sábado, 27 de junio de 2020

- AYESA YA NO QUIERE ENVEJECER -




Ayesa tenía ganas de conocerme y de jugar a las aventuras. Yo, sentía bastante curiosidad por verla en persona, que es donde realmente las cartas se sitúan boca arriba.
Poco de ella presencial me ha sorprendido. Ya me contó que fue abandonada al poco de nacer y que la llevaron a un orfanato leonés. Allí nació Ayesa, que parece que en orientalista se traduce como diosa de fuego.
Conserva una figura espléndida y proporcionada, a pesar de ser bajita y poca cosa. Al hacerse mayor, estuvo casada con un empresario obsesionado por el trabajo y el dinero. Más orfandad para Ayesa. Y, malos tratos ...
La mujer, hizo amigos. Pensó que esto de la vida es un  trozo chico que hay que engullir y saborear. Por eso le puso los cuernos a su ex y a una de sus mejores amigas más adelante. Esto es para Ayesa cuestión de decidirse y de adelantarse. El que se hipnotiza, es hurtado y no ve.
Un tercer más que amigo, fue el último y definitivo deseo de amor. Porque ahora me dice que el tema hombres ya lo tiene planificado y completito para cuando le apetece. Pero en otro contexto y acento. Para mí, que Ayesa ha acabado del amor de los hombres hasta su pamela, y ahora se dedica a juguetear con ellos y a reír desde la amabilidad y la belleza vital que nunca perderá.
¿Es sorprendente y casual que Ayesa me enseñe sus fotos más desnudas y sexys, y que conceda menos importancia a los maravillosos Patios de Córdoba? ¡No! Para quien algo la conozca, podrá parecerle el juego suave y femenino de su venganza y poder seductor. Y en efecto, así es. Ayesa envejece. Se le nota. Sobre todo en las arrugas de su cara. En su cuerpo también, aunque bastante menos. Lo mejor de Ayesa es su talante de búsqueda incesante de experiencias.
Ayesa es familiar y compleja. Le gusta estar rodeada de su vasta familia, y de muchos amigos. No soporta la soledad, y por eso no se detiene. Y lleva una vida desordenadamente libre y propia. Y ha decidido hacer lo que le viene en gana. Y a veces ama la soledad y el retiro, y se autoafirma budista. Y desde esta orientación, se bifurca y baila igualmente sevillanas o mambo rítmico.
Ayesa tiene muchos contactos y muchas amistades. Y un caudal de vivencias conservadoras para escribir séis libros. Le ha pasado de todo, le pasa, le pasará, y le seguirá pasando. Porque, sí ...
Algunos amigos la piden fotografías, porque saben que su cuerpo y su generosidad siguen dando para mucho. Y entonces Ayesa se deja llevar por esa magia del poder de su piel. Y se desnuda en estudios profesionales, en la playa, en la montaña, y en la estratosfera si se terciara.
Ayesa es el signo de su reivindicación como mujer. Es un torbellino que ama los cuidados, que fue enfermera, que la conocen en muchos hospitales, que se casó con un tipo que amasó dinero, y ella sabe que el pecunio nunca da la felicidad pero que la ayuda frente a aquellas heridas estructurales de sentirse en un orfanato a la que fue tirada. ¡Intolerable! ...
Por eso Ayesa ama la libertad. Porque salir de ahí abajo es un tremendo éxito, y la vida es una excelente oportunidad para reivindicar.
¿Envejecer en Ayesa? ¡Ni soñarlo! Viejas serán otras zorras que la tienen celos, y que envidian que sus amigos la inviten a yates y a saraos. No existe en la cabeza de Ayesa la palabra decrepitud. Y después, muy lejos, cuando la diosa democrática de la vejez la golpee, entonces Ayesa se hará la loca y hará zen. Y seguro que el sonido del cuenco de un monje descalzo y budista pondrá un verso de sabiduría al paso de sus años. Y el futuro deberá joderse.
-OMMMM-

