martes, 27 de octubre de 2015

- NO -



En la tarde acortada del octubre de mi hoy, me vino la nostalgia de un tiempo que ya no existe. Y entonces imaginé vacíos, ausencias, desilusiones y demasiado silencio.
Era aquel un tiempo desnudo y cruel, tirano y sin alicientes. Un período de mi vida terrible y excesivo, canallón y doloroso. Y hoy parecía haberme metido nuevamente en el interior de esa cueva impasable que es el no a las ilusiones y a los sucederes que seguirán viniendo.
No. No es el cambio de la hora, no es el pasado, no es la sombra, y ni siquiera el yo que nunca más seré. Jamás. Solo hay un cansancio y un detenerme en el camino de mi vida, y un repaso y una reflexión personal.
El pasado ataca amenazante pero ya no tiene munición ni puntería. Es un pasado romo que se hizo añicos a base de tenacidad y trabajo.
Sé que mi camino se sigue construyendo porque soy tenaz como una roca y porque mi vida se va a hacer con más ilusión que este pequeño descanso en el camino. Ahora ya nunca nada se para. Hace tiempo que yo me hallé a mí mismo y me van estos retos. Y combato esa nostalgia con la curiosidad de un explorador sempiterno.
No. No es el octubre ni la luz. Solo soy yo. Y ese yo va a seguir explorando y perfeccionando su horizonte, y haciendo una solidez y una continuidad. Y mañana llevaré a mi madre al médico a ver cómo le va la recuperación del constipado que la aqueja, y dentro de un rato me iré a un concierto de música, y seguiré aprendiendo en las próximas fechas el canto coral de la Asociación de la que formo parte, y seguiré y seguiré siempre caminando y buscando bifurcaciones en los caminos que me lleven a las aldeas de la sorpresa.
Y lograré seguir aprendiendo constantemente y descubriré mil cosas nuevas que otrora me pasaron desapercibidas, y alcanzaré muchas de mis metas con final real.
Nada será como antes. Aparecerán caras nuevas en mi vida, y mi mirada será más mía y estable, y la vida volverá a brotar a borbotones comme il faut, y lloverá, y hará viento, y saldrá el sol. Desaparecerá la borrasca, y vendrán más anticiclones y más deseos y conquistas camino de mi libre y plena realización como persona.
Y seguiré creciendo, y aprendiendo nuevamente, y domando adecuadamente mis dolores y mis desacuerdos. Me seguiré haciendo al camino y a la vida, y volveré a relajarme y a sentirme la sonrisa en la vida y el ánimo en el corazón.
Es lo más apasionante que me pasará. Que lo más duro, ya pasó. Y mi individualidad estará robusta y preparada, necesaria y oportuna, consecuente y abierta.
Mi buen propósito dejará paso abierto y franco a las concreciones, y cederán las verborreas inanes y de orla.
Me pondré tranquilo y me saldrá el humor y la chispa. Y nunca jamás dejaré de escribir mis sentimientos en un papel. Nunca me guardaré nada de lo que crea, y lanzaré al aire de mi verdad todo mi sentir.
¡Adiós, otro tiempo! Adiós y hasta siempre. Ya no eres yo, ya no formas parte de mí, no me tienes esclavo sino siempre rebelde y renovado. No tienes nada que hacer. Porque me he labrado y seguiré laborando el músculo de mi futuro con la decisión valiente de un soldado definitivo y valeroso. ¡Ciao, atrás! ...
-HASTA NUNCA-

