23:47
jose vicente ortí
Mucho antes de este consenso que nos lleva al cariño actual que le tenemos a Andrés Iniesta, hubo en nuestro fútbol español de los setenta y ochenta, un precedente de cariño especial.
¡¡ QUINI !! Uno de los ídolos de mi juventud, acaba de fallecer a los sesenta y ocho años por un tema fulminante de corazón. Lo del "brujo" Quini habría de ser siempre de corazón.
Yo, que soy de Valencia, quería al gran "Quini". Porque era modesto, luchador de coraje, extraordinario delantero y jugador de fútbol, y nunca tenía una mala patada o un mal gesto.
Empezó a destacar este chico en el gran Spórting de Gijón del metal astur y de El Molinón entrañable y exitoso. Con Maceda, Joaquín, Abelardo, Morán, Ferrero o Mesa, o su hermano fallecido Castro, este hombre especial se nos ganó a todos. El mejor goleador de la historia de nuestro fútbol. Un cazagoles sensacional.
Valiente, claro y respetado. Noble y en extremo generoso. A veces dicen que era bromista a tope y se calentaba, pero él mismo se daba cuenta, se reía y pasaba página. Un tipo en el fútbol de esos que valían la pena. Y fuera del campo, todavía más. Un número 1 a nivel de persona. El ídolo cariñoso de niños, jóvenes y de todas las edades. ¡Nuestro Quini! ...
Fichó por el Barça, y como era grande triunfó plenamente. Sus goles. Todos recordaremos la resolución y facilidad en Quini para meter el balón en la red. Fue muchísimas veces pichichi de la Liga. Listo y astuto como pocos, y a pesar de no ser muy alto compensaba su límite con una gran lógica y habilidad en el verde césped manejando con personalidad y talento su posición en el campo.
Kubala le llevó a la Selección y todos lo celebramos. Y un día lo secuestraron unos malhechores y lo tuvieron en unas condiciones tremendas, hasta que se logró negociar con ellos y lo sacaron a la libertad.
Fue un tremendo palo. El hampa secuestró a Quini, porque el asturiano tenía un carisma y una bonhomía que sobrepasaba con su humildad todas las sensibilidades. Le eligieron porque Quini era un símbolo demasiado importante para este país. Pobres desgraciados.
Tras su liberación se engrandeció aún más su leyenda. Y por una razón. Porque Quini decidió no usar el rencor, y no dio carnaza con el recuerdo de aquel espanto de su captura. Por todo lo contrario solo nos mostraba desde la pregunta comprometida una su sonrisa pícara y franca, tierna, humana y despreocupada. Quini nunca debió reparar en lo grande que ha sido a todos los niveles. ¡Increíble! ...
Al enterarme de la muerte casi súbita del "brujo", el cual había superado un cáncer, solo puedo llorarle de la emoción. Me cuesta escribir esto porque le quiero tanto que noto el vacío asombrado de que ya no está. Hace muy poco que se fue el lápiz humorístico del maestro Forges, otra ternura.
Sí. Pero hoy el fútbol asturiano, español, europeo y mundial también ha perdido a alguien especial y tierno. ¡Qué buena persona era Quini, coño! ... Las lágrimas inevitables siguen rodando por mis mejillas. Si tuviese dinero cogía un avión y me iba a su entierro, ¡joder! ...
En tiempos de gente de metal y vanidades, sin escrúpulos, en momentos de ultras fachas y descerebrados, de violentos, de fanáticos y niñatos, del fútbol convertido en una suerte de entretenimiento en donde reina Lionel Messi, también en el atrás de la Liga de España yo tuve a un tipo al que quise más que mucho.
Al dejar el fútbol todavía le quisimos más. Porque nunca alardeó de nada ni guardó rencor a nadie. Quini fue un señor de los pies a la cabeza. Un hombre de una pieza que merece un homenaje especial que le debemos y que ha de ser espectacular. Quiero que nuestros niños sepan quién fue Quini y los valores de humildad y ternura que mostró. Quini nos hizo divertidos, ganadores y tremendamente contenidos a pesar de la pasión y caldera de emociones que es el fútbol en España. Mi país. ¡Me siento orgulloso de Quini y de lo que a todos nos enseñó y me enseñó! Por eso tengo que llorar de emoción.