jueves, 25 de junio de 2020

- NOSTALGIA DE AQUELLA ESCALERA -




El otro día bajé por esa escalera entrañable a la que con locura quiero. Y tras una compra, volví a ascender por esos escalones que me vieron nacer y crecer. No puede haber ascensor por las características del sitio. Es demasiado pequeño el hueco. Esta finca tiene ciento veinte años, y yo,-que en en Julio haré 60-, siempre he vivido aquí en la misma puerta de la misma finca de la misma calle.
Una de las veces que subí de la calle a mi casa, no me sorprendió ver trozos desconchados de la pintura de la baranda en el suelo. Dos pisos de restos de desconche de la pintura. Han estado ahí varios días. Todo está delegado desde otra visión actual. Y en el medio de esa escalera sentí el silencio real del olvido y de lo que marca el tiempo de hoy.
No me molestó ver la escalera llena de restos de pintura. O, no lo que más. En realidad no me molestó nada. Asumí que mi escalera de toda la vida ya no es nada, y que no cuenta. Solo son trozos anecdóticos y exteriores por los que se transito, y pare usted de contar. Y siempre será así.
Esta mañana he recogido los restos con la escoba y el recogedor. Nadie hará nada por detener la circunstancia. Estas cosas son para la figura de alguien que ya se encarga de la limpieza de la escalera. Y punto pelota.
Vivir en este lugar que ya no se parece en nada a lo que fue, supone una asunción paulatina y rigurosa en las cosas. Y caigo en la tentación y me voy a la nostalgia de los años sesenta o setenta.
¡Muy mal hecho! Mi barriada con su tejido social, ya no puede existir. Se fueron. Aquí ya no queda nada de aquello. Seguramente, muchos de aquellos vecinos que vivían aquí, ya habrán fallecido. Y sus hijos y sucesores, se mueven por otras zonas de la ciudad. Valencia es otra y los barrios mueren y mutan.
Por éso, cuando vi los restos desconchados de la pintura de la baranda, yo vi la verdad. Y la verdad es que en realidad lo que vi eran los restos de mi escalera.
Todo lo que viví, lo intocable, se ha desbordado en otras líneas. Nada de lo anterior ha de volver. Mi escalera, también queda demolida desde aquel recuerdo, y entonces se transforma en otra cosa, en otra calle, en otra barriada, en otra mirada y en otras mil actitudes.
Sí. Insisto. Lo de menos es lo que pasa a toda hora en la escalera. Lo de más, es la nostalgia de otras verdades que desnudan a las antiguas, y que configuran un nuevo ser y una nueva realidad. 
Y ante éso, lo mejor que se puede hacer  es pensar en ese rigor e imaginar que mi escalera y mi barrio ya bajaron a segunda, que mi calle ya no es conocida, que lo que puede pasar aquí ya no me debe sorprender, y que lo mejor es no enfadarse por las contrariedades.
Mi cuna ya no es lo que fue. Pero no por ello hay que reacccionar con ira ni con negativa sorpresa exaltada. Mi escalera y yo, debemos vivir al día y sin grandes expectativas. Sobreviviremos juntos lo más posible el tiempo de ahora, y aceptaremos lo que ha de venir.
Pero siempre con asunción real, sin fantasías de extrapolación, sin pretender que todo sea una orla o una Champions, o que yo pueda ser internacional, o del Valencia, o del destaque.
Lo mejor, es aprender la lección de un sitio que se fue aunque geográficamente siga aquí. Ahora mi escalera es una triste circunstancia menor.
-SIN RAROS ASPAVIENTOS-