miércoles, 21 de octubre de 2015

- DESBOCADA PASIÓN -



Superior. Arrebatadora y deseosa. Ganadora e imbatible. Pasión sin control desde el deseo nata. Pasión que golpea de bienestar a los amantes atrapados desde el influjo de su enigma cómplice y compartido. Sangre a dos.
Lluvia de amor y sudor frente a unas hierbas salvajes en el campo. Salpica el fluír desbocado en medio de un escenario que nunca va a importar y que será inaudito e irreductible. Siempre magno.
Y ahí, entre el fuego pasional, vibra la vida caprichosa y liberada de todo el tabú por otros censurado. Ahí está el avive, la fluidez, el vívere, el incadescente magma de volcán que quema para bien y que convierte el rojo en azul cielo y el verde en vida desnuda y copulada. Unida y férrea.
Calor. Un calor especial y dual, apartado y feroz, libertino y selectivo, especial e irreproducible, a mil formas, y telas, y texturas, y sexualidades, y complementos, y rosas y colores de amor apasionado y consentido. Golfos felices de sentimiento compartido. Cabos heterodoxos de placer, y playas casi predestinadas a vaciarse de gente y potenciarse de intimidad al aire y al gusto.
Sabores, gemidos y acústica que nace de todos los poros y orificios, de todos los gestos sensuales que hacen del rey amor una libertad, un universo propio y un reloj alternativo. Sentimientos sin reparos, agitados, demostraciones a la luna de la verdad y de la postura.
Cama de amor y sillón plurifuncional. Libro tolerado para casi todos los públicos adultos y con derechos. Piernas depiladas, tatoos en donde se sabe que agrada, concesión y femineidad, ausencia de edad, atmósfera que cohabita con el mundo de lo racional con altanería, potencia de pólvora y orgullo.
Atletismo en el lecho en donde el amor es un líquido que rebosa todas las conveniencias y abre todo el apasionante mundo del exceso. Vino de boca y lengua compartida, danza en velos resistentes y siempre soñados, arrebatos de amor y sorpresas, de irracionalidad y vagina, de miembro natural que sabe que nació para descubrir mundos ajenos y llevar el gusto hasta la iteración muchísimo más que aceptada.
Medias que cayeron y se paladean, hilos y tirantes de todos los colores que se despegan del cuerpo y vuelvan al olvido del suelo y de la indiferencia mentirosa como un maniquí. Todo sobra. Gana el desnudo y la piel, y como se es, y el vestido se torna incómodo e inoportuno, absurdo y menoscabador, ingenioso desde las aperturas estratégicas y hasta oportunísimo para jugar con él a todo lo contrario de lo que fue pensado e ideado.
Pensar la pasión es como saltar de planeta en planeta o como imaginar que el sexo no existe, o como creer que el deseo lo inventó un tipo llamado Lucifer y nunca una dama de akelarre llamada libertad.
La desbocada pasión se dicta y se hace consensuada y siempre inesperadamente. Pensado y hecho. Aquí te pillo y aquí te entrego. Aquí me doy y allá me haces. Y acepto tus entradas y locuras, tus recovecos y pliegues, tus arrugas inexistentes, tu verdad ensalivada y vomitada en cada centímetro de la geografía de tu físico, y cuando sencillamente nos llega la pulsión y nada puede existir.
En medio de la gran tormenta pasional se masca la curiosidad y el vigor de un pájaro saltarín y amarillo, y el mar admira a los amantes con la calma de su viento detenido para no molestar. Pero el hipotético temporal nunca existe. Porque es un estruendo de magia y deseos colmados que se debate entre la felicidad y el apasionamiento derramado y grato.
-FUERZAS MUTUAS E IMPARABLES-

