lunes, 30 de noviembre de 2020

- SICARIO -



Aquel nene tenía muy poquitos años y ya era el líder de su pandilla. ¿Sus padres?, ¿su casa? Solo son rumores. Y de lo más desalentadores. Dicen que sus progenitores tiraron abandonado a Marcel por una cuneta, y que la rama de un árbol le salvó de la segura muerte. Y que por eso tuvo mucha suerte y siempre anda envalentonado.

A Marcel lo abordó Maquis al verle en la calle sin rumbo, delgado, sin sonrisas, enjuto y muy alto.

- "¡Eh, huevón! Me han dicho que tienes ya trece años años y un buen par de cojones. ¿Quieres ganarte hoy mismo veinte dólares? ..."

Marcel miró fíjamente a Maquis y no dijo nada. Siguió caminando por aquel lugar lleno de charcos. Maquis le siguió, le tocó la espalda, y Marcel le atizó un bofetón. Le dijo Maquis:

- "Ja,ja,ja,ja. Veo que pegas duro, muchacho. ¿Te gustaría ser un rey del boxeo? En mi mano puedes ver veinte dólares si no eres cegatón. Lo dejo a tu libre voluntad ..."

- "¡No me creo nada! Pero te voy a seguir. ¿Quién dios eres? ..."

- "Tú sube a mi carro. Te anticipo diez euros si lo haces. Pronto lo descubrirás todo ..."

Y Marcel subió al auto. Dirección, San Pedro Sula. Con los diez dólares en el bolsillo, el pequeño sintió la aventura en la sangre. Llegaron a una especie de poblado abandonado. Maquis presentó a Marcel a ocho tipos. Andarían todos entre veinte y cuarenta años. Y Maquis concluyó: - "¡Bueno! Ahora vamos a comer que ya es la hora ..."

¿Qué sería todo aquello?, se preguntaba el adolescente Marcel. Y pronto salió de las dudas. Cada día se peleaba con uno de los ocho tipos con los que convivía. Y, valía todo. Desde palos, a objetos punzantes. Caminaban durante el día sin rumbo fijo. Y nunca faltaba la comida ni la acción. Robos, atracos, drogas, asesinatos, etc. Marcel aprendía rápido la excitación de la violencia. Podía morir en el día a día. Era todo como una película americana de acción trepidante. Y al acabar las jornadas, siempre volvía Maquis. Y valoraba lo que había sucedido. Quedaban en total siete personas allí. Y luego, séis. Y Marcel seguía allí vivo y triunfador, y había aprendido a conducir, y tenía cada vez más dinerillo, y pasaban los años, y el ya joven quería mucho más. Le dijo a Maquis:

- "¡Oye! Quiero subir. Intuyo que esto es una corporación. Un grupo. Pero yo quiero liderar y conocer a los de arriba. Creo que ya puedo ser uno de vosotros. Me dáis comida, casa y compañía, Maquis. Has de comprenderme tú a mí ..."

- "¡Oh, sí, Marcel! Pero para éso, hay que saber hacer grandes sacrificios y pasar pruebas de lealtad ..."

- "¡Lo que sea, Maquis! ¡Lo que se precise, lo hago! Pero, ¡súbeme! ..."

Había ambición en Marcel. Maquis pensó en que solo podía ser un bobo bravucón. Y le soltó a bocajarro: -"¿Tú matarías a quien fuera por nuestro grupo, Marcel? ..."

- "Matar es duro, Maquis. Pero no soy el primero de aquí que lo ha hecho. ¿Sabes que ya sé manejar hace años a la perfección un revólver? ..."

Maquis guardó silencio. Dos minutos estuvo mirando sin pestañear a los ojos de Marcel. Le incitó finalmente: -"¡Tú vas muy rápido, chico! Parece que lo sabes todo. Y aún hueles a mocos. ¿A quién matarías ahora mismo por el bien de la organización, muchachote?, ¿acaso a aquel viejales que ahora cruza la esquina?, ¿ a algún familiar tuyo?, ¿ a alguna chica que te guste? ... ¡¡Dime solo lo que sientas, Marcel, coño!! ..."