Quini nos mostró la parte humana del fútbol. Que, siempre debe de estar. Y desde aquí, desde mi Valencia de Claramunt o Albelda, propongo la idea de que el mítico campo de El Molinón pase a llamarse Estadio Enrique Castro, "Quini". ¿Qué os parece?
¡¡¡ AHÍ QUEDA MI BESO PARA UN HOMBRE EJEMPLAR!!!
4:54
jose vicente ortí
Sabor a fútbol. Ahora se llama Champions lo que antaño fue la Copa de Europa. En el fondo hay cosas que raramente cambian.
Stamford Bridge. Fútbol inglés. Del bueno, aunque contenido por esa amalgama soldadesca que propone el italiano Conte.
En el Chelsea todo preparado. Centuriones de calidad y artistas como el brasileño Wiliam. Hazard aún está más irregular que verde. Como el eterno color del césped que comparten el rugby y el fútbol, dos sacras tradiciones. No olvido Wembley.
Londres.El fair play. El Chelsea se ha dejado toda la energía en el campo. Nadie podrá dudar de la honradez del sudor. Han hecho lo que han podido, y lo reharán en la vuelta de octavos de la Champions en el Camp Nou del casi campeón de Liga español.
El Barça hizo su estilo con fortuna y elegancia. Se defendió como siempre sabe, que es tener la pelota y negársela con oficio al contrario para esperar su momento letal.
Dos estilos respetuosos en exceso y con poca profundidad. Un espléndido Sergi Busquets dirigía casi siempre el cotarro. Se luchaba por cualquier balón, se jugaba con parsimonia con los nervios del rival, y Messi ralentizaba y detenía los intentos de película de acción.
Wiliam es brasileño y no lo puede negar. Jugadorazo, driblador, creativo y elegante, pelo afro que indica la procedencia. Porque Brazil siempre juega al fútbol en un año de Mundial y en el Continente que sea. Por eso Wiliam estrelló dos balones en los postes, marcó un gol de astuto, y el mal fario le persiguió al recibir un balonazo en la nariz que le retuvo en pausas indeseadas intentando sin éxito que se cortara la hemorragia de sangre procedente de sus fosas nasales.
Tras el gol del carioca, nada varió. Era mejor para todos que variaran pocas cosas. El Barça empezó a jugársela un poco más en el ataque, y hay que subrayar una nueva lección de Iniesta pero esta vez a nivel de honradez física. Corriendo, rebañando balones, y dando un afortunado pase que Leo Messi le agradeció para mostrar su grandeza en el empate a uno.
Todo lo demás, es esperar a la vuelta con las espadas en lo alto y con el olor a fútbol intacto y preparado. Pudo ganar el Chelsea, pero el balón lo tuvo ese Barça picarón y astuto en el que manda Ernesto Valverde en el banco.
Los azules de londres deben aguardar muchas cosas por la cuenta que les trae. No les vale el resultado y deberán abrirse en Barcelona para intentar incordiar los nervios de su contrincante. Pero darán más facilidades a un Messi al que habían puesto vigilancia las veinticuatro horas del día y allá donde respirase.
No fue un gran partido, sino un partido correcto de Champions que muestra su nivel. Todo equilibrado y distinto. Cuando el mago de Fuentealbilla dejó su sitio y fue substituído, al buen aficionado inglés de toda la vida y que ovacionaba a Cruyff aunque visitiese camiseta foránea, le dio por guardar silencio actual de respeto que hoy es mucho. Saben quién es Andrés.
¿Favorito para la segunda parte del match tras una nueva lanza de Leo? ¡El Barça! Pero las palabras y los escritos los resetea el tiempo y habrán de corroborarse. Hoy han ganado en la ida el orgullo mutuo y la entidad de algunos jugadores soberbios.