miércoles, 24 de junio de 2020

- VERANO 2020 -




La fuerza extrema de los rayos del sol del verano del virus, no ha esperado. Se acabó. El calor demoledor arrea de bien aquí en mi Valencia, y ya no parará hasta el otoño.
Todo se llama calor. Todo es calor. Los aires acondicionados y ventiladores ya funcionan a plena actividad. La humedad, come. El sudor defiende el cuerpo frente a los constantes embates desfavorables. La ropa de la primavera ya está derrotada y definitivamente, en el interior de los armarios. Descansará en paz una larga temporada.
La gente, se defiende. Ahora se llevan tirantes y se saca la piel. El refrescarse es el deber y salvación. Ropa mona, breve, corta y decidida. Todo sobra. Molesta. Se clava.
Hay que apostar por el algodón y la paciencia. Y por la chancla y la zapatilla cómoda, poco sujetador y adiós a los pantalones largos.
Ya vivimos otro tiempo. Ya se vive el imperio de los sentidos del calor. Ya vale el hedonismo y el lucir el cuerpo, la desinhibición, lo que haga falta, el tanga que nunca te dije, la playa, la piscina, la íntima y constante ducha casera, y toda la sandía y el helado.
Bikinis y piernas depiladas, mujeres que reivindican su tiempo femenino y sus esfuerzos en los gimnasios y en los sudores de la primavera confinada. Estamos un poquito más gordos por el encierro, pero todo pasará. Hay ropa. O, se compra otra talla. Pero el imperio de la luz interminable que corona el día de San Juan, ya es un hecho y está ahí. Que luego vendrá el invierno y llegarán las perezas.
Es la evidente gran noticia. El color de la piel. Ha llegado el momento de dejar el color blanco norte para lucir nueva morenez. Ahí está el cambio y la diferencia. El sol tiene mucha más espectacularidad que el coronavirus.
La mascarilla se torna una suerte de tortura necesaria. Hay que ponerse ese puto vozal si queremos seguir salvando el pellejo. Pero así no se respira bien, ni se disfruta bien, ni se es libre bien, ni en la playa la libertad sincera suena bien, ni viendo en el bar con una birra al Madrid o al Barça se está bien, ni en las mágicas terrazas españolas las risas salen del todo bien, y hay mucha gente que lleva mascarilla pero en la mano o estratégicamente aparcada.
Verano de virus y mascarilla. La distancia social se torna una imposición inaceptable, y entonces los jóvenes no aguantan más y se tocan. Y hay pequeños fuegos de rebrote, y nuevos contagios, y un brutal y carpetovetónico deseo de Fiesta con mayúsculas. Porque la costumbre del placer no ha de irse en dos meses.
En España,-mi pícaro país-, hay estrategias sofisticadas para hacer lo de siempre. Porque el calor jode, y si esto se llama verano, y si hay luz, y si no hay agobios y tiempo de ocio, si todo está paradote, si esto se llama turismo, entonces todo puede ser momento óptimo.
Para parar la tele, para intentar el cambio, para que esto pueda ser otra cosa, para que la noche nos confunda, para que esté la esperanza pronta en un tiempo mejor, para irse ya al pueblo, o al viaje, o a la segunda residencia, o a la cala prohibida y anónima.
Porque el sol es dios y no hay tu tía. Y, ése, no entiende de alarmas ni de leches, y es africano e imposible, y muy hijo del terrible cambio climático que estimula a la chicharra.
¡DEFENSA!

martes, 16 de junio de 2020

¡Y EL FÚTBOL VOLVIÓ ENTRE EL VIRUS!