- "A ti mismo te mataría ahora de inmediato si eso fuera por el bien del grupo, Maquis. ¡Ponme a prueba! ..."

- "Ja,ja,ja,ja. ¡Qué rápido vas, muñequito! Eres listo. Es importante que averigüe si realmente tienes familia ..."

- "Sabes que haré lo que me digas. Y tú, ándate con ojo, Maquis ..."

- "Ja,ja,ja,ja,ja. Veo que tienes prisa por subir. Te mata la ambición. Mañana te daré un objetivo de fidelidad. ¡Lo prometo, Marcel! ..."

Al día siguiente se presentó en el poblado un carro. Se oían gritos. Dos hombres sujetaban a un hombre talludo. Conducía Maquis. Que fue quien iba a los mandos del vehículo. Llamó a Marcel y le dijo: - "¿Acaso este tipo es tu tío Garico, mocoso? ..."

- "¡Sí, Maquis! ..."

- "¡Acaba ya con él, Marcel! ..."

El joven sacó un arma de fuego, y balaceó sin piedad a su tío. Le lanzó al cuerpo y a la cabeza tantas balas, que Maquis tuvo que gritarle que parara ya. Del ruido de la balacera se hizo eco una unidad policial.

Salieron todos al escape a toda mecha en el coche de Maquis. Pero Marcel, antes de subir al auto, alcanzó vibrante de excitación a un policía perseguidor y lo dejó seco. Aún así,  Maquis y todos lograron esquivar finalmente la persecución policial.

Marcel cumplió veinte años. Y su violencia aumentaba cada año, cada mes, cada día, cada segundo, cada terrible anhelo; cada instante. Era conocido en San Pedro Sula como "el baby Tyson". Fuerte como un berraco, sin control aparente, y con toda la astucia. Maquis ya había quedado atrás. Ahora Marcel se trataba militarmente y sentía devoción por los verdaderos capos de la mara. Y tenía claro que al jefe de una mara nunca se le toca. Ni se le ve. Ni ha de saberse nunca nada de él. Ni siquiera preguntar acerca de su nombre o persona. ¡Cero! ...

Eso es lo que era ahora realmente Marcel. Un capitán terrible de la mara. De, su organización. Y todo su dinero y poder, estaban al servicio de dicha mara. Pero Marcel ya pensaba en vuelos altos. En la capital. En Tegucigalpa. En donde el pueblo se torna ciudad. Y en donde la modernidad se quiere transformar en progreso y esperanza.

Un tipo de dos metros de estatura y bizco, le pregunta: - "¿Tú eres maricón, Marcel?..."

- "¡No, James! He estado y estoy con decenas de chicas. ¿Quién te vino con esa infamia, hijoputa? ...

- "¡Cálmate, muchacho! La serpiente también se llama rumor. ¡Tranquilo! Esto no es provocación, sino disciplina! ..."

- "¡¡Los huevos es, bizco!! ..."

- "¿Y si ahora mismo me bajo los pantalones, tú me darías gusto por obediencia a la mara, Marcel? ..."

- "¡Eso no lo haría nunca, maricón! Lo que voy a hacer es que me acompañes a ver al tipo que te ha dicho eso de mí, James. ¡Vamos! ..."

- "¡Oh, no, Marcel! ¡Te repito que son pruebas de fidelidad, chico! No te pido felación, sino que superes las pruebas. Son enseñanzas. Y, ¡me gustó tu respuesta! Has de tener en cuenta que a mí también me gustan las mujeres como a tí, muchacho. Ja,ja,ja,ja ..."

- "¡He de averiguar en dónde se esconde esa sabandija inmunda que te ha mandado que me provoques, James! ..."

