Leroy no me debe unas disculpas porque no sabe lo que hace, y yo tampoco debo exigirle nada porque Leroy ya tiene bastante desgracia de ser como es y como le manejan o se deja manejar para no sentirse solo y descolgado. Por eso me hizo gracia su nueva mirada cuando el otro día me lo saqué de encima en la excursión con una argucia para asustarle. ¡Nunca más, Leroy! Nunca más mi ciega ambición. ¡Jamás más, esa compañía que no podría llevarnos a ningún buen terreno! ...
-RECTIFICAR, FUE DE SABIOS, LEROY.-
1:21
jose vicente ortí
Carnaval. Carnevale. Carnestolendas. Carnestoltes. Cambio. Transgresión. Disfrázate de disfraz. Haz que la tierra se ponga plana. Sueña. Dibújate de mujer, de astronauta, cambia de clase social, juega a otra cosa, canta una sonrisa para tí, disfruta de la fiesta y abre tu gran espacio imaginado de creatividad.
Date un corte simpático de mangas a ti mismo y satiriza todo lo que te rodea. Sácale la punta a un lápiz en forma de árbol, transforma el color rojo en violeta, que el mar se torne un arcoiris y el agua incolora mute en tono flor.
Sé brasileiro o danés, o de Coímbra, o hazte perrito y rasea tu cuerpo sobre la fina arena de tu playa posible. Cámbiate. Goza y comparte. Ríe con tu mundo, con tus ideas, con las ideas de los otros; piensa que puedes ser el atleta más alto del basket y hasta el más tierno payaso de un circo.
Salta como un adolescente, brinca, di cosas aparentemente inconexas y dale un beso al absurdo. Pasa de todo lo convencional, no te importe que no seas tú por unas horas, busca a esa mulata que te gusta y dile que sí a todo lo que te diga. Admira la belleza, presume, ponte una falda escocesa o un tanga que ofrezca dudas. Sé polígamo o poliédrico a lomos de un carnaval, baila como Michael Jakson y sus zombies entrañables. Seguro que te protegerá la reina del carnaval de Canarias o la top model de Río de Janeiro. O, la más enigmática y versadora de futuros de Nueva Orleáns.
Asume que puedes volar y moverte con tu propio impulso y sin necesidad de motor de explosión. Piensa que no es malo que por unas horas el mundo juegue a ser otro. Da sustos y vístete de neoliberal, de Drácula, de Batman, de Guerrero del Antifaz, de enmascarado de plata, de tebeos que nunca te dije, de complicidades en el zurrón cómpartido del top secret, date a pensar que lo tienes todo y que quieres muchos millones más como hacen los riquísimos, y que tu Madonna o la Theron bajan de tu mano galante y descendiendo de una Limousin.
Puedes subir a un Ferrari y emular a Fittipaldi, o a Alonso y Fangio. O que te ficha el Barça y ya eres ese delantero centro tan soñado que vive de lujo. Revalorízate en la bolsa estética más cara del mundo y rompe a ser la chica mas sexy de las redes, y piensa igualmente que tienes la magia de Federer o el arrojo heróico y defensivo de Rafa Nadal. ¡Vamos! ...
Eres Terminator y "empezátor", y rey, y súbdito, y galán de cine, y Joaquín Phoenix en Joker, o un ético que salva vidas en las fosas terribles de la indiferencia de los mares abiertos y desesperadamente cercanos y desgarradores.
Piérdete por el Orient Exprés, y que Von Karajan dirija tu placer musical, y llama a Neymar y le preguntas qué ha de hacerse para ser un eterno adolescente, o ve a una gran superficie y ponte morado a chucherías. Pero nunca juegues a estar solo.
El Carnaval es el mundo al revés, y una fresa con cuerpo de melocotón, y cuando descorchas una botella de champagne y todo sabe a almíbar y a birra. Cómete todas las pizzas, haz la paella a tu estilo caprichoso, e inventa todas las virguerías gastronómicas que te vengan en gana siempre que no te hagas daño.
Pégate un baño de bautizo en Iguazú, o hazte santo en las aguas del Ganges, ponte el póster de la princesa Greta Thunberg, coge una camiseta de manga corta y verás cómo en la Antártida tienen la terrorífica sensación de una primavera de veinte grados que mata el equilibrio y el hábitat aquí. ¡El infierno! ...