Y también la lucha puede ser atractiva cuando ves a Luis Suárez partirse el corazón ante gladiadores atletas como él, o la verticalidad que se ve pero que cada vez se estila menos, o el choque viril y casi excesivo pero necesario para mantener los prestigios.
Son partidos históricos para recordar y para evocar otros Chelseas y otros Barças. Son clásicos de Champions, de aroma a fútbol, de crispación esforzada, y de azar permanente.
-TODO PURA EMOCIÓN-
3:24
jose vicente ortí
Hasta ahora el pequeño Guille podía sonreír cuando veía al "espantapájaros", un hombre con vestimenta estrafalaria que se dedicaba a caminar por las calles, y que cuando veía a los niños, saltaba, hacía muecas, y trataba siempre de hacer reír. Y Guille reía con el "espantapájaros", que era el apodo con que se conocía a este singular payaso de ciudad.
Guille y el "espantapájaros", se miraban. El tipo daba saltos y correteaba con su disfraz hacia atrás y hacia adelante, y lograba la espontánea risa y sonrisa del niño.
Ahora le cuesta horrores sonreír a Guille. Su vida es un drama porque la familia no se elige y caes en donde caes. Puro azar.
Y eso que su padre tiene un excelente trabajo fijo de docente en un centro público. Y los abuelos tienen tierras. Y su madre siempre está cerca porque es ama de casa. Pero no es que las cosas vayan bien. No. Es, que van dramáticamente mal.
Acaba de llegar muy tarde del trabajo el padre de Guille. Se llama, Marcial. Su mujer le ha hecho la cena, y el niño ya está en su habitación a punto de dormir. Afuera, en el salón comedor, comienza a mascarse la tensión. Habla Ángeles, madre de Guille:
- Ángeles: " ¡¡ Son horas de llegar, Marcial !! ...
- Marcial: "¿Y a tí, qué? Sabes que nuestro amor se acabó hace mil años y que vives de mí ..."
- Ángeles: "¡Marcial!" ...
- Marcial: "Y hoy vengo estresado del trabajo. Y no quiero ni cenar. ¿Dónde está el pequeñajo? ..."
- Ángeles: "¡En su cuarto ya, Marcial! ..."
- Marcial: "¡No le protejas! ¿Ves esta correa y esta hebilla? ¡Adivina qué voy a hacer con ella, zorra! ..."
Ángeles le siente terror a su marido. No es respeto. Es también cobardía.
Marcial, antes de dirigirse presto a la habitación de Guille, le recuerda a su mujer: "¡Ángeles! Si alguien se entera de todo esto, sabes que te mataré. ¡Ni se te ocurra pues irte del pico! ..."
Ángeles le mirar con más terror y trata de seguirle hacia la puerta. Marcial la aparta a empujones. Se quita la correa y esgrime la hebilla. Penetra en la habitación de Guille y da un portazo al cerrar.
En el interior de la habitación del niño se suceden los correazos y los llantos. Un buen rato. Hasta que su padre se cansa. Desde afuera se oyen gritos y súplicas, gemidos, y toda la impotencia. Después, a Guille le cuesta demasiado dormir.
Ángeles se ha escondido en la habitación matrimonial para tratar de oír lo menos posible. Y de repente, Marcial entra y quiere sexo. La mujer le deja que se desfogue. La noche cierra todas las luces y los dramas. El sueño distrae los avatares. En esa casa nunca pasa aparentemente nada raro. Por la cuenta que les trae a todos ...
Nuevo día. Guille vuelve del colegio como todos los días con su madre. Y de repente aparece el hombre "espantapájaros". Mira a Guille y se sobrecoge. Esta vez el niño muestra un semblante extraño, triste, melancólico, desprotegido y hasta indiferente.
El "espantapájaros" se fija en la cara de su madre. Intuye todo a través de las miradas. Dicen que el payaso urbano es tenaz, intuitivo, y hasta vidente. Aseguran que capta energías y que ve venir las cosas que pasan más allá de las máscaras de las apariencias.
