A Jaime le falta un ojo por dejadez. Lo primero fue siempre su trabajo exuberante de peluquero, que más cornás da el hambre. Y además, esa precariedad e inmediatez le hace a uno, curtido, resistente; acostumbrado ...
Jaime no es que no sea un viejo infeliz. No. Lo que sucede es mucho más que su estado de ánimo. Lo que le ocurre son los tremendos bajones de su provecta edad, y que él desprecia la vulnerabilidad y nunca quiere depender de nadie.
El mejor amigo actual de Jaime es "Jan", un enorme perro pastor alemán, el cual también está llegando a los últimos años de su vida. Para Jaime, Jan es la releche. Es bueno, comprensivo, listo, le acompaña y defiende, nunca pone problemas y es ideal.
Jaime fue operado recientemente de un melanoma. Y para poder efectuarse la intervención debió ser acompañado por alguien, so pena de quedarse sin dicha operación. Y cuando concluyó la intervención con pleno éxito, los galenos le recomendaron que no estuviese sin asistencia, al menos treinta días.
Ramón es hermano de Jaime. Los dos son y han sido peluqueros. Y Ramón le ofreció a Jaime su casa, para hacer allí la recuperación necesaria y conveniente.
Jaime tiene una casa que es una pocilga. ¿Para qué preocuparse de la higiene de un lugar a donde nunca nadie irá jamás? No parece aún así buena razón.
Por eso su hermano Ramón aprovechó la estancia en su casa de su hermano, para ver cómo iban los bajonazos de Jaime.
- "¡Ramón! ¡Por favor! ¿Le darás de comer todos los días al perro y lo sacarás un rato? ..."
- "¡Sí, hombre! No te preocupes por el perro. Yo mismo me encargaré de él hasta que tú ya vuelvas y eso ..."
Lo que se encontró Ramón en la casa de su hermano Jaime, solo se concreta si se ve. No podía haber más suciedad en aquel lar. Y Ramón pensó, que como su hermano ya necesitará a alguien de los servicios sociales, que lo mejor era llamar a algún chaval sin decirle nada, y proceder a una profunda limpieza higiénica de la casa. Y casi sin saber ni por dónde empezar, tiró con la mano sin fijarse demasiado de un trozo de mesa llena de cosas y polvo, y unos objetos y dicha suciedad fueron a parar a unos sacos y a unos capazos que luego desecharon en el contenedor. Hasta que, algunos días después, aquella casa ya iba recuperando la dignidad y la lógica de cuando se es habitada. Aunque fuese por Jaime.
Y cuando el citado Jaime se repuso de la operación y volvió a su casa, como que sintió demasiado violada la intimidad de su lar de siempre. Y para más indignación, observó que faltaban algunos objetos. Faltaba un cepillo, dos navajas barberas, y algunos otros pequeños enseres. Y la indignación dejó paso a la rabia. Y Jaime llamó por teléfono corriendo a su hermano Ramón:
- "¡Óyeme! ¡Tú eres un ladrón! Me has robado. ¡Eres un hijo de puta y no quiero volverte a ver delante de mí! ¡Ladrón! ¡Ladrón y miserable, que te has aprovechado de que yo no estaba! ¡Ladrón y por la espalda! ..."
- "Pero, ¿qué dices, Jaime? Yo no te he robado nada. Eso sería que tiré con la mano y cayeron cosas sin importancia al saco sin darme cuenta, ¡coño! ..."
- "¡Ladrón! Se lo voy a decir a nuestra hermana de Barcelona. ¡Que no se acerque a tí, que eres de miedo! ¡Hasta nunca, ladrón! ..."
- "Pero, Jaime, ¡joder! ..."
Ramón es un pedazo de pan. No necesita para su peluquería los objetos porque tiene los cajones llenos de aparatos de peluquería. Solo quiso ayudar a Jaime. Y un día se fue junto a su mujer a la casa de su hermano. Llamaron al timbre. Sin éxito. No quiso abrir y ni se dignó a hablar por el telefonillo. Ramón está sumamente preocupado porque se da cuenta de que Jaime está demasiado desnortado y que nunca va a pedir ayuda a nadie.
Jaime camina por su vida con aparente autosuficiencia. Y piensa que si se tiene que operar de nuevo, ya contratará a alguien. Y mira lloroso una y otra vez a su fiel perro Jan y le cuenta lo que le parece. Le jode que sus ex clientes de la peluquería cada vez le llamen menos, o que sus amigos no descuelguen el teléfono cuando les llama. Y cada vez más se cierra cual concha en sí mismo. Nunca fue hombre de muchos amigos. Prefirió la soltería, y cuando le venía el deseo, se buscaba el alivio a través del dinero. Y a su edad actual, lo único que ama además de su mascota, es a la caza. Su deporte favorito. Pero las piernas ya no están para el monte. Ahora el monte son sus paseos por las calles de la ciudad. Está tan solo que no se da cuenta. Parece un personaje anónimo y hasta insólito. Uno de sus mayores placeres, -además del vino peleón que seda su ansiedad-, es cuando todas las mañanas abre uno de sus armarios y contempla extasiado dos espléndidas escopetas de caza, las cuales están acompañadas por viejos trofeos. Pero Jaime solo valora esas armas, que además le dan sensación de protección frente a esta sociedad del libertinaje y de canallas. Para él, nadie como Franco ...
Su hermano Ramón lo ha intentado todo, pero se ha rendido. Y más, cuando vio que su hermano Jaime había colocado candados en la puerta para hacerle más imposible el acceso a su casa para intentar hacerle asesar. Y piensa muy mal del futuro de Jaime. Y afirma que su hermano se caerá y morirá solo en la casa, ante la inacción de todos por desconocimiento. Y que cuando el perro Jan vea que no hay comida ni posible paseo, se alimentará de su dueño. Y que todo el final será macabro y absolutamente espantoso. Y que el suceso tendrá eco mediático y todo.
Yo estoy seguro de que nada de esto pasará. Y de que Jaime tendrá un final digno. Y aunque no puedo creer en que Jaime y Ramón se reconcilien jamás, por lo menos seguro que no habrá drama en el final de la vida del hombre solitario.
Aunque sus sobrinos y demás, todos puedan pasar de él, aunque para casi toda la familia menos Ramón él pase indiferente, aunque toda la perspectiva sea pesimista, Jaime salvará los pronósticos y morirá decentemente. Y será llevado a su Granada natal, y sus cenizas serán esparcidas por las tierras del Sur.
Y su historia será como la de las vidas finales del común de los mortales. Y será uno más entre todos ellos. Y quienes le conocen, hablarán siempre de su enorme laboriosidad y bondades como barbero clásico y de toda la vida.
¿QUÉ PENSARÁ SU PERRO JAN? ...