Comenzó a llover con fiereza. Marcel tomó su auto en principio sin claro rumbo. Y pensó en que no valía para la mara. Era demasiado duro para él. Porque tenía principios y valores. Porque era inteligente, y todos los demás unos payasos sin gracia. Una basura de ratas.

Puso rumbo finalmente para Tegucigalpa y vio algo. Entre tres o cuatro hombres de la organización, hacían tentativas y preparativos para violar y matar posteriormente a su viejo conocido Maquis. Se lo había soplado alguien de la mara que confiaba demasiado plenamente en él.

Marcel sacó su fiereza guerrera. Disparó contra todos los hombres que retenían a Maquis, y la sangre sumada se hizo charcos. Desató a Maquis, y le dijo que era un canalla y que le había engañado. En ese momento una mujer bellísima se acercó llorando destrozada de pánico y agradeciendo a Marcel lo que había hecho por Maquis. Era su hija la "Maquita" ...

Pero Marcel no miró apenas a la hermosa mujer ni al apesadumbrado y sorprendido Maquis, al que al salvarle la vida también indirectamente le había condenado a él cuando se enteraran los demás  de lo sucedido. Marcel no podía estar en todas partes, ni amar, no lograba una erección hacía años, y solo la acción le liberaba de su infierno de impotencia. Y pensó en que él tendría un final de venganza. Y se disparó en la sien.

-MARCEL DEFENDIÓ SU HONOR-

 

jueves, 26 de noviembre de 2020

- Y, ¿POR QUÉ TE FUISTE, DIEGO? -



Sesenta años. Los mismos que calzo yo. Joven. Muy joven. Demasiado joven. Tremendamente dolorido, Diego. Necesitabas un descanso. Porque mira lo que viviste tanto, ¡coño! ...

Villa Fiorito o no sé qué. Tu raíz mágica. Eras muy joven y ya sabes cómo es el Sistema este que tenemos. Y, te vi. Y te vieron los tipos del money. Porque desde Pelé nadie veía una técnica como la tuya. Llamabas la atención, cebollita. Pequeñito y fastuoso. Un argentino hasta la médula que partió de la nada hasta enamorarse de una pelota. Y tomaste la pelota y nos dejaste a todos con la boca abierta, vimos que lo de Cruyff tendría toda la continuidad, y que con pibes como tú el fútbol podía seguir siendo un vicio y un opio maravilloso.

¡Qué bien jugabas precozmente en Argentinos Juniors! ¡Joder! Pura magia. Y al pibe le entró el porte de orgullo y liderazgo, y tu look te apodó "Pelusa". ¡El gran "Pelusa"! ¡Eterno! ...

Boca Juniors. Y, ¡a Europa! Al Barça español. Muy pocos años, pero los suficientes para rendirse ante ti, a pesar de la patada de Goiko. Yo te recuerdo, Diego. Eras cercano y un hombre de la calle. Nada de dios o de D10S. Cero de eso. Lo que tenías era ganas de dejar la miseria y de combatir el prestigio futbolístico de la Albiceleste. Tú fuiste más que un Rey. Mucho más. Desde Perón, Argentina no siente lo que está sintiendo en las calientes horas de tu cuerpo finado. Argentina. Los argentinos saben lo que se siente.

Y yo. Porque me hiciste muy feliz, amigo. Y ahora estoy tocado como la leche. Lo confieso. Y te fuiste a Nápoles, y allí lo pusiste todo patas para arriba.

He tenido la suerte de verte jugar al fútbol. Otras generaciones ya hablan de oído o de ver a veces tu fútbol a trozos breves en los vídeos.

Cuando sin éxito se intentaron recuperar las Malvinas birladas, tú se la tenías jurada a los anglos. Y para empezar en aquel partido del Mundial contra la Albion, metiste un gol con la mano, que pudimos hasta debatir. Pero luego llegó la rehostia. La pillaste a la vieja pelota en el centro del campo, hiciste una virguería, te fuiste de todos los rivales que te salieron al paso, y la clavaste y nos sentimos presos de una alegría descomunal. El fútbol era una alegría maravillosa.