Sé y siéntete libre y desinhibido. Ahora o nunca. Ahora es el momento de que te sueltes la melena y que bailes como las cariocas del sambódromo. Defiende, ataca y haz el juego total. Conviértete en salamandra, en caracol, en pintor de Cadaqués, en economista, en artista contemporáneo, en pintor de brocha gorda y en esquiador. Máquina de sueños.
Eclectiza tu ser hasta que llegue la Cuaresma, que son dos telediarios. Participa y hazte ver, sueña e infíltrate en el probador de una tienda de lencería y arriesga mucho y ponte guapa solo para ti. Tu carne no será pecado, ni tu reino fin, ni viciosa la mirada, y Joaquín Sabina volverá a ascender al escenario y volverá a preguntarse por tus ojos imposibles y enormes. Pregunta por Caetano Veloso o Vinicius de Moraes o Toquinho. Interésate por vivir tu aura. Por soñar. Por volver efímeramente a tu deseada adolescencia eterna.
¡DISFRUTA!
5:06
jose vicente ortí
Impacto. Carisma. El payaso loco y peligroso. Acción. Tiros y sangre. Y una música potente ensalzando las peripecias del aspirante a la nada.
Salí de casa a ver la película de Todd Phillips, entre otras cosas porque me habían hablado muy bien del hombre Óscar de este año, Joaquin Phoenix. Pero lo que vi no fue para tanto. Desde luego que no. Mas me sirvió para observar el termómetro social.
Al mundo, le suelen afligir estos asuntos. Por eso me sorprendió la larga cola del cine de reestreno al que acudí. Y así pude ver mi sociedad. Que se parece cada vez más a la estadounidense, porque esto de la globalización y de la americanización de España ya lo contaba en sus libros el sociólogo Alberto Moncada. Os recomiendo que le leáis.
Sí. Simpatizamos mucho con el cine americano, y buscamos sus mismos afectos de evasión y hasta de pose y afirmación social. La gente, buscaba piña y consenso, más que cine bueno y de calidad. Se aburren si les das otra cosa. Y se toman esto como una aventura que lleve carisma,moda, que no me pierdo lo que ven los otros, que me siento cómodo entre la masa, y que las cosas del cine no hay que tomárselas a la tremenda porque el mundo no es para tanto.
Nos expresamos, seducidos, al modo de Todd Phillips y a las muecas sonoras y patéticamente originales y extrañas de Phoenix.
Nos gusta lo extraño que parte del comic. Muchos, tratan de arrancar desde esa placa base de la ciencia ficción, y tiran hacia adelante para que sigan pasando cosas. Extrañas o menos extrañas, pero que seduzcan y que empaticen que sea fugazmente con ellos para poderse reír, y charlar, y comentar con los amigos al lado de unas birras, pizzas o infusiones.
Vi entre el público a muchas parejas ya convencidas de antemano de que su Joker es mágico e intocable. De los suyos. Pero también va a ser Joker, profesorado, y otra mucha gente de diversa edad y condición.
¡Oigo que "solo" es cine! Y además, "Arthur", el Joker que interpreta Phoenix, es un artista que baila y todo el pobrecito, y que tiene una madre a la que cuidar, y además los de la Sanidad le retiran toda su ayuda incluídas las pastillas. Y un amigo le "regala" un arma de fuego.
Y, no. No hay derecho a que se rían de locos como Joker. Porque además, este Joker es simpático, delgado, joven, con buen físico y mirada intrigante y cautivadora. Es nuestro Joker el de la cuna, y con él moriremos entre adultos y veteranos. Es reivindicación y empatía social. Sí. La sociedad en la que vivo. La de las pizzas y el burguer, la de los simplismos y las profundas contradicciones y hasta hipocresías.
Pero los locos que no son Joker o a los pobres y excluídos que no salen en un plató, consciente o inconscientemente nos importan un sano pito. Y además estropean la estética de la ciudad en su glamour.
Acabada la película, mucha gente aplaudió. Pero fueron aplausos moderados, domados, educados, de los de hoy; de los que toca hacer. Y yo,-que por supuesto no aplaudí esta película-, me quedé reflexionando acerca de dichos aplausos.
¡Esto es América! Y Badman, y Supermán, e It, y lo que haga falta mientras proceda de Estados Unidos. Porque este país representa para mi sociedad el gran cine creíble y de la NBA. El que manda y decide, el icónico y seductor, el dinámico, el que no concede pausas; el que dicha pausa ha de ser una rémora de tortuga.