Pero no se da por vencido. El "espantapájaros" quiere que Guille vuelva a reír. Lo ve difícil. Pero el hombre de ropaje estrafalario es vitalista, sensible, insistente, soldado de la ternura, y como buen payaso un defensor de los niños, a los cuales dedica su tiempo y su vida.
Guille mira perplejo. Está el "espantapájaros", y está su realidad dura interior y familiar. Quizás un día se rompa todo. Pero mientras tanto y aunque no pueda sonreír, Guille sabe que está el payaso raro y divertido. Y eso está bien.
-UNA UNIDAD POLICIAL SE DIRIGE A SU CASA-
2:01
jose vicente ortí
Han pasado algunos años. La radio de mi adolescencia y juventud. La de siempre. En aquellos momentos quasi mágicos y muy extraños, un periodista deportivo bajito y poderoso, admirado, y por toda España fascinados con él y yo incluído, ejercía un poder ansioso, ambicioso; de súper héroe en las fantasías y deseos predemocráticos y hasta democráticos.
Era dios. Era, José María García. El primer gran y ruidoso periodista mediático de mi país. García era el rey de todos los todos. Como el fútbol. O mucho más que el fútbol. Las noches de Supergarcía eran tremendas, insólitas, el capitán trueno, el hombre más imitado, "el butanito"; toda su jerga de discursos y latiguillos frente a sus rivales.
García se fue haciendo un gigante consentido y con posibilidades. Un empresario omnívoro, cuyas muletas e iteraciones de sus letanías de poder hacían que nos descojonásemos en la cama al lado del transistor.
José María García, escalaba. Escalaba desde la radio, Himalayas, otras galaxias que se inventaba, y una gran película descomunal que se imaginaba y nos creíamos, mientras esperábamos la llegada del sueño y de una democracia y libertad menos de jabatos o de héroes. Esperábamos una España de derechos y de aperturas.
Un día, el gigante vio asombrado, que un tal José Ramón de la Morena le plantaba cara y sin tapujos se enfrentaba a él. Seguíamos descojonándonos. ¿Quién coño podía osar y en el directo radiofónico poner en jaque algunas de las batallas de José María García? ...
Fueron años de guerras y distancias. Un día, García se fue de la radio. Y José Ramón tomó su relevo de liderazgo. Los dos estaban equivocados y no lo sabían. Pero España tampoco podía saber muy bien en dónde estaba, y las aperturas podían generar vértigos y zozobras que vaya usted a saber a dónde conducirían. Llegó la pax por ausencia de uno de los boxeadores, y la radio deportiva que ahora es la voz de Manolo Lama, pareció recuperar su esencia y hasta su humildad. ¡Menudos odios! ...
El otro día vi de nuevo a los dos contrincantes gracias al formidable programa semanal "Salvados" del periodista Jordi Évole.
No han cambiado demasiado las cosas. España sigue sin saber muy bien a dónde se dirige. García sigue sintiéndose dios, más envejecido, pero en la agenda de su móvil siguen estando los teléfonos de banqueros, monarcas, ministros y hasta Presidentes del Gobierno. José María es genio, figura, y de derechas.
A su lado, De la Morena ponía una cara más sincera que lo decía todo. Cara de circunstancias. A José Ramón sí se le veía algo arrepentido de las batallitas, pero seguía manteniendo su orgullo, y que el poder también para él es un goloso caramelo tentador.
El gigante y el rebelde se dieron un apretón frío de manos. Seguramente nunca será posible que dejen aquel tiempo de contínua fricción.
García pasa tan de todo, que casi ni se acuerda de la ética que nunca jamás ni mostró ni mostrará. Pasa hasta de su radio. Sigue siendo dios a su manera, aunque ya no se escuchen su voz ni sus muletillas de autosúper.
José Ramón tampoco está ya en aquel mítico ring que fue la Cadena SER en cuestión de deportes. De la Morena está ahora en deportes pero como en un segundo plano y a diferente actitud. Desengañado y hasta confuso. José Ramón nunca fue mediático, pero sí también muy poderoso. Contradictorio.
