Cuando a Messi le pasa algo, en Barcelona y en Argentina surge la inquietud. No es un futbolista más. Es, el determinante, el inimitable, el imprescindible, y el mejor. Todo parece sismizarse o cojear, cuando a Leo le entran los problemas. Unos problemas, que en los últimos meses han sido demasiados. Raro está el pibe ...
Leo es ahora una lesionada caricatura de sí mismo. Su cara es todo un diagnóstico, y sus movimientos toda su verdad expresiva. Es decir: que parece triste, y no logra cabalgar como un rayo con el balón sin romperse muscularmente.
"Dios", anda preocupado. Parece que no hay manera de que un preparador físico le tome la temperatura y lo ponga como una rosa. Y eso tiene que joder en un as con dinero a espuertas.
Leo Messi se ha pasado físicamente de rosca. Ha estado muchos años jugando a toda la intensidad y con una ambición desmedida en busca y logro de récords y alardes, y ahora lo está pagando. Su físico no es el de un atleta,-como Cristiano Ronaldo-, y ese hándicap siempre irá con él. Salvo que decida cuidarse y sonreír de nuevo.
Messi es en la cancha lo más grande que le ha pasado al fútbol desde que Maradona se retiró, pero tiene un carácter retraído e introvertido. No expresa. Al menos, en público.
Atado a esa jaula de oro que es su pasión y su atmósfera elevada, Messi trata de alejarse lo más posible del gentío y de su bullicio. Se refugia entre los suyos, y vive su mundo interior agazapado bajo un potente y discutible blindaje.
Leo es especial. Es más que un jugador de fútbol. Es, el fútbol en su dimensión creativa y sentenciadora. Es, el más grande. Un ídolo. El rey del tango y del mambo. Y su impacto nos llega con esoterismos y entre mil teorías de sesudos filósofos del deporte.
Si Messi está triste, el fútbol también ha de estarlo. Y hay mucha gente que especula acerca de si no entrena bien, o de si su vida personal es desordenada,o si está desmotivado, o si se reserva para Brazil 2014, o incluso algunos tiran la piedra de que está acabado. ¡Manda huevos! ...
Mi impresión es que la cosa no es para tanto. Messi es joven y genial, y hasta ahora su cabeza no le ha pinzado como sí a otros. Messi sigue digno y nunca da estrépito. Desconozco si es inteligente en su vida personal, pero me extrañaría que no lo fuera. Seguro que es tan listo o más que con el balón.
Da morbo hablar de los males de Messi porque la idea de hacer leña al gran triunfador, es muy de aquí y de todas las envidias. Siempre se habla de Messi para loar su talento y su magia irresistible, o para señalar lo listo y oportuno que es con sus driblings y sus goles casi increíbles.
Dentro de un tiempo, nadie hablará de Messi para decir cosas feas de él. Su juventud es su aliada, y su balón una cosa que imanta su pie izquierdo. Messi, volverá. Y volverá a asombrarnos, a dejarnos sin palabras, a sedarnos, a dejarnos con la boca abierta, y para hacernos sonreír con sus diabluras a quienes nos gusta mucho ese opio social llamado fútbol. Y cuando el hijo deportivo de Maradona regrese, los estratos del subsuelo se pararán, y los rompemitos se irán a la cola del paro.
A Messi le pierde su timidez. Si yo fuese él,-ya lo quisiera-, daba dos o tres ruedas de prensa y algunos paseos por las teles y las radios, y se acababa toda la especulación.
Yo respeto a Leonel. Él, es así. Y de la misma manera que me hace pasar momentos gratos y mágicos cuando le veo sin lesiones, decido dejarle estar y que él gestione su futuro. Un futuro, que pronto dará los frutos de su calidad sin igual. Yo, no lo dudo. Creo en Messi.
¡ADELANTE, CHAVAL!
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