Por eso mi sociedad sigue las series de Netflix o demás plataformas. Porque también en el cine necesita soltar su adrenalina contenida en medio de su tediosa cotidianeidad. Y yo, mientras, observaba a mis paisanos, comprendía mucho mejor el exceso de las fiestas de los botellones o eso de darlo todo hasta las tantas.
Su simpatía hacia su visión de este Joker, era en el fondo, su reflejo. Se veían perdidos como él, e igual jóvenes que vulnerables, sin un sitio o una respuesta clara, pero con la convicción profunda de que vivir ha de ser hambre de acción.
-AUNQUE SE DESCONOZCAN LAS DIRECCIONES-
23:58
jose vicente ortí
Obediencia. Sentido oriental. A nadie le va a temblar el pulso. ¡China! El maldito coronavirus. Muchas autoridades de la salud mundial van reconociendo los hechos y las actitudes. Es un acierto hacer caso y dejarse de protestar. Hay y había que cerrar. Había que detener en lo posible la vida y el tren cotidianos. El entretanto es fundamental. Los orientales han aceptado desde su enorme capacidad de sufrimiento,y las órdenes desde bien arriba del Gobierno económico-militar de China han sido tan contundentes como oportunas y certeras.
La cuestión es hacer que el virus vuele bajo y que no se desplace a la velocidad del trasiego de la globalización eléctrica y supersónica. Detener y joderse un tiempo. Permanecer en la loable idea de la calma ante un peligro tan brutal. Y se consiguen resultados aceptables, porque aunque muere gente y el contagio contamina, el gran peligro epidémico pierde consistencia.
A la espera a medio o largo plazo de la esperadísima gran vacuna, la paciencia y la resistencia han de mandar.
Hago hincapié en esta idea de cerrar puertas para facilitar la prevención. Porque dichos sesudos científicos que no se decantan por ideologías ni por condimentos tendenzoides, nos hacen reflexionar sobre lo que podría haber sucedido con el coronavirus en las sociedades occidentales que en la mente de todos están.
¿Hubiésemos tenido la misma capacidad de sufrimiento que nuestros hermanos de China? Imaginaos cerrar enormes urbes al tráfico y a la actividad. Aislados, con mascarilla, encerrados en las casas, reducidos a lo básico, sin moverse por criterios económicos sino por los meros elementos sanitarios de supervivencia ... Yo, imagino unas tremendas impaciencias y mediáticas, etcétera.
Se nos puede decir que aquí nunca se originará coronavirus porque aquí hay un desarrollo mucho más evidente y que eso es imposible. Y seguramente será así. Pero no hay que dejar de pasada la citada reflexión hipotética.
China aspira a ser el tercer gran gigante del planeta y del prestigio, tras Estados Unidos y la Federación Rusa. Y para ello su desarrollo no ha de detenerse en la cantidad de su producción general únicamente, sino por reforzar en autocrítica sus fuentes originarias deficientes y la calidad. China debe crecer en profundidad y estructura. Y eso el neocapitalismo que flirtea con el esclavismo de la mano de obra desarrollista, no lo ha de resolver.
Lo de menos, es que se comiese carne de murciélago o de lo que fuera que generara el virus, sino enseñarse a sí mismo a ser consecuentes. Porque en el desequilibrio que hay en China entre pobres y riquísimos, está siempre la clave mayoritaria.
Hay un miserable refrán que dice que "lo que no mata,engorda". Uno de los refranes más terribles y contraproducentes que pueden existir.
En el fondo, el esclavismo y las pobrezas endémicas en la enorme China desequilibrada, van generando la gran aparición de las terribles sorpresas sanitarias que a todos ponen en peligro, empezando por ellos mismos.
China debe aprender su lección. Y Occidente debe reconocer la buena estrategia del límite y del sacrificio oriental. En la respetuosa aceptación radica el éxito y el progreso real.
El coronavirus da terror. Acojona en un mundo lleno ya de por sí de todo el temor. Y eso debe implicar el gran contraataque de la esperanza y de la alegría.
Los episodios todavía activos del terrible virus, nos dan la opción y el reto comunes. Lo pararemos no solo porque lo hacemos bien, sino porque no tenemos otra. Porque muchas veces aprendemos a base de golpes. Que es lo que finalmente pasa.
Con el COVID-19, todavía amenazador, y con tiempos de nieblas e incertidumbres, vamos bien. No ha podido la histeria y hemos confiado razonable y suficientemente.