Algunos años después ya no me interesa aquello. Ahora, en deportes, prefiero la sensatez y cordialidad de Paco González, y la voz de Manolo Lama. Y las tertulias divertidas con Tomás Guasch, Emilio Pérez de Rozas, y todo el divertimento que capitanea el astur Juanma Castaño. Aunque no hablen de fútbol y se atropellen, estos señores parecen tener límites, ética, y toda la desdramatización en las voces amigas.
-AQUELLO NUNCA FUE PARA TANTO-
10:05
jose vicente ortí
Manolita todavía es joven aunque ella no se lo crea demasiado. La acompañé durante un tiempo en algunas tardes de su soledad, y al principio me extrañó bastante lo que me decía porque no lograba entenderla.
Sí. Manolita es hábil. Y a mí suele acuciarme una sordera inicial cuando no percibo claras las cosas,y eso se nota. El discurso de Manolita no llevaba a la cercanía de un acompañamiento, sino a algo difuso y para analizar con sosiego y tiempo.
Al principio solo le tomé una palabra, la cual quedó retenida en mi memoria. Porque Manolita me hablaba de "atajos". Atajos, y más atajos. Pero, huye de elaborar discursos serenos y carentes de precipitación.
Sus ojos son saltones, es más lista que el hambre, destaca su rubísimo cabello y también su porte de eterna deportista. Hasta que un día le dije a Manolita que nos sentáramos, y entonces decidí meterle baza a su mundo cercano e íntimo.
En ese momento comencé a averiguar algunas cosas que con el tiempo se reforzaron. Me dijo que no tenía amigas porque todas eran malas. Lo malo es que me confesó que tampoco tenía amigos. Y a continuación se ponía a hablarme de sus clases de inglés en un excelente dribling o regate en giro, que firmaría el mismísimo y maravilloso futbolista carioca, Romario.
Manolita es escurridiza y especialista en correr velos y en bajar las persianas. Nunca iba pues a entender el significado de la palabra acompañamiento, porque eso iba a suponer quererse a sí misma.
Y de nuevo sus grandes driblings. Dos o tres, seguidos. Se iba a Benidorm. A ese lugar de sol y todo un clásico, en donde los mayores pueden disfrutar, y que se ha convertido ha mucho en una gran referencia de ocio y de relax general. Las excelentes temperaturas, fomentan el viaje hacia ese paraíso costero, mediterráneo y turístico. Y social.
Ese regate de distancia de Manolita era más que eficaz. Ella se va, corta con el mundo, pasa de todo, va a la suya, se toma las pastillas cuando se las toma, no consiente el más mínimo patrón de actuación, no la discutas, no le importa el lío con quien haga falta, y esa seguridad la convierte en un ser en extremo vulnerable. Más insegura que Manolita no se puede ser.
Lo malo no es que sea viuda, sino que su marido en vida la despreció demasiado. Y eso todavía no lo ha perdonado. Y Manolita no se arrepiente apenas de nada. Y sigue regateando y regateando aparentemente a su realidad.
"Un atajo". "Otro atajo"."Dicen que robo"... No soy modesto ni conformista. Me fascinan su mochila y sus chirucas de senderista que siempre lleva, así como su extrema y eufórica vitalidad. Con bajones.
Manoli te mira, te mide y te escruta. Hasta que me enfadé cuando intentó cruzar por el medio de una gran Avenida y con la excusa de que no venía ningún coche.
Por mucho que le expliqué su conducta, nada logré. Al revés. Se reafirmó en su idea individual de poder. Yo, puse cara de impotencia, y ella al verla decidió darme el gusto de cruzar por el paso de peatones finalmente. Pero no lo hacía por ella misma, sino por mí. Y yo quería que hiciese las cosas pensando en su razón y en sus ventajas.
"Atajo". Posible cleptomanía, impropia además de una dama como Manolita. Una tarde, descubrí cómo disimuladamente se acercaba a una máquina pública de refrescos y hurgaba con sus dedos por si alguien había dejado olvidada alguna moneda. Y a continuación se peleó con unos chicos de la seguridad los cuales se limitaban a informarla de que si seguía caminando por donde lo hacía, entonces unos camiones que bajaban por una rampa y que no podían verla al girar podían atropellarla. Manolita les montó una escandalera fenomenal.