Me cago en todos los estúpidos que te ridiculizaron y que te llamaron drogadicto o majara. O comunista, o perdedor. ¿Perdedor tú? ¡Jamás! ...

Es cierto que te marearon bien. Que te llevaron a todos los excesos con los trucos viles y más socorridos. Una panda de mierdas. Y tú eras un hombre, y te gustaban las chicas, y tenías un fuerte orgullo, y tenías una autoridad terrible, y hasta justiciero contra todo y contra todos. ¡Bendito Quijote del balón! Como cuando un día los periodistas salieron por pies cuando sacaste una escopeta y fuiste a por ellos. Confieso que me hacías descojonarme ...

¿Messi? Messi nunca será un personaje como tú. Jugará de cine, pero tú, también. No será tan excesivo ni nada que se le parezca en la vida tan intensa, volcánica y hasta de perros que llevaste, pero tú eres Diego. Y Diego es muchísimo más que el Diego genial futbolista, líder y ganador. Muchísimo más.

Nos diste clases de argentinidad. Y yo te quiero, Diego. ¿Cómo no quererte al regalarme aquellas ilusiones en el césped tan inevitables?

¡Suma, Diego! Suma y verás cómo eres el nuevo Perón. El nuevo Gardel, el más grande, el Alí del fútbol, el maravilloso broncas, el excesivo talante de un tipo de otra galaxia y listo como un lince.

Me la bufa tu decadencia física. Me paso por el forro toda tu vida privada. Solo te faltó ser Presidente de Argentina, cantor de tangos, o misionero en Tanzania. Oye, Diego. El que puede, puede. ¡Y se acabó!

No hacía falta que empezara el partido para quererte y admirarte. Porque tus calentamientos ya eran un show de cinco estrellas. ¡Puro lujo! Cosías el balón al pie porque lo amabas, lo amas y lo amarás. Y él a tí. Y todos los que nos gusta el fútbol nos sentimos ahora como los ingleses a los que dejaste alucinados y noqueados. Pero, insisto: eres el futbolista más querido que ha habido. El tipo más humano. Y tus últimos años que no existieron. Ese otro, fue un doble que se inventó para intentar joderte. Grande. ¡Muy grande! ¿Dejaste a alguien indiferente, "Pelusa"? ¡A nadie! Y eso tiene un mérito colosal.

Miren. Miren las calles de Argentina. Mirad Buenos Aires. ¿Hay alguna duda? La gente está en la calle, llenándote Diego de gritos de alegría y de cariño. Eso tiene mucho tema. El cariño. Somos todos mucha hipocresía. Si toda esa gente que le homenajea le hubiese liberado de esos parásitos que se pegaron a su piel, a lo mejor hubieses vivido algunas décadas más.

¿Tú te crees que me quedan muchas más palabras dedicadas a tu cariño, maravilla? No creas. No debo seguir escribiéndote mis cosas hacia tí. Lo que haré seré poner la tele y volver a verte jugando en el pasto. Porque ahí está la escuela de tu grandeza, pibe.

- ¿POR QUÉ TE HAS IDO, MARAVILLA DE ORGULLOSO?. -
 

martes, 24 de noviembre de 2020

- TENGO LA FÓRMULA -



Mucho antes de que se hiciera público y notorio el acelerón y la presión en los medios de las vacunas anticoronavirus que todos tenéis in mente, yo logré la fórmula de una extraordinaria vacuna, por supuesto de una eficacia más que superior a todas las de esos oportunistas y ambiciosos negociantes que véis en estos días. Sí. ¡Fui yo! ...

Porque en el mismo mes del Marzo español, en donde las bombas y balas del patógeno golpeaban a miles y miles de vidas como un Pearl Harbor y de sopetón, sobrepasando todas las barreras del ejército sanitario, mi mujer y yo decidimos meternos en nuestro improvisado laboratorio a buscar soluciones.