-CON TODAS LAS CAUTELAS-
1:51
jose vicente ortí
El límite. El lujo y la miseria. La desesperación. El desequilibrio. La supervivencia. El error y el oropel. El Sistema. El reconocimiento y el deseo de corregirse las cosas mal hechas desde la justicia de la conciencia.
La frescura. La injusticia y la brecha. La audaz y terrible imprudencia de ser como no somos. Lo inesperado que ha de asumirse. El talento y la creatividad del director surcoreano Bong Joon-ho. La película one de este año. El Óscar de Hollywood 2020.
Tiene cosas difíciles de olvidar. La película posee la potencia de una ambición fou y desmedida. El guión se mueve hacia adelante y camina hacia los senderos del drama y de lo inesperado sin perder la mano de la excelsa creatividad y del humor negro que impulsa la trama.
Pobres de solemnidad y ricos de Olimpo. Y miseria en las alturas. Frivolidad, capitalismo, despilfarro, crítica, exceso, frialdad y todo el hedonismo. Superficialidad y densidad.
Película de mucha chicha, de mucho talento, de todo el ingenio, del abanico de colores de emoción. De la desesperación pasando rozando la otra cara de los millonarios menores y siempre infelices.
El subsuelo esclavista, las catacumbas de la sinceridad y la lógica, y la más moderna mansión con jardín diseñado por prestigiosos y hasta caprichosos arquitectos. Dos mundos en uno. Como la división de las hermanas Koreas. La espiritualidad oriental ha viajado mirando al cielo de los occidentales, y copia sus éxitos materiales. El dinero. Ese motor envenenado del que se nutre lo cotidiano para ir tirando en todas las direcciones aunque no sean las de la felicidad.
El amor y la osadía. El despertar desde la tradición del haiku hasta el gran bestseller de las ventas sin fronteras. La tecnología digital que avanza imparable en el chip humano que la acepta y adopta en el corcel de la inmediatez y de la practicidad.
¡Parásitos! Peliculón. Emociones humanas a granel. El sacrificio oriental que se torna universal y de todos. Inolvidables escenas de inundación, rodadas con una maestría sin igual.
Sí. Sorpresa. Debajo del gran rico puede haber gente que sobrevive hasta morir de inferioridad y penurias. Debajo de una mansión puede hallarse supervivencia. Dentro del bunker de un poderoso puede encontrarse la ternura de un amor y de una caridad. Humanismo en Boon Joon-ho.
Los finales felices dependen de cómo se interpreten. A veces el final es el principio, o la corriente de un río tóxico y envenenado que condiciona la vida de todos los estratos sociales. Y la normalidad no es tanta normalidad, sino una mera pose convencional.
En la gran fiesta del niño rico, se abre la puerta inferior de la muerte, y renace la primavera de la roja sangre que se derrama. Y el grito es terror, y la muerte parece que campa a sus anchas, y los cuchillos se confunden entre los pasteles, los canapés y los trajes sociales de ocio y de placer.
Y, todo puede cambiar en un instante. Y, "Parásitos", hace grande al cine y lo vindica y reivindica. El séptimo arte es necesario, apetecible, sexy, magno, reflexivo, saludable y excelso. El público aguanta las más de dos horas de metraje muy atentos, y sin descuidos de móviles inoportunos y maleducados. Es el mejor síntoma de que esa atención es por algo y no por un casual capricho.
Esta película se goza y paladea, se sufre, se inquieta uno, se sorprende; se excita viendo la sincronización de una música con algo amenazador que puede suceder. Y tras lo crispado y violento, las mentes tratan de reconstruír desde una actitud asumidora, fría, inteligente, discutible, libre y realista.
¡CHAPEAU!
14:48
jose vicente ortí
Me llama por teléfono cuando la gente acostumbra a ir descansando. Dice llamarse, Felisa. La conocí en persona hace tiempo sin imaginar o comprender lo que escondía. Debí caerle bien. En una de las reuniones defendió mis argumentos ante los otros ante mi sorpresa.
Felisa se sentaba en el seno del grupo de amigos, y no decía nada. Como a la espera de que alguien cometiera un error, para saltar entonces a la yugular. La gente nunca pudo aceptar aquello. Ni lo aceptan hoy. Sus ojos son verdes y hermosos, y su obesidad llama tanto la atención como su fortaleza física.
