Al llegar el verano primero de 1970, yo bajé al bar a ver el Mundial de Méjico. Casi siempre iba con mi padre. Comprábamos las gaseosas y el vino, y luego devolvíamos los envases de cristal. "Los cascos", decíamos por mi Valencia ...
Y estando allí en el bar,-luego se llamó "Casa Fernando"-, la gente mayor hablaba con escepticismo y brevedad, al referirse a Pelé. Ahora sé que era racismo en estado puro. Yo recuerdo, que la figura del negro, tanto en el fútbol como en el boxeo-, siempre ha sido icónica en mi país. Como una suerte de amor/odio. En España triunfaba el cubano Antonio Machín con sus canciones y las mujeres le adoraban. Pero yo creo, que los hombres no tanto.
Yo he visto jugar a Cruyff, a Maradona, a Beckenbauer y a Messi. Pero lo del Pelé televisivo era muy diferente. Yo quería que ganara mi Valencia Club de Fútbol de Claramunt, Sol o Valdez, y después, venía lo demás. Otro de mis ídolos era el madridista José Martínez "Pirri" ...
Ver jugar a Pelé no tiene nada que ver con lo que imagináis. Pelé, desde el verde césped, ha sido el gran padre espiritual de Brasil. Por eso me parece oportuno que la gente le despida el próximo lunes sobre el mismo césped. El campo del mítico Santos de Brasil. El Santos de Pelé. Pelé trascendió el fútbol brasileño. Fue todo en Brasil. La Autoridad.
Yo no me esperaba mucho, lo que pasó en 1970 en Méjico. Pelé ya era un veterano aunque su exquisitez seguía ahí. Era bajito, pero fuerte. Y sobre todo, el rey de las virguerías. He de citar al excéntrico Garrincha, porque fue otro fenómeno. Pero Pelé era más aplicado, siempre concentrado, divirtiéndose con el balón, humilde ante su genialidad, y con una personalidad que llamó la atención.
Viendo jugar a Pelé, te daban ganas de imitarle y salir a la calle luego, a ver si podíamos los niños hacer lo que le habíamos visto crear. ¡Absolutamente imposible! ...
A Pelé,-que es Brasil-, no le dio nunca la gana jugar con la urgencia o con la velocidad que se hacía en Europa. Y le daban unas tremendas patadas, para eliminarlo de los Mundiales. Porque jugar contra Pelé, era mucho jugar. Y además, el mito estaba rodeado de eminencias futbolísticas como Rivelino, Tostao, Gerson, Clodoaldo, Carlos Alberto, etc. Solo viendo jugar a ese jogo bonito que impuso Pelé, se puede entender que el fútbol pudiese ser también un exquisito y feliz divertimento. Mucha más cosa.
Lo de Pelé era pura magia. Sin que nadie le dijera nada, Pelé lo hacía todo. Caños, vaselinas, driblings, controles imposibles y muchísimos goles. Pero no se adornaba para burlarse de sus rivales. ¡En absoluto! Pelé era así. Pelé no se planteaba otro fútbol que no fuera el de la virguería y la brillantez. Si se hubiera planteado otras formas de jugar al fútbol, no hubiera sido Pelé.
En tiempos de estrategias, de planteamientos tácticos, y de todas esas cosas amarrateguis y conservadoras, Pelé era un dios. Un rey. O Rei Pelé. El que levantó tres Copas del Mundo. El que hizo enorme al Santos, el que no se movió de América porque la sociedad era otra, el que anunciaba viagra en la tele, el que fue embajador en organizaciones internacionales, e incluso el que estuvo a punto de optar a la presidencia de Brasil.
Pelé fue una explosión de magia mundial. Un aditivo para el fútbol. Sal, para el competitivo fútbol de Europa. La alternativa al fútbol de escuadra y cartabón. El que desde el verde césped volvió locos a todos. El del gol en la final de Suecia y Méjico, el que dejó en ridículo al portero uruguayo Mazurkiewiz con una genialidad, el mito del niño periodista Julio Maldonado "Maldini", y una figura venerada; un gran papá de esa nación atribulada económica y socialmente que parece más un Continente que un país.
Esperábamos su fallecimiento. Lo que pasa es que hasta que no sucede, no te lo crees. Brasil, llora. Da palo esto. En mi barrio ya no está Fernandín en su bar "Casa Fernando", y ahora hay otros negocios. Pero el espíritu entrañable de aquella gente que dejó mi barrio, sigue conmigo.
-PELÉ, ¡UN INMORTAL!-