Ni mi mujer ni yo éramos ni somos virólogos, pero siempre nos atrajo el microcosmos, y las cosas pequeñas y aparentemente invisibles o imposibles. Mi mujer se contagió pronto, la llevé al hospital, y allí quedó su recuerdo. Pero yo antes experimenté con ella, y retuve en mi laboratorio casero varios frascos de su sangre infectada.

Y a continuación,-no tuvimos hijos-, y sin decir nada a nadie, yo decidí experimentar en mí, inyectándome fuertes dosis de coronavirus. Antes, lógicamente, preparaba mi cuerpo con substancias que combatirían definitivamente al gran mal que a todos nos ha afectado en mayor o menor medida.

Pronto,-a mediados de Marzo-, me di cuenta de que el virus era muy contagioso y utilicé una mascarilla que yo mismo diseñé y preparé para evitar contagiar a nadie. Soy ateo, pero la verdad es que oré para que nuestras autoridades médicas descubriesen y al mismo tiempo que yo, las peculiaridades y especificidades que planteaba el maldito virus para poder de esta manera actuar en consecuencia.

Os contaré que también creí que sucumbiría a la letalidad vírica, al notar el efecto del maligno Covid-19 en mi organismo. De modo que preparé con mucha antelación un sistema propio  de ventilación y de oxígeno, para salvar mi vida. Asimismo, llené mi casa de víveres, y como mi lugar de trabajo siempre estaba abarrotado de medicación que yo mismo con mi mujer fabricábamos a una escala suficiente para los dos, pude aguantar.

Y, ni policías, ni ambulancias, ni autoridades sanitarias, nunca pudieron saber lo que estábamos haciendo. En mi estantería, podríais ver decenas de volúmenes médicos. Me considero un investigador científico y riguroso, que funciona en paralelo o si se quiere, al margen del Sistema.

Yo había sido profesor de Física y Química, al igual que mi mujer, y un día nos había dado por transformar la espaciosa casa en un laboratorio con medios. Nunca hemos dejado de investigar por nuestra cuenta. Y no solo cuando el cataclismo de Marzo, sino muchos años antes de todo eso. De hecho tengo trabajos ocultos acerca del ébola, del sida, del S A R S, y de otras enfermedades terribles. Y afortunadamente, con gran éxito. Pero nunca los haré públicos a dichos trabajos, porque para eso hubiese necesitado las autorizaciones correspondientes y los títulos a defender, además de informarles de en dónde realizo los trabajos y todo lo demás. No me hubiesen creído, y mi mujer y yo hubiésemos dado con nuestros huesos en la cárcel por continuada ilegalidad.

Mi mujer y yo, lo hablamos en mil ocasiones. Nunca tendríamos posibilidades, a nuestra edad, de sacarnos los títulos de investigadores desde la legalidad, y hubiera sido imposible lograr alcanzar plazas oficiales en los diferentes Centros Oficiales o Escuelas de Laboratorios de Investigación. Pero nos pudo lo vocacional.

Vivimos un infierno, y decidimos morir si era necesario por el país y por la humanidad en su conjunto. ¡Oh, mi pobre e inolvidablemente eterna María! Dio su vida por tod@s. Y nadie podrá sospechar de sus méritos.

La viudedad, como véis, no me arrinconó el buen propósito. Y antes de que acabara Marzo yo ya estaba curado. Había generado inmunidad, anticuerpos, y autoanalicé mil veces a posteriori mi sangre con la intención y logro de certificar la definitiva desaparición de todos los peligros. Soy consciente de que nunca tendré credibilidad, y ni siquiera aspiro a tenerla. Pero yo os digo a vosotros la verdad.