domingo, 18 de octubre de 2015

- LA TÍA MARUJA -



Todos los domingos. Los domingos por la tarde. Allá a las cuatro. Mi madre decidía su tiempo y el tiempo de ocio de sus hijos. De mi hermano y de mí. Y ese momento coincidía con la marcha a pie a casa de la prima de mi madre. Sí. De la tía Maruja.
Algo había que hacer. Mi madre tenía dos niños sin socializar ni juntar con los demás niños de su edad. Y mi padre se despreocupaba, dormía la siesta, y luego se marchaba al bar de la esquina en el cual permanecía hasta la hora de la cena.
Allá que íbamos los tres caminando. Nunca hubo coche en casa. Y como nos gustaba a todos andar, así nos ahorrábamos el billete del autobús de la ida.
Desde mi casa alcanzábamos el antiguo hospital "La Fe", y continuábamos buscando el vetusto y abandonado Camino de Moncada hasta girar hacia la izquierda y hallar por entonces las afueras de la ciudad de Valencia en plena y autóctona huerta. Por ahí acababa el exterior de mi ciudad y aparecían los bloques de viviendas todavía no contiguos. En uno de esos bloques estaba la casa de la Tía Maruja y de su marido sevillano el tío Juanito y nuestra prima María Amparo ya casi una adolescente presumida y hasta previsible. España estaba cambiando a pesar de la pared del vetusto franquismo. Empezaban a aparecer los primeros coches, y en muchas casas ya estaba la televisión del blanco y negro. ¡El cine en casa! ...
Le dábamos todos un beso a mi tía Maruja. Mi tío Juanito andaba con la siesta, y María Amparo váyase a saber lo que estaría haciendo en su cuarto.
Sus otros hermanos, Juan Miguel y José María ya eran los dos unos jovenzuelos y habían partido camino de la doscoteca con sus pandillas de amigos. Rara vez estaban.
Mientras mi madre charlaba todo el tiempo y en valenciano con la tía Maruja, nosotros nos entreteníamos viendo la televisión. Y cuando iba a empezar el mítico programa "El hombre y la Tierra" del doctor y naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, aparecía mi tío Juanito y se sentaba con nosotros en su silla del comedor para ver el programa. Después, cuando le parecía bien, se bajaba al bar para estar con sus amigos.
Recuerdo aquellos pasajes casi fugaces de mi infancia como significativos y estimulantes. Viendo la tele se distraía uno. Pero yo no podía siendo niño valorar las tremendas carencias y angustias de mi madre a la hora de contentar a sus hijos. ¡Menos mal que estaba la tía Maruja que nos acogía con cariño, humanidad y campechanía! Y además veíamos en la tele los dibujos animados  y hasta los partidos de fútbol de la Liga. No estaba nada mal ...
No todos los partidos, porque a la hora del fútbol aparecía de nuevo mi prima María Amparo, cambiaba de canal y ponía un programa de música que a ella le gustaba mucho. ¡Ya nos había fastidiado un poco la guinda del pastel! ...
Las nueve. De la noche. Vuelta a casa. Esta vez en el autobús línea 27 que iba desde la Ciudad del Artista Fallero hasta la Carretera Real de Madrid. Descendíamos en la parada que había en la Plaza de Santa Úrsula al lado de las Torres de Quart. Y desde ahí, a casa. Por lo menos nos habíamos distraído un poco.
Un día la cara de mi madre palideció. Alguien le dijo que la tía Maruja había fallecido a sus escasos cincuenta y pocos años, a causa de una cosa del corazón. A mi madre le supo mal porque la quería a mares y porque se quedaba sin opciones de ocio para el domingo de sus hijos.
¿QUÉ HARÍA AHORA? ...