Cuando la gente comienza a descansar, Felisa le da al watsaap y me pregunta desesperada y educadamente su estoy. Le doy al ok, y comienza su discurso impresionante, el cual yo he convertido en un reto quijotesco.
Me cuenta cien veces su mismo drama. Que, sus padres las maltrataron de niña, que para huír de aquel infierno se casó con un psicópata, que adoptaron una peque chinita, y que los jueces ahora se la quieren quitar y para siempre.
Jadea Felisa. Habla como un atleta en plena carrera. No deja a voces que la nieguen o contradigan. Y entonces yo hago de Freud y guardo atento silencio.
Felisa empieza a soltar su discurso caótico y demoledor. Según ella, son todos los demás unos perfectos hijos de puta, y que ella frente a los demás no tiene nada que hacer. Mi silencio no la sorprende, enfrascada como está en contarme lo mismo una y otra vez.
Su agobio es para mí lo mismo que un reto. Cuando me deja intervenir, entonces yo trato de plantearle que tiene muchas cosas personales que hacer, y que debe cuidar su salud emocional. Y Felisa guarda un poco de silencio mientras yo aprovecho para ampliarle mis parrafadas con el único propósito de que respire y piense en que tiene esperanza.
Felisa vivió económicamente de lujo al casarse con su ex, en la zona más cara de la ciudad. Lo tuvo todo, y ahora ha descendido al infierno global. No tiene dinero, o eso me dice. Su niña china pasa de ella, o eso me dice. Y se enfrenta con temas relacionados con el móvil, o con el internet, o con la tecnología, o me dice que su médico es un inútil, y todas las creatividades que la mujer puede emitir.
La mente humana. Tremendo. Debo hacer un enorme esfuerzo para seguirla. Yo también he sufrido y sufro mucho, y me sabe no ético abandonarla en medio de toda su mierda.
Trato de poner firmes y razonables sus pensamientos, y eso me provoca un derroche de energía extraordinario.
- "Tú, jadeas, Felisa ..."
- "Sí. Un poco ..."
Hablando y hablando, Felisa pierde la noción del tiempo. Y yo se lo recuerdo infructuosamente una y otra vez. Y le digo que su primera prioridad no es ni siquiera su hija, sino aprender a quererse a sí misma y a cuidarse. A mirarse en el espejo y verse cómo está su propia salud.
Felisa dice que sí. Es generosa. Mucho más de lo que parece. Por fin habla con alguien que le aguanta su marathoniano hablar. Y lo agradece. Y a la vez no puede evitar invadir mi tiempo de descanso.
Y su cabeza rebota una y otra vez dentro de sus fantasmas interiores. Y la lía. Y su cabeza mezcla todo lo negativo en una nube negrísima. Y cuando se desahoga, se duerme ...
O, se olvida de todo,-como actitud de enfado-, y decide plantarle al mundo su venganza. Se autoflagela sin saberlo. No tiene horas para dormir. No fija sus tiempos esenciales. No cree en ella misma. Apenas percibe que su falta de oxígeno no la permite presentarse en el mundo con credibilidad.
Pero Felisa es buena y me dice que intenta cosas. Que, lucha y luchará siempre para recuperar a su hija. Y yo le digo que a quien tiene que recuperar, es a sí misma.
-FELISA, FELISA ...-
0:57
jose vicente ortí
Ella está en algún sitio. Y mucho más cerca de mí de lo que yo pueda intuir. Todavía no sé mucho de ella. Lo que sé es que no me gustará que sea feísima, o vulgarota, o chabacana, o irresponsable.
Puede estar escondida entre unos pinos, presidiendo un gran complejo comercial, barriendo una calle, laborando en un despacho administrativo, gozando de su libertad en una moto, una vecina de unas calles más allá, o una decisión de lejanía.
Ella está en la medida que sea mi deseo. Ella puede estar ya al otro lado de mi teléfono, o en la agenda de contactos, o en el cine viendo una película de Clint Eastwood, o en un concurrido gimnasio cercano, o paseando con su coche por la ciudad mía para curiosear las entradas y salidas a la ciudad.
Por ahora no sé quién demonios habrá de ser. Y cada vez menos pienso en un físico, en una lencería, en unas piernas espectaculares, o en un tipazo portentoso.