Con discreción y sordina. Abriéndose paso entre las tiritas de la incertidumbre, los dioses del fútbol del money, son menores. Porque todo está cubierto y nublado por las sombras de la tristeza.
Los pasos adelante son tics valorados, andanadas o percusiones emocionales, cuyo único fin es que el gran negocio del balón redondo pueda aguantar sin Ertes ni Ingresos mínimos vitales. El gran circo de la pasión española quiere cantar esperanza. Y arranca nuevamente.
Lo tiene todo en contra, menos el dinero. Es una lucha larvada sobre si todo estará de nuevo bien, o si lo de ahora es una soberana y riesgosa majadería.
A falta de pan y de solidez, bueno es el fútbol. A falta de un Estadio al que llenar y soltar el grito del espectador, bueno es un contrato con las plataformas de la tele que ofrecen fútbol.
En medio de la gran tragedia, solos y casi desnudos, los futbolistas miran de reojo sus contratos, y deciden hacerse todas las pruebas, ponerse los calzones de sus equipos, y volver al tajo.
Aquí, en España, aturdidos por lo inesperado y letal de lo trágico, decidimos mirar lo que pasaba en Alemania con el Bayern, Dortmund y todos los demás. Y al ver que no pasaba nada,-o al menos aparentemente-, los mandamases hispanos le dijeron al Presidente Pedro Sánchez que ellos podrían ser el estratégico entretenimiento que paliase el terrorífico y necesario confinamiento. Sánchez, les levantó el pulgar.
Ya hay fútbol en España. Fútbol de tele, radio y periódico. Ya se puede ver a Messi hacer de la suyas. Ya vamos recordando aquel maldito Marzo que nos propuso la gran retirada a la cueva general. ¿Cómo iban? ...
Como siempre. Como solían ir habitualmente. El Barça y el Madrid bailan pegados a dos puntos, que no es nada. Todo estaba y está por decidir. El fútbol de las nubes negras ha llegado al deseoso Junio que abre el verano, y la emoción por los puntos no varía.
Manolo Lama se hace el astuto y grita bien fuerte todos los goles que hay en el vacío. Grita con tanta potencia y profesionalidad, que un día futbolistas y entrenadores acabarán oyéndole y volverán sus cabezas buscando el estruendo entre la niebla descorazonadora e inusual.
No son buenos tiempos para el fútbol. Ni para nada. Ni para nadie. Porque ahora gobierna y reina en hegemonía el coronavirus. De modo, que cerramos un poco los ojos y tratamos de hacer como que no vemos mucho y que no pasará nada especial de la película del terror.
El dinero se pega a los talones de los futbolistas, y ya hay partidos, y mil cosas siempre menores para contar. Gane la Liga el Madrid o el Barça, nadie que no sea una descerebrado se tirará a la calle. Quizás se haga a lomos de coches y banderas. ¿Quién sabe? Habrá que construír, ser pragmáticos y soñar. Caminar aturdidos también es caminar. Y así, por las noches tomas el sueño como un buen paliativo contra la desazón que todo lo invade.
Aquí no se mueve nadie. Y en la UEFA ya están confeccionando fechas con otros formatos para que haya Champions League. La idea es terminar entre el virus con el curso actual, y liberar con menos letalidad la próxima temporada.
Habrá campeón de España si el virus quiere. Y de Italia, de Alemania, y de Europa. Y el futuro se proyectará en las mesas de negociación de los grandes jefes del fútbol. Será la temporada más triste, pero será. En espera de que las buenas noticias rompan el miedo y puedan parir la vacuna.
-AHÍ EMPEZARÁ OTRA COSA-

jueves, 11 de junio de 2020

- LA SARDÀ, HUMOR, TALENTO E INSTITUCIÓN. -




Mi machismo me impedía valorarla. Confieso que no me caía bien. Pero su trayectoria me fue marcando referencias que sabían a distinto. Y pude ver en ella, no a una intrusa, sino a una mujer de pleno derecho.
Nos ha dejado y aún no logro digerirlo, la gran cómica y maestra de ceremonias de la Cultura, la colosal actriz catalana Rosa María Sardà. Mujer. Sí. Luchó siempre sobre los derechos de su condición femenina, y desde su óptica alargada expresó su clara visión sobre este mundo injusto y hasta extraño.
La Sardà significó muchísimas cosas. Empujó y pionerizó. Sacó su tremenda personalidad y nos dejó boquiabiertos. Esta mujer estaba rompiendo todas las barreras imaginables con  su enorme talento.
Prácticamente autodidacta, catalana hasta la médula, y vanguardista, y actual, e imparable, genial, imprevisible, difícil y coherente. Rosa María Sardà ya es una referencia histórica que supera a su hermano Xavier. Ha sido la jefa, la maestra de ceremonias, y con una sensibilidad capaz de captar las emociones humanas como una lima y proyectarlas desde su condición de actriz del medio que fuese.
Versátil, presente, referencial, imprescindible, y maravillosamente feminista. Se ha ido con las botas puestas de luchadora y autoconvencida profundamente de que este mundo no anda bien y que hay que modificar al Poder. Porque todos podemos ser el Poder.
La Sardà no trató de sentar cátedras. Solo quiso y logró ubicarse donde le apetecía. Y le apetecían millones de cosas, porque era vital como un torrente discreto y digno.
Esas miradas ... ¡Menudas miradas de hembra eterna! Aquellas miradas valían un discurso. ¡No! Ser mujer era mucho más que algo secundario o complementario. Rosa nunca tragó ni se replegó. Sin perder su clase y su porte, supo subir y bajar de los sentimientos y nos generó admiración y alegría. Se superó a sí misma y ya no se detuvo jamás.
Recuerdo aquel squetsch televisivo de papel de señorona viendo la tele con su "marido Honorato". Ahí había una joya de mil registros. Había penetrado en el alma humana, y no solo en el de la mujer.
Rosa María, se hizo al monte y ya no bajó de él. Sería todo, menos oveja de rebaño. No renunció a nada y fue por tanto una valiente privilegiada de su presente y de su futuro. Y punto.
La Sardà fue difícil. Porque es bueno pisar con decisión y hacer ruido. Logró dignificar la profesión artística y fue mucho más allá. Fue un referente de la farándula. Se adentró en la influencia social, política y general. Fue la mejor actriz de Cataluña.
Pero, mucho más. Muchísimo más. No fue solo el Puigmal de la excelencia, sino la altura de cualquier ciudad cosmopolita partiendo desde su Barcelona de la cuna.
Comentaban y con razón sobre Rosa, que de haber nacido en Estados Unidos, habría ganado mil galardones a nivel mundial. Porque Rosa fue el mundo de hoy, y no hizo otra cosa que ejercer su crítica. Y después, contar un chiste y hacerte descojonar.
Nos ha dejado una dama necesaria. Y no digamos en estos tiempos del puto virus. Se ha ido una tanqueta femenina y encissadora. Alguien capaz de combinar su fuerte personalidad con la suavidad protectora de una madraza. Se ha ido alguien magno; referencial. Una mujer singular y potente. Y pasarán muchos años para que alguien la pueda ensombrecer.
¡COSA IMPOSIBLE!