lunes, 12 de octubre de 2015

- RENACER A LOS CINCUENTA -



Casi de repente, no es posible. Se hace poco a poco y ante el estupor de los demás. Me ocurre. Aparecen unas situaciones nuevas y hay que tener la habilidad social de saber sortear. Nuevo. Todo es nuevo y alegre. Siempre, alegre.
Me pasa a mí. Aunque no lo parezca, estoy empezando realmente a vivir. Y observo unas dificultades que han de estar en el guión si se fue la lógica del atrás. Autogestionarse casi de repente, paulatina y firmemente, es todo menos sencillo. Y a la vez, más que necesario.
Renacer a mi edad parece una osadía y un logro a aplaudir. Cambiar gran parte de mis esquemas, porque precisamente crezco y renazco. Salgo a la superficie, y releo y hasta retomo el tiempo actual. El atrás parece el gran hándicap. ¿Cómo explicar el atrás?, ¿cómo hacerte creíble y aceptado sin peros? ... Me temo que eso es más que imposible. La única llave es la autoconvicción. El yo buscado y auténtico. Lo que los demás hagan o piensen, debe ser paulatinamente visto como algo menor y hasta indiferente.
A mi edad es muy difícil conectar. Lo asumo. Lo veo en las charlas y en las sorpresas con las otras gentes de mi edad. Ell@s están de vuelta y yo tomando mis primeros autobuses de la ida. Es realmente complejo y hasta hilarante. Casi todo es desencuentro. Absolutamente, con todo. Las preguntas que no te van a hacer, son realmente el gran obstáculo. ¿Quién será el tío éste? ...
La sonrisa convencida es la mejor de las tácticas. Seguramente no sabrán ni entenderán apenas nada de mi vida de atrás, pero he de saber asumir absolutamente esa incomprensión.
Caminar siempre hacia adelante. Reivindicarse y hasta ser un poco más egoísta. No tener pudor ni complejos. Solo quiero que mi adultez progresiva provoque buen rollo entre quienes me rodean. Y no renunciar a mis hobbies y aficiones. Disfrutar de cada momento, de cada trino de los pájaros, asumir las renuncias y lo que ya no podrá ser, ser tenaz y combativo desde mis más profundas convicciones, y saber parar cuando algún insolente miope me malcomprenda.
Sonreír siempre. Y, de verdad. No suele fallar. Me encanta lanzar y lanzarme una mirada de sonrisa y hasta de autoestima. Sé que mis conocidos actuales acabarán siendo verdaderos amigos. Estoy más que absolutamente convencido. Mi peor enemigo es la ansiedad. Si me tomo las cosas con más calma, lograré recoger mis frutos deseados.
¿El amor? ¡Oh, magia! ¿Encontrar a una señora para querer y ser querido? ¡Oh! No hay nunca nada que planificar. El amor nunca se planificará. Porque es una energía que está por encima de mi y de ella. El amor sorprenderá si ha de sorprender, y entonces ella me hará tan extremadamente feliz como yo a ella.
Tengo cincuenta y cinco años. Y, muchas cosas que aportar. Me considero un hombre joven y divertido. Ocurrente y de buen fondo. Calvo, con gafas, simpaticote y hasta apasionado. Siempre crecedor y progresivo, camino de mí mismo.
Nada de utopías. Todo es posible en mi vida. Me quedan algunas décadas en este peregrinar mío y heterodoxo por el sendero vital. Al final de mi tsunami personal, tuve suerte. Creo que el azar siempre influye. Y que ahora mi camino hacia el jubileo se definirá con éxito y con el bienestar que antes no estuvo.
Creo en mi sonrisa, y en mi paso, y en mi mirada, y en mi singularidad, y en mi heterodoxia, y en mi risa y en mi llanto. Me importa un pito mi edad.
-ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO MI DESNUDO-

miércoles, 7 de octubre de 2015

- EL GAZPACHO -



Alto, ancho de espaldas y cuerpo de soldado. Gafas de cristal grueso y una realidad marcada por el mal fario. Raro y brutote al hablar.
- "¡Yo os haré gazpacho manchego!" ...
Su nombre es Jorge y nació por entre los mágicos pueblicos que acaban llevando a Cuenca, ciudad tesoro de encanto y de parajes más que destacados.
Nos engañó, porque le obviamos a gente como a él. Nos pasan desapercibidos porque tenemos demasiada prisa en la sensibilidad y en la fijeza.
- "!Ah, vale, pues perfecto, Jorge! Este domingo comeremos gazpacho hecho por ti", le contestamos...
No solemos querer a gente como Jorge. No queremos más problemas que los que surgen desde ese individualismo asocial y de supervivencia que es nuestra vida cotidiana.
Jorge estaba serio, extraño, como distraído, nerviosote, impaciente ...
Una amiga centroamericana me abrió los ojos y me dijo que le daba la sensación de que este muchachote no estaba al cien por cien bien de ahí arriba.
Comuniqué las impresiones con celeridad a los comensales. Tuvimos mucha paciencia caritativa con él. Le pusimos complicidad para salir del paso. Jorge estaba tan bloqueado que no acertaba siquiera a hacer el fuego, ni a cortar los cachitos de la carne, ni a dejar de ponerle exceso incorrecto a un producto delicado. Hasta amenazó en rabieta, asegurando que o nos callábamos, o se iba a su casa. La comida fue una anécdota mal cocinada e infantil, y todos menos yo pusimos excusas para no probar bocado. Había demasiado riesgo contagioso.
Acabado el acto, hablé con él. En efecto, hay una deficiencia en Jorge. Pero en su característica hay igualmente verborrea y lucidez. Y entonces se le abrió la confianza y me contó que había querido ser militar y que no había podido ser. Y luego, policía y tampoco. Y eso era su pasión. Acabó de agente de seguridad veinte años, custodiando superficies comerciales. Pero a él le gustaba la milicia y los coches de la policía con sus sirenas. Mas no pudo ser.
Un pariente le enchufó y pudo ser seguridad comercial. Sin armas de fuego. Y en su plena actividad  bastante insatisfecha para él, alguien le puso una pistola en la cabeza y un fusil en la espalda. Había ola de atracos en los polígonos industriales. Se le sumaron dos atracos más en setenta y dos horas. Jorge, se derrumbó del todo.
Le dieron año y medio para curarse, y después le despidieron tirándole definitivamente a la incapacidad permanente y a ser pensionista de por vida.
- "¿A que os ha gustado mi gazpacho? " ...
- "Sí, Jorge", todos al unísono ...
Cuando se levanta por las mañanas no tiene nada claro el qué hacer y cómo distribuír todo el tiempazo libre que tiene. Igual se vuelve a dormir, que hace senderismo por inercia, o que come entre horas. No quise preguntarle por su familia o por sus amigos. Me supo mal. Entre toda la sociedad y yo el primero, le hemos convertido en un olvidado con piernas.
-TE QUIERO, JORGE-