No. No es a eso a lo que aspiro. Aunque mi fantasía me pueda llevar a porfiar con bellezas impactantes y llamativas, mi ella no será de esas. Y lo que habrá de tener será sencillez, dulzura y bondad. Y, un poco de inteligencia. A las alturas de mi vida, la mayoría de los trenes han salido y están saturados de heridas, comodidades y hábitos. Soy consciente de que todo es sumamente difícil. Pero, nunca imposible.
Ella seguro que está. Y puede que lo sepa o que dude. O que me desconozca mis virtudes y mis defectos. Ella sabrá que no tengo apenas cosas materiales, que no pude vivir, que lo mío es tardío y precario,o que entenderme es casi más complejo que comunicarnos con dos idiomas bien diferentes.
Sí. Yo estaba el otro día en la estación. La de los trenes. Y ahí había continuo movimiento. Porque la vida es movimiento imparable. Y observaba a las parejas que se cogían de la mano y que se besaban con ilusión. Y yo, no es que quiera ser uno de esos, no, es que tengo derecho a serlo.
Solo puedo ahora ofrecer mi simpatía y mi corrección. Y tener toda la paciencia del mundo porque si ella decide ocultarse para siempre, no ha de pasar nada. Ella también es mi equilibrio y mi realidad. Mi naturaleza, mis ríos y mis bosques, mis zapatos y mis límites.
Ella no ha de ser una follamiga, ni un rollete tonto, ni una cosa rápida de resolverse en el placer. Porque mis aspiraciones son otras. Encontrar a una mujer real; de verdad. Poder ofrecerle una casa digna, y un ascensor, y la mejor de mis sonrisas, y otra barriada bien diferente a la que vivo, y un control en mis aspiraciones, y mil millones de nuevos acentos.
Lo mejor que puedo hacer es no pensar demasiado en ella, y dejar que el destino de Cronos lo decida todo. No obsesionarse o frustrarse porque ese anhelo se concrete. Dejarme que yo me mire a mi espejo personal todos los días, y sea capaz de elegir bien.
Mi pasado y mis circunstancias pueden ser un hándicap tan potente que haga la cosa imposible o inabordable. Y todo eso depende primero de mí. Y yo soy consciente. Porque es hermoso pensar en unas manos entrelazadas y en un beso de bocas de cariño, pero también he de pensar en el aquí, en el ahora, en el mientras tanto o en el después.
Hay que seguir con la velita del deseo puesta, y a la vez desnudar la realidad que me envuelve. Porque yo quiero dar a esa mujer exactamente lo mismo que ella a mí. E incluso más aunque no se note.
¿En dónde estará esa mujer si es que existe? ¿Debajo de un chopo?, ¿agachada al lado de un naranjo?, ¿mirando embelesada un cuadro de Sorolla?,¿dando clases de inglés en la universidad?, ¿siendo capataz de la fruta en una pueblo cercano?,¿latina que cuide ancianos?, ¿sevillana?, ¿del norte?, ¿del Atlético de Madrid?, ¿del Levante UD?, ¿aborrecedora de la actividad deportiva?, ¿amante de la naturaleza?, ¿activista valiente?, ¿veterana jubilada que en principio no crea en el amor?, ¿pura fantasía personal? ...
¡Ni idea! No sé nada. La clave me la darán mi salud y mi audacia. Mi honestidad y mis valores positivos, mi buen o mal fario, mi porfía o mi alegría.
-TODO MI YO DESNUDO-
1:16
jose vicente ortí
No es tristeza sino realidad. Hay que conquistarse un futuro. Rascar algo. Pelear. Intentarlo. Asumir realidades haga viento, lluvia o frío. "Sara", la protagonista que interpreta Greta Fernández con afán, solo sabe que debe intentarlo y apurar sus tragos de zumo de la vida.
La película no tiene concesiones y refleja el estresante mundo de los jóvenes en precariedad y en insatisfacción. Chicos y gente de barrios deprimidos, existentes, reales y evidentes.
"Sara" es una chica de ese estrato social y de ese desgarro estructural. Y se aferra a la vida. Debe moverse entre demasiadas barajas como lo es un padre delincuente y un bebé. Su mundo es asfixiante, y ella busca los recovecos del placer. A su modo.
Y sin una sonrisa y con toda la tristeza, ella agarra la inercia y allá que va con todas sus energías. Y lo da todo, y se entrega, y muestra generosidad, y sufre la falta de calor en su alma, y actúa desde un rencor al todo, y aparecen sus evidentes dificultades de relación.