No es que no sepa lo que no se hace. Sino que lleva carga vengativa. Se ha acostumbrado a los atajos y no cree en las normas de nadie. No hace caso a nadie. Ni a mí, que la iba a acompañar unas horas a la semana. ¡Qué modo de regatearme! ...
Manolita no sabe,-o no desea saber-, que los frentes abiertos que tiene en su vida deben de ordenarse y de modo convencido y metódico. Por eso me sabe mal no poderla ya seguir en su peripecia cotidiana porque la dije adiós. Dimití de ir a acompañarla y verla. Ni me dejó despedirme hablándola, y hubo de ser por el frío WhatsApp. Ella necesita otro tipo de gente que además de fármacos, lleven reglas de contundencia.
¡TODA LA SUERTE!
3:56
jose vicente ortí
Frío, nieve, interior, cambio climático, rigor, lluvia, adversidad para el Sistema, límites que impone la Naturaleza, e imperio del placer íntimo del hogar y del fuego y el calor humanos.
Protección y paraguas, detención meditativa y filosófica, postales de pueblos de ensueño; andamos desacostumbrados a un exterior poco amigo y demasiado real que nunca engaña.
Invierno, medias tupidas de mujer, eternidad en el deseo y en el lugar íntimo y coqueto de nuestro bienestar. Gorritos, guantes, bufandas, aires acondicionados de calor, bolazo de nieve de adolescente que se reparte entre sus amigos hecho añicos de frío, aldeas perdidas pero todavía vivas que saben sobrevivir por la academia del ancestro y de la costumbre, la potencia de un esquiador que desafía rutilante los impactos y la consulta del traumatólogo.
En invierno la gente se muere mucho. Es un período especialmente fatal para los vulnerables y los desheredados de la Tierra. Para los excluídos, la libertad invernal es lo más espantoso que puede sucederles. Pocos refugios en las bocas del metro, malas caras, situaciones inesperadas, y una nostalgia de reality soñado cuyo atajo puede llamarse alcohol de no pensar.
En las cocinas la carne cruje sobre las brasas y maderas y se vuelve roja y llenadora de energía alimenticia y deseable. El cuerpo pide kilos, sólidos, líquidos, presencias nutritivas abundantes, vino peleón y poco refresco.
El medicamento del caldo caliente se une al paracetamol o al ibuprofeno, en el vademecum preventivo. El antibiótico le ha llegado a más de medio país español. Pocos se han salvado del virus de la gripe, las vacunas han fallado en la cepa, y el dios invierno se lanza sin miramientos abrazando olas y borrascas de vientos, fríos, lluvias, y de todo aquello que pueda chocar con su eterno rival que es la playa desnuda y calurosa del estío.
En invierno y en Febrero va creciendo la luz, pero aún es el corazón de un tiempo que no nos gusta porque nos paraliza los desplazamientos y que convierte a los coches en meras figuras estáticas y fallidas.
El invierno es tiempo para aguantarse la frustración y para ser creativo y realativizadoramente riguroso con uno mismo. El tiempo glacial y frío es un período de organización del capitalismo propio e interior. Mientras mueren ancianos y sin techo, los demás driblamos y nos defendemos sobreviviendo en nuestras casas con seriedad y valor.
Y tenemos el televisor, y el transistor, y el móvil, y el ordenador, y podemos detenernos a jugar a la banalidad, o a comentar por qué son tan bellas las largas piernas de una mujer sin edad.
El invierno siempre es un termómetro interno. Es el reverso del verano; el imponderable severo que te dice que no y te tienes que joder el viaje previsto o la reunión de negocios programada.
En el balcón, muchas plantas sufren el rigor. Pero otras duras, empero, ven el momento más oportuno para el enigma de su gran fortaleza. Y los brotes se rebelan y salen, y se dejan ver, y se oponen férreamente a todos los corsés que la tierra de la maceta le puede proponer. Y cuando te das cuenta son tallos, de los cuales muchos de ellos alcanzarán tamaño y vida.