Las alegrías no me vinieron al comprobar que yo lo conseguía, y además, el primero de todos. En Abril yo ya estaba al cabo de todas las cosas. No. Mi alegría vino bastante después. Cuando vi que los progresos en los diferentes laboratorios ya eran imparables. Y además deduje que bien pronto seguirían mis pasos hasta alcanzar mi fórmula pionera por la cual yo vencí al virus y ahí abrí la gran puerta de la esperanza personal y mundial. Os animo ahora en que confiéis en todos estos resultados científicos, y en que optéis y sin reticencias ni dudas, y os dispongáis a poneros las vacunas cuando se os indique.

¡¡No tengáis miedo!! Todos lo tenemos. Lo tuvo mi mujer, lo tuve yo, y es humano que temamos al error y a la imperfección. Pero, ¡hacedlo! Yo ya lo hice, y hace meses que ya no puedo ser objetivo de antígeno ninguno. Yo vencí antes que nadie al virus, y esto da una cierta vanidad. Pero no me muevo por esa circunstancia.

Tras perder a mi mujer, también ha cambiado mi vida. Llevo tiempo desechando material quirúrgico, y haciendo ver que en mi casa ya no hay laboratorio, ni oxígeno, ni elementos terapéuticos.

He decidido dejarlo todo ahí. Porque la evocación de lo que sucedió, me lleva a la figura de mi mujer que ya no está. Y ese vacío es peor que cualquier virus, porque es capaz de matarte el alma y de transformarte las perspectivas personales definitivamente. ¡No lo haré más! Y nadie podrá saber que yo fui el primer humano que percibió el éxito y mi victoria definitiva y pionera ante el espantoso virus. Mi vida ya hace tiempo que es otra cosa.

-Y A LA TUMBA IRÁN MI RELATO Y MIS DESCUBRIMIENTOS-





 

domingo, 22 de noviembre de 2020

- EVANGELINA, VITAL E IRREDUCTIBLE -



Humana. Bajita. Briosa e inconformista. Agradable y suya. Cotidiana y vivida.

Herida. Muy herida por un tiempo que nunca la aceptó. Pero Evangelina, es ingeniosa y tenía preparadas nuevas estrategias. No se iba a conformar con el postergamiento al que fue siempre sometida. Y encima, su ex marido la hizo demasiado daño físico y moral.

Evangelina no se cree ella. Y yo le digo que vale mucho. Y me doy cuenta de que ya a estas alturas de su vida desconfía plenamente de los halagos de los demás. Y tiene un potente genio. A su manera singular.

A veces se vuelve contradictoria y mezcla en el mismo guión certezas y desconfianzas. Ha logrado convertirse en una aprehendedora que se resiste a llegar tarde a las cuestiones. No tiene ninguna arruga, y menos se la nota cuando está más cerca de los setenta que de los sesenta. Se ha vuelto muy difícil. Necesitaba ser muy difícil y compleja, y no dar nada por sentado o decidido, y a la vez desconfiar plenamente de las verdades o axiomas oficiales.

Como una gata negra que tiene. Su gata Mara. Así se siente Evangelina. Sin barreras por fin, con toda la movilidad, el culo inquieto y los ojos bien abiertos. Tratando en el día a día de olvidar el rencor hacia aquellos que decidieron machacar su futuro.

Evangelina me habla con ternura detenida de su padre. Era guionista de viñetas de los tebeos de los cincuenta y sesenta. Creativo e ingenioso, con ganas de gustar con sus cosas a los otros, renunciando a unos mejores emolumentos al rechazar una suculenta oferta de la mejor Editorial de mi país, de aquí, leal y agradecido a sus raíces, romántico, realista y singular. Evangelina tiene mucho de su progenitor. Le cae la baba mientras habla de él. Es una hija agradecida. Pero en un momento escéptico, tuerce el rostro súbitamente, y me dice que era muy bueno su padre pero que no permitió que ella estudiara. Y guarda un musculado silencio.

Evangelina no se fía de los médicos. Ha abrazado la espiritualidad de la Naturaleza y de sus propiedades y sueños. Como si los galenos no formaran parte de tal Naturaleza.

