lunes, 15 de julio de 2024

- TERNURA CÓMPLICE. -



 

Las manos se entrelazan desde el misterio tierno de los sentimientos de la aceptación mutua. Todo es un enigma en ella y en él. Sus dedos y sus deseos se exploran. Algo nace hermoso y evidente. Hay timideces y expediciones inexcusables hacia la ternura.

Él, teme no estar a la altura de la caricia esperada. Ella, puede que parezca más tranquila. Da igual. Se miran y se sonríen cómplices, obedientes y deseosos de reír y de romper a ser felices.

La noche del cine abre el telón de las intimidades. Y la oscuridad no le da brújula sino brillo y magnitud a la fila de los mancos. Porque todo el cine eterno siempre será el escenario perenne e histórico cuando recibe a la totalidad de una caricia y de los besos deseados. Nunca habrá remedio para que se abra la espita incontrolada de la felicidad.

¿Por qué se mueve la atracción? No sé qué le pasa a los dedos de las manos para que noten e inventen el placer puro y real. Él le coge a ella los dedos con temor a su inexperiencia y a hacerla daño, pero ella sabe responder afirmativamente al acierto y a la correspondencia. Y la mujer aprieta suavemente sus manos sobre los dedos del hombre que le gusta, y con su otra mano entrega su creatividad de afecto acariciando con gusto toda su piel. Y el hombre se siente más relajado que un zen tibetano, y ella sigue y sigue sonriendo confiada y con esa serenidad que da la apuesta firme y hasta absolutamente lógica.

Hay movimientos perceptibles y completos entre ambos. Y mucho misterio de vida que se mueve y que cristaliza con la precisión inevitable del afecto.

El roce de las manos por la piel, surgió desde los confines de la humanidad. Como todos los sentimientos reales de placer y hasta de supervivencia. De presente y de no pensar. De sentirse compartiendo algo que no tiene nombre porque es el resultado de la derivada de todos los epítetos positivos.

Los dedos siguen rozándose entre las dos manos. Se apresan y se disponen desde las individualidades que se gestan en una. Las caricias se tornan nerviosas inicialmente, y siempre creativas e íntimas. Después, llega la pura creatividad. Y todo se concreta en el placer de la relajación y de la sonrisa. La caricia es un lujo, algo sexy y espiritual a un tiempo; algo que se detiene por unos instantes para darse muchos besos espaciados pero siempre definitivamente felices.

Los otros, miran. Han de mirar. Y de envidiar. Y de respetar y desear que ocurra lo que está pasando a su alrededor, mientras rechazan y farfullan las mentes viejunas que ya no quieren vivir la cascada de la vida, sino odiar el presente feliz.

El y ella, están ajenos a todo. Se limitan a cerrar los ojos gratamente y a no decir ni una sola palabra, mientras por adentro solo son una máquina de quererse y de respetarse.

Vuelvo al dios del tacto. De lo imposible hecho conquista evidente. De que la vida empuja, y que la vida es un cañón de risas y de experiencias, de cosa fortuita y azarosa, sorprendente y esperada a un tiempo, como siempre será el deseo.

Es un deseo humano y no pensado. Es algo que aparece como un camino imparable como lo es el agua viva de un río. Ese agua, son los dedos entrelazados entre él y ella en el cine mágico de la intimidad y en lo cotidiano.

La teoría se cae a añicos y estrepitosamente. Los filósofos nunca podrán dar con la tecla, y los teólogos solo harán sonreír por menoridad e inconcreción. Aquí no se habla sino que se toca, se une, se cose, se besa una y otra vez, y hace de dos cuerpos uno nuevo y completo, en donde los censores de la moral mueren entre las barreras blindadas de lo imposible y quimérico. Vivir es un beso entrelazado en las manos, en la intimidad, y entre el consenso y el respeto de dos vidas que se miran.

¡SENTIRLO! ...

domingo, 7 de julio de 2024

¡¡ EUROCOCO !!



"Eurococo" no quiere fronteras ni distancias. Y entonces decide con su sonrisa hacer magia de colores. Se autobautizó con el nombre de "Eurococo" porque su cariño de humor hacia los demás, debería siempre extenderse como un Continente imparable de amenidad y de paz. A grandes cachos.

A "Eurococo" no parece gustarle la fama ni la notoriedad. Y actúa en los lugares más inesperados. Y siempre tuvo claro que sería payaso. Desde que vio a Popov, a Rivel o a Fofó, y a todos los payasos del mundo cuando niño.

"Eurococo" no tiene una edad definida, ni desea tenerla. Lo que quiere tener el payaso es la fuerza de la ilusión. Y, efectivamente, se muestra imparable en esa convicción. Él ve la televisión y contempla la sociedad. Siempre le ha gustado mirar las cosas de los otros y tratar de introducirse en todos los misterios íntimos de las personas.

"Eurococo" se maquilla con referentes actuales sin ceder al recuerdo de lo atemporal. Se disfraza y teatraliza, y es capaz de llamar la atención porque es la mejor manera de conectar con los otros. Niños y mayores.

"Eurococo" se acompaña con un sombrero de cuatro picos, y se pone a dar saltos. No trata de ser original. En absoluto. Solo quiere sacar su emocionalidad desde sus entrañas más profundas y reales. No es tonto. Porque un payaso nunca será tonto, sino todo lo contrario. Un payaso siempre será tan necesario como un bidón de oxígeno.

"Eurococo" parte de lo que ha aprendido, y a ello cose su forma de ser. Y entonces el hombre se pone a reír, y mantiene la risa , y homenajea a su manera a la tradición. Aunque es consciente de que el mundo ya es otro.