Y a pesar de todo tiene un hijo y le cuida, y trata de dárselo todo, y de hacerse una mujer y una madre. Y dentro de su reducida área de actuación personal, se empuja para intentar atrapar a sus sueños.
Su vida es un combate necesario por sobrevivir y para no venirse a la lona. Su vida es un impulso. Una planta que quiere a toda costa emerger del barro de la tierra y poder soñar.
Su afán y su inercia en fe la lanza a seguir. Pero la negra sensación de impotencia la va menguando y apartando. "Sara" es joven, y esa energía parece su mejor aliada. Pero las cosas están como están. Avanzar cada metro es un disgusto y perder mucho tiempo de su vida, y ocurra que la desilusión atrape las lágrimas de sus ojos agotados.
Es la historia de alguien que intenta dar el salto pero que finalmente no ha de ganar porque tiene demasiadas cosas en contra y no van a haber milagros buenistas. Excelente guión y dirección de Belén Funes.
"Sara" es real, creíble, una chica más, un ser que se rebela y que a la vez es práctica y consecuente. Alguien que aunque aspira a todo, sabe parar. Y entonces llora su derrota.
Después, la inercia la lleva de nuevo a la acción. Pero caerá en la imposible e insatisfactoria inercia de su mundo apurado y cruel. Y quiere tener madurez y legado, trascendencia, asentamiento y hasta lógica de poder. Y no desea que le quiten a su niña. Al revés. Desea que una justicia azarosa se vuelva fantasía y que entonces todo acabe realmente bien.
Nunca sé por qué las películas han de acabar bien. Es un invento de buenas intenciones. Aquí no ganan los malos ni los buenos. Vence el contexto y la realidad. "Sara" no está aún preparada para proteger a nadie.
Es a ella a quien otros han de proteger. Y a la marginalidad y a la precariedad deben protegerlas otros valores, otras sensibilidades, otras paciencias, otros acentos y hasta otros azares.
Lo más humano de esta agria y punzante película es que lo que ocurre no es extraño ni mistérico. Que aunque descarnado, todo esto que se cuenta existe y es real. Está pasando y está con nosotros. Y destapar la cebolla con sus capas y ver su contenido real, es realmente conmovedor y necesario.
Greta Fernández borda este personaje tan frágil como vulnerable y laborioso. Se lo ha currado bien. Se ha metido en la psicología de una chica ambiciosa y corta de espacio para desarrollar su gran animosidad y valentía.
Ahí están sus ojeras, su naturalidad o su mirada. "La hija de un ladrón" es un buena película si decidimos ponernos en el subsuelo y dejamos atrás ciertas burguesías de conciencia. "Sara" está pisando más el subsuelo que el suelo. Y aunque no es marginal, casi lo está siendo, y no parece ser posible que una hada mágica reconduzca su fatalidad.
-Y SU DUREZA-
4:27
jose vicente ortí
De Maritere, solo tenía yo su recuerdo. Sí. Mi pobre madre, sin apenas recursos de salud y sin ser capaz de establecer vínculos de afecto con gente de fuera del ámbito familiar, decidía todos los domingos llevarnos a casa de mi tía Maruja, que era prima hermana de mi madre y su mejor amiga por no decir que la única. Pero mi tía Maruja falleció pronto de un ataque al corazón, y mi extraña y entrañable progenitora decidió enfadarse con el destino y nunca más nos llevó a mi hermano y a mí a aquella casa sita en la Avenida Onésimo Redondo y que ahora se llama Avenida del doctor Peset Aleixandre. ¡Democracia! ...
Fue un buen cacho de mi niñez. Recuerdo que salíamos los domingos de casa, mi madre, mi hermano y yo, y nos íbamos andando los tres unos cinco o séis kilómetros para ahorrarnos pagar el viaje del autobús urbano, y allá a las cuatro ya estábamos delante de la tele en donde moraban mi tía Maruja, su sevillano y trabajador marido el tío Juanito, y mis primos María Amparo, José María y Juan Miguel.
En aquella finca, y puerta con puerta, vivía el tío Miguelito,-hermano de Maruja-, junto con su mujer Eloísa y su hija que era mi prima, Maritere. Y en un momento dado de la tarde dominical, o a punto de volvernos allá sobre las nueve para casa, llamábamos a la puerta contigua para saludarles con afecto. Nunca olvidaré la risa un tanto impostada de mi tío Miguelito. Pero, afectuosa y de padrazo.