Evangelina es una máquina de aprender. Se matricula en el primer curso que cae en sus manos y que es abordable por su humilde economía que le ha quedado. Le gusta casi todo. Es como si su venganza se basara en hacer ver a los demás que siempre debieron confiar en ella. Pero no concluye con una imprecación en la queja estructural, sino con una bella y coqueta sonrisa. Es su gran corte de mangas a los violadores de su crecer.

Su vocación es la Medicina. Y la Química. Me impresionó el otro día cuando comenzó a hablarme de botánica en el Jardín que este mismo apelativo lleva de mi ciudad. Se sabe mucho. De ficus, de enormes árboles, de hierbas; de los componentes sanitarios de las diferentes especies vegetales.

No. A Evangelina no le va tanto la belleza o la espectacularidad en las especies. Porque cuando se refiere a dichas plantas y árboles, me habla destacándome sus propiedades. Le gusta la química orgánica botánica. Y con su voz de locutora y su exuberancia de conocimientos embolsados y sacados de mil sitios, deduzco desde sus palabras que ella ama más los resultados que las orlas o formas.

Evangelina habla por los codos. No para. Necesita contraatacar a ese silencio de mujer capada que no pudo integrarse entre los de su real nivel. Evangelina va a la suya. Es una suya, que se compone de generosidad y de vivencia personal de su futuro que impulsa su pasado.

Evangelina no tiene guión. Quiere ser viñeta. Actúa, avanza, hace, no se detiene, explora, analiza, sigue caminando aunque no sepa qué hay detrás de aquella calle. Porque tras ese no, hay un enorme vademecum de sorpresas que le van a servir. Y ya ella tamizará sus nuevos senderos. Ya ha llorado bastante. Y entonces el futuro sereno se la va a cargar. Porque Evangelina ya no va a volver atrás. Eso es metafísicamente imposible. Ese es su logro y propósito.

-FUE UN PLACER, EVA. -

 

sábado, 21 de noviembre de 2020

- TRES SETS -



Seguro que será un partido largo para el mejor de los tres sets. Ojalá sean dos y favorables. Pero intuyo que se alargará. Somos muy parejos y va a haber igualdad. Yo estoy por debajo de mi rival en la ATP, pero entre los diez primeros. Y va a ser un acicate para mí. Soy más joven que él, he de tener más energía y reflejos. Más fresco, más vital, más agresivo. He de arriesgar y darlo todo. Hacerle sudar. Que sepa que no le va a ser nada fácil el ganarme. Voy a competir. Y, ¡va a haber partidazo! ...

No hay tiempo para pensar. El juez nos está convocando con el micrófono. ¡Ayúdame, raqueta favorita! Estoy entrenando como un poseso en tiempos asquerosos de coronavirus. Desangela. Como la falta de público. Es un nuevo y añadido enemigo que tengo. Pero eso es también para mi rival. Por ahora no tenemos calor del público en las pistas.

¡Primer set! Saco yo el primero. No estoy fallando apenas el primer saque. Esto relaja cuando juegas en superficie dura. Te da colchón y seguridad mental. Le aprieto ahora en el resto a mi rival. Está agresivo, pero yo también. Creo que los dos estamos jugando muy bien en este primer set. Voy a intentar estudiar a mi rival a medida que van pasando los juegos. Y cada uno gana su servicio. No acertamos con los restos. Estamos sacando muy duro, y .... ¡Doble falta! Pero, ¿qué he hecho yo ahora?, ¿es que no sé sacar dos veces bien? Mi rostro se crispa enfadado. No es cuestión de dar facilidades. Esta pelota es mía. ¡Pero la acabo de tirar fuera! ¡Mal asunto! Voy a esperar a ver si recupero el break que me ha hecho mi compañero. Para éso, voy a poner en marcha toda mi concentración.

¡Joder! ¡Es una máquina! ¡Me tiene ya 40-0! Así es muy difícil. Y a este tipo le noto confiado. Con sangre de horchata. ¡Adiós el primer set! Voy a sentarme ahí a las toallas a reflexionar. Porque estoy jugando muy bien. Por momentos he sentido que mi rival iba a doblar rápido la rodilla, pero no ha sido así. Ahora voy a intentar remontar. No queda otra.