miércoles, 10 de junio de 2020

- LA ESPAÑA ENVENENADA -




Junio 2020. Un microbio extraño ha caído sobre todos los españoles. España está condicionada y trata de no pensar demasiado. Porque el virus hizo y sigue haciendo estragos. La tecnología ha sido una birria al lado del coronavirus.
Porque falta sabor social. Falta algo tan básico como la alegría sincera que marca la seguridad sanitaria. No podemos ser felices porque estamos detenidos por una fuerza inesperada y maligna, que nos obliga a desnudarnos y a hacer sobreesfuerzos en el día a día.
Ahora, son todo sensaciones y deseos. Queremos cosas. Las cosas de antes. De cuando no pasaba nada y podíamos movernos sin riesgos sobre los pueblos y ciudades.
España está triste. Primero fuimos confinados para poder salvar el pellejo de la vida, y ahora debemos llevar la mascarilla incómoda y marcarnos una distancia de dos metros entre nosotros. ¡Insólito! ...
No éramos tan impermeables. Preferíamos pensar en la alegría y en la libertad. Ni un escritor ingenioso de ciencia ficción, podría describir o augurar lo que nos ha sucedido. Una cosa de Wuhan que llega a todos los patrios rincones hispanos. Y de todo el mundo ...
La Economía tuvo que parar las máquinas. Ahora, el tren vuelve a ir arrancando suave, pero irremediablemente. El Sistema no aguantaba más y nuestro modo de vivir, tampoco. Y todo entre paréntesis por si hay rebrote epidémico. Todo con pinzas trémulas hasta que aparezcan fármacos eficaces que culminen con la vacuna de la tranquilidad.
El virus ha hecho saltar todo por los aires. La gente pobre que vivía en la semiexclusión, ha debido de ser protegida por el Estado para poder comer todos los días. Los pequeños comercios se han visto y se ven afectados por las medidas de seguridad. Quieren ir abriendo ya, y lo merecen. Pero el puto virus es al fin el que decide todas las situaciones.
El patógeno, ha puesto al país patas arriba. Se ha visto la verdad social. Los adinerados conviven bien con el riesgo, y los pobres están acusando lo peor. Como en toda situación límite, suelen perecer o sucumbir los más vulnerables.
Este veneno era demasiado rápido, inesperado y contagioso. Inicialmente, imparable. La primera línea sanitaria quedó desbordada, y los hospitales acusaron la masividad.
En las residencias de mayores ha habido estragos. Los abuelos han muerto de forma peliagudamente masiva. Las residencias eran una gran asignatura pendiente. Lo podíamos comprobar muchísimo antes del coronavirus. Gente muy mayor, muy sola, muy desasistida; muy normalizada su precariedad.
Por tanto, en las residencias el letal virus se sintió a sus anchas e hizo de las suyas. Porque en estas situaciones solo los fuertes y los privilegiados pueden defenderse. Una residencia de ancianos es un lugar que no nos importa demasiado y que sirve de comodín para nuestras tareas cotidianas. La gente apenas les visita. Pero cuando llega esta barbarie patógena que los derrota, entonces percibimos que son de nuestra familia y les lloramos desconsoladamente su ausencia.
Además de escudo social, en el Parlamento hay andanadas verbales de la oposición hacia el Gobierno, y se les acusa de cosas que desconocen incluso los que saben, que son los científicos epidemiólogos. La cosa, son los votos.
Mientras tanto, el fútbol volverá esta semana. La función social de Messi, Zidane o Manolo Lama, será entretener entre la tristeza. Y los partidos televisados darán un respiro dinérico al gran negocio y opio nacional. ¡Benditas terrazas! ...
El tema vacaciones, está en espera temida. La gente sabe, que vaya donde vaya y visite lo que visite, deberá llevar su kit de mascarillas y gel desinfectante. Y eso desanima bastante. Que es lo que hay tras una desolación: el desánimo social. Y ahí se ponen a prueba todos nuestros recursos.
¡PACIENCIA!