"Eurococo" se expresa a su manera. Y ríe sin complejos, y aprovecha la potente musculatura de sus brazos para sacar y crear figuras inesperadas y siempre excesivas e inhabituales.

"Eurococo" es exactamente imprevisible. Y cuando la gente le mira un tanto perpleja, entonces él les sonríe, y les ríe, y les llora, y tiene un gato amaestrado que hace exactamente lo que el payaso quiera.

Risas, más risas, hay gente que no sabe qué hacer al verle, otros le entienden a la primera, otros le llaman loco y que se calle ya, pero afortunadamente la gran mayoría le respeta, entre otras cosas porque "Eurococo" sabe hacerse respetar con su arte, tablas y experiencia.

"Eurococo" no hace música ni malabares. Solo los dibuja en el éter, hace como que está sonando la melodía o equilibrándose con unas bolas de plástico que flotan en el aire. Y en ese momento, algún niño ríe. Sí. Porque los niños siempre ríen, y tienen en su inocencia el tesoro potente de su grandiosidad.

Y los padres de los niños que ríen, miran complacidos y con cariño a sus peques. Y en el suelo, al lado de "Eurococo", hay una especie de gran bote por si alguien desea echarle unas monedas y en donde figura un cartelito en el que puede leerse: "no tires monedas si no te nace." ...

"Eurococo" sabe que la calle es el gran núcleo de las libertades. Que sin el ágora griega, casi nadie podría sentir ese placer del bienestar y del bien ser. La calle es para él, Europa, Asia, América, Oceanía y todas sus calles del mundo. Todos los lugares exteriores, son para sacar hacia afuera lo que pueda quedar retenido en el interior de todos los corazones.

A "Eurococo" le insultan más que antes, y el hombre mira con nostalgia un tiempo más generoso y tolerante con sus diabluras. Porque el payaso ve la vida con el alcance de un lince y la pasividad tranquila de un maestro budhini o de un filósofo.

¡"Eurococo" en acción! ¡Sus músculos hinchados aposta! Sus sorpresas con buen propósito. Su necesidad vital e imperiosa de que vuelva a las rúas la moderación, el sosiego y la naturalidad. Por eso "Eurococo" siempre está ahí. En acción. Incansable como un atleta de fondo. Misterioso como un ángel azul. Maravilloso como un atardecer o un abrazo. Encantador como cuando la brisa alcanza al fiero calor estival, y le quita la rebaba de su fuego y de su asfixia.

"Eurococo" siempre es imparable. "Eurococo" detendrá las guerras y los conflictos, los insultos, las agresiones, los malos pensamientos, dulcificará el dolor y le pondrá caramelos y olor a romero a los ambientes sucios que destrozan a los buenos olores de la paz.

A "Eurococo" le gusta el olor a tomillo, y le chifla la colonia de lavanda porque dicen que rompe los lugares nocivos de insectos rastreros y de todo tipo,y que purifica los espacios.

Que nadie crea que "Eurococo" es un monje o un cura. Lo que se siente el payaso, es un niño. Y que su niño interior nunca ha de parar, y así es capaz de impulsar la fuerza de sus honorables deseos. "Eurococo" es ateo aunque no lo dice nunca. Y si hubiera de apostar por un héroe o ídolo favorito y personal, sería por los reyes anónimos de la inocencia. Por los confiados, por los vulnerables, por los que tienen que crecer, por los pequeños que llegarán a ser siempre muy grandes; por la vuelta del optimismo y de todas las risas tan locas y maravillosamente contagiosas como la de su payaso capitán que conserva en su corazón.

"Eurococo" es un maravilloso loco que cree profundamente en que las semillas que lanza en arabesco, podrán germinar y fructificar. Y que esas semillas son tan imprescindibles como la cosa más inmediata, necesaria, estimulante o de supervivencia. Más que el comer o beber.

Estoy bastante de acuerdo con "Eurococo". Niños, mayores, o de mediana edad, deben reírse mucho más de lo que lo hacen. Y sentirse ellos mismos un coqueto juego de necesario encuentro de buen rollo. Y jugar los blancos a sentirse negros, y los orientales a ser mestizos, y los aborígenes a ser pelirrojos o colorados.

Esa es la gran idea de "Eurococo". La de cambiar el rumbo de la nave actual, la cual confunde la seguridad con la imposición, o lo correcto con lo justo. "Eurococo" es un payaso necesario, que busca las cosas aparentemente imposibles, para así hacer que se les caigan por los bolsillos las monedas fake a quienes deciden tener el monopolio de las verdades.

Mas nunca busquéis en "Eurococo" una vendetta, o un rictus de cabreo o de molestia. ¡No y no! En "Eurococo" solo podréis contemplar la templanza y el optimismo, y su nariz roja que se cae para dar paso a otra de color azul. O unos zapatos de tres tallas más grandes, los cuales se convierten en dibujos alegres de sus pies descalzos. Porque "Eurococo" es decidido y va descalzo. Quiere tener los pies en el suelo con la temperatura real del mundo aunque ahora sea fría, y no dejarse llevar por la incomodidad.

¡Allá va "Eurococo"! ¡Siempre irá "Eurococo"! ¡La calle será siempre de "Eurococo"! Y seguro que cuando "Eurococo" se enfríe y fallezca, otros nuevos "eurococos" habrán salido a su relevo y al poder de su esencial y bella heterodoxia.

¿APOSTAMOS AL SÍ?