domingo, 4 de octubre de 2015

- POR FIN, ANDREA. -



Me hechizó y sorprendió toda tu vitalidad. Porque ya no eras precisamente una niña, pero no se notaba, Andrea. Eras y eres torbellino y exceso, descaro y audacia, sorpresa y también menoridad.
Yo llegué a creer en tí y en tus cosas. Creía en tu entusiasmo y en tu capacidad de reír más que nadie y demostrar el empaque de tu mundo vivido.
Sí, Andrea. La verdad es que al principio engañas mucho, y bamboleas de un lado a otro femenina y pícaramente tu melena de profundo color oscuro. Y sacas los tirantes y los tatoos cuando haga falta y en toda estación del año, y sabes sacarle ventaja a tu antigua belleza y gracia de mujer.
Entonces, ¿por qué no lograba conectar contigo?, ¿por qué me entraban unas tremendas dudas cada vez que concluía tu fiesta y tus ruídos musicales y bullangueros del tiempo repetido de tu ocio?, ¿por qué si eras tan mágica sentía la falsedad en medio de las ilusiones? ...
Pronto, no hallé la respuesta. Tú representabas el mundo distinto que yo nunca anhelaba pero que me servía para distraerme y para que pasasen más rápidas las agujas del reloj.
Me costó conocerte, Andrea. Fui miope, sorderas y hasta pelín masoca. Porque estaba claro que me mentías con tu rechazo. Pero, no a mí. Tú rechazabas mucho más que a las cosas puntuales y fugaces, festeras o de diferencia.
Empezamos a alejarnos en afecto no por el hecho de que nuestros gustos fueran diametralmente opuestos o porque a uno le gustase el verde y a la otra el azul. No, Andrea. No era éso ...
Era algo mucho más potente, veterana y juvenil Andrea. No era que no hubiese comunicación suficiente y todas esas concesiones necesarias. ¡Nada de eso! Lo que fui descubriendo con el paso del tiempo es que te repateaba que te llevasen la contraria, que tú eres una vanidosa impenitente que quería ser el centro de todas las atenciones y también el real bastón de mando, Andrea.
Sorda, vulgar, ventajista, profundamente egoísta, maniática, sin capacidad para ponerte en el lugar del otro, y amante de los pelotas y de los corifeos de victimistas y arribistas como tú.
Por eso no puedo quererte, Andrea. Porque te domina la soberbia, y porque descalificas y sambeniteas a los que te plantan cara con su libertad y te dicen las cosas que no te gusta oír, a la cara.
¿Quienes somos los demás para retar a la reina del mambo?, ¿cómo puede ser posible que unos seres menores te puedan poner las peras al cuarto?, ¿no es eso osadía  inaceptable? ...
Por eso te digo que ciao, Andrea. Que, te aguante quien lo desee pero nunca, yo. Me has decepcionado como persona. No eres de fiar, aparte de soez, vulgar, machista sin saberlo, zafia y autoembustera. Me voy porque me hacías sentirme irreal y desconcertado.
Eres una perdonavidas; alguien que no avanza, que busca amigas pelotilleras que no lo son. Porque si lo fuesen, Andrea, entonces te aconsejarían que dejases de una maldita vez tu tiempo de diva ridi y que descendieras de tu olimpo absurdo.
Solo eres alguien como los demás, y no lo sabes, Andrea. Por eso me gustaría que un día lograses tomar contacto con la tierra real.
-Y ESE DÍA VOLVERÉ -