domingo, 7 de junio de 2020

- DONALD TRUMP -




Escribir acerca del Emperador icónico de la actualidad y del pionerismo de la modernidad, y desde una colonia estadounidense como es mi país, como que acojona un tanto. Es como desafiar a un gran desafiador.
Trump es por encima de todo, un empresario que va de sobrado. Y que aún no ha sido capaz de diferenciar el aglutinamiento de lo institucional, de su filosofía particular de empresario sin rivales.
El otro día, algunos días después de que un bestia asfixiara al negro George Floyd, llegué a pensar que la gente se iba a la Casa Blanca a por él. Y el mundo se estremeció por unos instantes. Porque todos somos en el mundo una copia de la gran referencia del país de las barras y estrellas.
Trump parece un sheriff duro del Far West. Vive en su mundo. Aparece como simplón  en sus planteamientos. América deberá ser "first". Y los malos serán los chinos, o los rusos, o los europeos que reprueben sus cosas.
En Estados Unidos hay una gran lógica de la fuerza y de la realidad. Los votantes,-que pronto lo harán nuevamente-, eligieron a un tipo con dinero. Los blancos porque les suena a suyo, y los demás porque siempre es más tentador votar a un millonetis que a un paria.
El Poder. Eso es peor que cualquier virus, porque marea y te lleva a un río que casi nunca tiene fin ni desemboca en el mar cuando acaba la película. Donald Trump representa al tradicionalista ganador que no quiere tocahuevos molestos a su lado. Y su bandera es su pose de seguridad y de aplomo. Va de Supermán, del que gana, del que manda y sabe mandar, de que es más americano que nadie, y religioso, y el que limpia la vía de gritones y se va a una Iglesia y saca la Biblia. Trump es la tradición. El "yankeísmo". El pasado eterno. El invencible. El blanco. El John Wayne del cine. El que tiene a su lado a una mujer de campanillas, al que lo de menos sea que solo tiene estudios de bachiller, el que se siente perfecto, el que no aguanta al periodismo porque también es Poder, el que se alía con las armas de los militares y de los policías del rifle; el que dice ser de la Ley y el Orden. El que cree que va a lograr que las cosas se mantengan y que nadie cambie a su país.
Donald Trump no es que sea mediático o que domine las cámaras o el Twiter. No. Lo que sucede es que no ve ningún peligro ahí, y sabe que todo puede ser show o plataforma de proyección personal.
Trump hace payasadas como mofarse de discapacitados, decir que toma lejía contra el coronavirus, censurar a la propia OMS, o decir que son todos un atajo de comunistas que solo pretenden competirle y vencerle.
Pero,¡no! Donald pasará a la Historia de los Presidentes más recordados de los Estados Unidos. Y no solo por ultraconservador, sino porque sus efectismos parecen realmente surrealistas. Hace exactamente y sin pudor, lo que le da la gana. Con su cabello rojizo y sin el más mínimo de los complejos.
Pienso en Reagan. Muy duro con sus políticas neoliberales. Pero no era ésto. Había aprendido la lección del conjunto o de lo global, le gustara más o le gustara menos. Como Bush.
Trump ha abierto la espita del desafío total. De la pernada en el Capitolio, de ir mucho más allá de la Estatua de la Libertad. No ha sido capaz de percibir con brutal miopía, la necesidad de la contención.
Ahora, pronto, en breve, Trump se someterá a unas nuevas Elecciones. Dicen que perderá ante Biden. Pronto se irá sabiendo. Pero no creo que le afecte si pierde. Porque esa palabra no le cabe al hijo de emigrantes europeos. Esa palabra perder, ha de ser y será de cobardes. Si no gana, dirá cualquier cosa y a sus empresas, y a seguir ganando dinero, y a disfrutar al máximo de la vida.
Sí. Será difícil olvidar las cosas de Trump. Porque hay líneas rojas impasables. Aunque él nunca crea en ellas.
¡GENIO Y FIGURA!