A aquella Maritere de mi infancia, la recuerdo poco. Y cuando lo hago, me viene entre las nieblas del recuerdo una niña más mayor que yo, casi una jovencita o sin casi, con mucho carácter, y no sé si llamar frialdad o timidez.
Y, poco más. Aquello terminó y nunca más pude ver a todas esas personas. Y así, calculando, pasaron cinco décadas. Yo, tendría entre siete y diez años, y ahora tengo cincuenta y nueve. Todo fue recuerdo. Era recuerdo. Es recuerdo. Hasta que ...
Hace un par de años que asisto a unas charlas que tienen lugar en el interior de un bar cercano a mi casa con una frecuencia semanal. Allí, encontré y conocí a alguien con la que acabé simpatizando porque era muy natural y de un hablar impulsivo y poco sofisticado.
Y la vida a veces te sitúa entre sorpresas siempre inesperadas. Deben haber muchas sorpresas para que la vida tenga lógica o sentido. Por eso es vida. Al acabar una de las charlas, caminé con esta mujer porque tomábamos la misma dirección. Ella cogería al llegar a la Gran Via una línea de autobús, y yo seguiría marchando camino de mi casa. Y mientras, discrepábamos acerca de nuestra lengua vernácula que es el valenciano. Y la reté a que continuáramos hablando en nuestra lengua madre. Y aguantó todo el rato hablando valenciano como yo y sin tener que recurrir al castellano. ¡Se consiguió!
Se llama Teresa esta señora. Y yo le decía que mi abuela había nacido en Nules, provincia de Castellón y le dije su apellido. Y ante mi sorpresa, la mujer me dijo que su abuela también había nacido en el castellonense Nules.
- "¿Tu abuela nació también en Nules?", me espetó la mujer.
- "Sí.Claro. Mi abuela Carmen. Pero no es casualidad. Ese apellido que me dices, Teresa, es muy de Nules. Si entras en su web municipal y buscas comercios, eso está lleno de gente con ese mismo apellido y ..."
- "José Vicente. Pero, tu abuela, ¿seguro que? ..."
- "¿Qué, Teresa? ..."
Y Teresa me dijo su nombre completo.
- "¡Osti! Me suenan todos esos apellidos. Por mi tío Miguel y por la tía Maruja, Teresa ..."
- "José Vicente. No me digas más. Tu tío Miguel fue mi padre..."
- "Pero, Teresa, ¿vosotros no vivíais en la antigua Avenida Onésimo Redondo? ...
- "¡Exacto! ..."
Sí. Vivían. Como siempre. Yo vivo en mi calle de toda la vida, y ella sigue viviendo en donde siempre. Mas os confieso que todo esto no me extraña y no es más que consecuencial y sintomático. Como lo es el transcurrir de mi vida, la cual está en las antípodas de lo convencional. ¡Sí y sí! ¡Teresa era aquella Maritere de mi niñez! ¡Mi prima Maritere! Aquella jovencita de los años sesenta. Y la había estado viendo y coincidiendo con ella hacía un par de años y sin saber que era mi prima. ¡Mi familia alejada y olvidada! ¿Increíble? ¡Nunca! Lo que le pasa a la vida será llamativo pero nunca sorprendente. Siempre hay unas lógicas finales.
Ahora es como si estrenara prima. Y a partir de ahora ya no la llamaré Teresa, sino Maritere. Tengo su teléfono y su simpatía, y la sensación de extraña orfandad se palía.
La Maritere de ahora va a la suya. Muy independiente y a la vez protectora. Vivió. Vive. Está ahí. Ya nunca podrá ser realmente mi prima porque siempre el destino decide. Porque el destino es burlón. Me he alegrado de habernos reindentificado. De haberme encontrado con lo que hoy es en persona aquel nebuloso recuerdo de Maritere. Siempre es una satisfacción. Pensaré más en ella, algo en ella, lo suficiente con ella. La respetaré aún mucho más. Soy familiar y protector, aunque la familia verdadera nunca estuviera.
A veces todo es un misterio, y el pasado conecta con el futuro. Maritere es un ejemplo de ello. Y seguiremos hablando de Nules, y de nuestra familia que yo no pude disfrutar, y haremos las cosas al día y sin nostalgias. Porque es lo único y mejor que puede hacerse. Lo más inteligente y real.
-SIEMPRE GANA EL DESTINO-