En mi balcón el invierno es apacible porque lo tengo lleno de plantas, y al lado en el interior, hay una enorme cama confortable que desea oler mucho más que a hombre.
En invierno hay mujeres duras y prácticas, valientes y arrebatadoras, con unas botas enormes que realzan su femineidad y que nunca detienen su mágica vitalidad. Invierno es el tiempo de la cita queda y apasionada. Y al fondo, una leña roja y ardiente de calor y película siempre puede hacernos el deseo y el sueño.
-FRÍO Y REALIDAD-
11:29
jose vicente ortí
Y de repente en el Olimpo de las deidades, surgió una Diosa fuerte y potente. Golpeó la luna en alarde, y mostró en su figura y forma curva un punto de vindicación y heterodoxia.
No era una mujer. Era una madre, y a la vez el todo. Marcaba unas nuevas reglas del juego, y en su benevolencia y justicia se apartaba de los machismos, del pecado y de los akelarres audaces.
Se llamaba, Diosa. Ese era su nombre. Y se hizo carne, e idea, y abstracción, y vino a nosotros. Y su reino magno desconcertaba a las sociedades, acostumbradas a los patriarcados y a las figuras superiores masculinas.
Ante el descreimiento de los potentes y hegemónicos dioses masculinos, el cuerpo y el ser de la Diosa se posicionaba rebelde y con la fuerza inflexible del acero mágico y contundente. Ahora golpeó a otros planetas para hacerse creíble y fuerte ante los humanos. Se avalanzó sobre las fuerzas de la gravedad, las inutilizó por unos segundos, y logró detener todos los tiempos ante el gran asombro general.
No podía ser lo que estaba pasando. La verdad no podía ser una deidad femenina y hercúlea, capaz, mandadora e inteligente. Pero el reto estaba lanzado. Y la Diosa se mostró a través de su palabra y de su acción evidente. Y lo dijo todo. Dijo toda esa verdad que nunca se produce y que jamás es efectiva.
La Diosa valiente enseñó toda sus sabiduría con su voz y acento distintos a todos los demás dioses. Habló a los niños, a los hombres, a los abuelos, a las mujeres, a los homosexuales, a las estructuras convencionales, y habló y siguió hablando de la necesidad de un mundo mixto y equiparado.
Ahora golpeó Júpiter. Porque la sabia Diosa necesita convencer con acciones concretas todo su excelso poderío. Y la Diosa habló de la vida y de la muerte, y de la verdad, y del sexo libre, y del placer, y de la libertad, y de la amistad y de la fraternidad.
La Diosa no excluyó a nadie. Explicó todos los conflictos y sacó de su Grial quasi mágico el principio femenino esquilmado por la oscuridad disfrazada de aparente normalidad. Y luego la Diosa se replegó temerariamente, y dijo que no sería un busto, o unas curvas, o una feminización unívoca de la verdad sacra. Y se volvió a mostrar reivindicativa y justa, y afirmó que la mujer ejercería la ceremonia religiosa como un hombre, y que el niño y la niña estarían en el mismo escalafón, y que todo era conciencia mutilada y escondida.
Y para ello volvió a golpear y a trocear los grandes planetas y las grandes referencias físicas y generales. Y el Universo se postró a sus pies. Y el paradigma se tornó evolutivo y cambiante. Y a continuación, todo el orden gravitatorio y de paz volvió a su exacto lugar. Y su huella ya no tuvo fin.
La Diosa nos reconcilió con todos, mostró el bien y la verdad, el error de la violencia y el placer del amor definitivo. La Diosa fue sabia, mediadora, comprensiva, aglutinadora, equidistante, buena, admirable, sol, luna, estrellas, alegría, ciencia, paz, más amor, y todo el liderazgo de la convicción.
Y a partir de la Diosa vencedora y venerada, el mundo se volvió sabio y justo, perdió el mal, y los diablos huyeron para no volver. Y los humanos saben que nunca la desesperación podrá superarles. Porque ahora ya está ahí por siempre su Diosa magna.
-AMÉN-