jueves, 4 de junio de 2020

- DUDAS Y BÚSQUEDAS EN ELSA -




Tiene la voz bonita. Es más que agradable escuchar su tono educado. Gusta y seduce. Y a veces, hablamos.
Me confía que fue maltratada física y de la otra manera, de pequeña. Y por sus propios padres. No les ha perdonado. Y seguramente, nunca lo hará. Afirma tener sesenta años y una hija. Y muchos fracasos con los hombres.
- "¿Eres selectiva con nosotros, Elsa? ..."
- "No. No creas. Lo que pasa es que tengo mi modo de ser. Puedo ser muy dulce, pero cuando se superan ciertas líneas rojas, entonces ya no hay más oportunidades, y entonces ..."
Elsa, verbaliza. Y mucho. Habla y habla. Hace unas aes muy femeninas y atractivas. Y, parece ecléctica. Y se ha movido y se mueve por la Castilla interior, pero vivió en Barcelona y en Portugal, y hasta fala el idioma luso. Pero lo de Elsa es el misterio de las heridas que jamás son capaces de desaparecer del todo.
-"¿Eres atea, Elsa? ..."
- "Sí. ¿Cómo lo has adivinado? Je,je,je ...
- "No sé. Será por tu misterio de mujer ..."
Yo no sé si Elsa es o no atea. Hay muchas formas de religiosidad y entonces la voz bonita empieza a preguntarme por el origen del Todo. 
- "¿Te refieres a cómo se hizo la vida, Elsa? ..."
- "Claro. Porque ..."
- "No tengo ni idea. Yo soy de Darwin y ..."
- "Pero alguien debió hacer ésto. Porque sé que hay inteligencias y ..."
Ya salió. La "energía". A Elsa le gustan estas cosas que enmascaran su porqué filosófico. Por eso está ansiosa por conocerlo todo. Yo creo que todavía no ha superado los porqués malos de su infancia y de su juventud, en la que me dice que su ex se lo dio todo lo material pero nada de lo otro. Necesita respuestas y porqués. No es curiosidad, sino necesidad.
Como cuando no puede evitar el pensar en que ésto del virus ha sido una estrategia consensuada para hacer la escabechina de abuelos improductivos.
Pero lo más fascinante de Elsa, es cuando hace alusión a la muerte, y parece recrearse en sus más sutiles detalles. Y me dice que ella no la teme, y que hay indios que son capaces de decidir y con serenidad el momento exacto de su fallecer, y yo casi que me contengo para no decirla que no sea escabrosa.
- "¿Sabes? Me pasó durante mucha parte de mi vida que yo no me creía ser guapa. Y cuando me lo decían, yo pensaba que se estaban burlando de mí ..."
- "Ya ..."
- "Ahora ya puedo entender que gusto a los hombres. Antes, nunca ..."
- "Comprendo, Elsa ..."
Quedamos en hablar una hora. Pero cuando llevábamos hora y tres cuartos, debí ser yo el que propuso dejar la charla para otro día. Verbalizando, a Elsa parecería írsele un poco la noción del tiempo. Y le gusta, gustar. Ser escuchada. A Elsa le encanta un oído ajeno y tratar de recuperar su tremendo tiempo perdido, en donde llegó a ser una marioneta de los suyos y de los otros.
Y queda con su mejor amiga todos los días del año, y se marchan a hacer un rato de senderismo por sus cercanas montañas de la comarca de El Bierzo. Y cuando llega el finde, puede estar mil horas de caminata por sus parajes envidiables, y quemando felizmente las energías que la ponen bien estética. Caminar, forma parte de su tiempo y de su vida.
-Y SEGUIR BUSCANDO SEGURIDADES-

martes, 2 de junio de 2020

- MINNEAPOLIS: ¡OH,NO! -




Una rodilla. Una autoridad. Una placa policial. Un vídeo. Un policía aprieta con la inicial articulación sobre el cuello de un hombre negro y durante varios minutos. Le asfixia ...
El policía es blanco, y la víctima nuevamente negra. Estados Unidos. 2020. Porque esto es 2020 y siguen los estigmas. Sí. Los negros africanos esclavos fueron una gran mano de obra para la fuerza económica de los blancos que llegaron al Continente indio. Porque América, era india ...
La mayor potencia mediática y militar del Globo, suena estos días a pintoresco país menor. Al negro siguen sin mirarle bien en el país de las barras y las estrellas. El odio racial sigue ahí. Y el Poder en manos de la raza blanca, también.
Yo, no creo en las razas. Hablo de ellas para hacerme entender. Pero en la única raza por la que yo pongo mis cinco sentidos, es en la raza humana.
El mundo, somos todos. Pero en aquel lugar enorme del Hemisferio Norte que está debajo de Canadá, las cosas no se entienden así. Del mismo modo que está la Asociación Nacional del Rifle, o que los Presidentes juran sobre la Biblia, o que la medicina es de pago, también es una sociedad moderna, sensible y avanzada.
La Seguridad es una obsesión. Y el negro se considera un grandote intruso en sus cosas. Ya pasó con Barack Obama, del que incluso se llegó a decir que no había nacido como todos allí, y que era de no sé dónde.
Las cárceles y grandes conflictos de la sociedad yankee están preñados de protagonistas de oscura piel. El clasismo y el neoliberalismo imponen sus criterios. "El negro, es otra cosa. El negro no vale, es inferior, es de la música y de los saltos, no ofrece credibilidad, no nació para dirigir empresas. Es un foráneo. Es un africano que vino aquí porque el blanco le hizo venir para la mano de obra. Ni Michael Jakson o Denzell Washington, ni nada. Ni Beyoncé ..."
¡No! En Estados Unidos no son los negros los chicos de la verdad de la película. Hay mucha gente convencida de que el negro traerá problemas, será extraño y díscolo, incomprensible, heterodoxo, inferior y hasta una rémora. El Estados Unidos rancio del blanco y negro, sigue intacto. No parece pasar el tiempo para esta discriminación histórica y terrible.
Para muchas mentes, nada ha evolucionado. Ni Martin Luther King, ni nadie. Nada de autoridad. Solo se tolerará al sumiso. En Minneapolis y en un vídeo viral, se vieron muchísimos segundos de frialdad y de falta de empatía. Ahí no te puedes fiar de nadie. Si eres negro, ve a la iglesia y reza. George Floyd no lo puede contar ya. Y aunque hayan echado a su asesino Derek Chauvin, la cosa sigue siendo de preocupar.
Las cosas se solventan solo cuando se cree en ellas. No valen los buenismos de los hipócritas. Un hombre o una mujer negros, son exactamente lo mismo que un hombre y una mujer blancos. Pero, no se cree. No se puede creer. Hay demasiado recelo. El negro es el pobre, y eso incomoda a un Estado poco social. Estados Unidos parece más cómodo en un sitio o paradigma en donde casi solo hablan los blancos. Cuando esto no es así, entonces las cosas comienzan a tensarse dentro de la gran violencia estructural de la Nación.
Los negros, claman justicia. Están muy calientes. Incendian empresas y arrean a quien tiene por delante. Siguen notándose desamparados y sin protección. Llevan días así. Tienen muy poca esperanza y lanzan al viento sus puños de ira. El reconocimiento de los negros en Estados Unidos es una de las grandes asignaturas pendientes en el País del Tío Sam. Algo sigue fallando ahí afuera y adentro de las miradas.
¡TOMEN CONCIENCIA!