¡Segundo set! Lo pongo todo. Lo doy todo. Casi lo grito todo. Impongo mi ritmo. Bebo mucha isotónica. Le arrollo. Está jugando mal. Y yo en mi línea. Le clavo los puntos de mi saque y le estoy haciendo correr. Ando a gusto. Mi rival está muy serio, cabizbajo, y cuando gana un punto me mira desafiante. ¡Toma! 6-2. Y a por el tercer set. A por mi remontada. Tengo toda la confianza. Va a sudar éste. Porque no le voy a dejar en el set final. Que es el tercero. Estoy un poco cansado. Pero es normal. Estamos saliendo casi a hora por set. ¡Me lo esperaba!

¡Tercer set! He sacado bien y he ganado mi primer juego de saque. Pero ahora, mientras le resto a mi contrincante, no me siento cómodo en la pista. Mi entrenador me pega afirmaciones con la voz y con la cabeza. Pero esto yo no lo veo nada claro.

Porque no es mi juego. Porque no me siento nada a gusto en la pista con mis golpes. No es mi tenis. Y eso que andamos los dos muy parejos en el marcador. Los números no dicen mucho. Pero no tengo soltura en los golpes, porque no siento solidez. Y no es tema físico. Es tema situacional y psicológico. 

¡Coño! ¡Este tío no me deja jugar! Se acaba de apostar en el fondo de la pista y no hay manera de que yo haga nada. Y no hace un tenis brillante ni parece nada del otro mundo. Pero me juega a hacerme la puñeta.

¡Ya lo tengo lo que es! ¡Lo acabo de ver claro! Mi rival no juega para él. ¡No! Lo hace para interferir mi juego. Me está intentando sacar de quicio y ciertamente que lo está logrando.

¡Esa bola no ha entrado, hombre! Y va el ojo de halcón y dice que sí. ¡Pues yo la he visto adentro! Y ahora va y solo logro sacar con el segundo saque, y eso es que estoy atenazado y cabreado interiormente. Porque el marcador sigue ahí ajustado. Pero, ¡mal asunto! ¡Nueva doble falta que he pifiado, y nueva volea fácil a la red que he tirado! Saca él. Con aplomo. Yo ya no me creo el partido. Gana él. Hoy no me he visto nada capaz. Y en el tercer set, menos ...

-ESTOS PARTIDOS ME RECUERDAN A NADAL-
 

martes, 17 de noviembre de 2020

¿EL MISTERIO?



Si nadie mató, ¿qué hacía ese cuerpo desmembrado y sanguinolento en el suelo? ... Nadie dijo nada. La ausencia parecía un tic sin rigor. No. Nadie nunca hizo nada ni fue el hacedor del asesinato.

No hubo juicio. Ni caso. Se dijo que no era un cuerpo humano lo que algunos pudimos ver. Que, era cartón piedra y hasta efectos ópticos y especiales.

Pero yo os aseguro que lo vi todo y no me creo nada. Mataron a una mujer de mediana edad. Nadie nunca me cree. Pero yo estoy seguro de que no va por ahí. Y que lo que se pretende es negar al cadáver para desechar la idea de culpabilidad.

No tengo dudas. A esta mujer la mató un tipo más que poderoso. Alguien con más influencia en la geoestrategia de lo que podáis pensar. Puede que un reputado premio nobel, o un gran estadista, un carismático líder religioso, un veterano presentador televisivo, o un multimillonario que desconoce la enorme magnitud del dinero que tiene. Un líder.

Conozco bien la idea. Se trata de generarme la duda interior. De que yo dude de aquel cuerpo desgraciado que vi. Fue una mañana de primavera, con un sol espléndido, y cuando las primeras flores anunciaban todo el esplendor venidero del ciclo de la belleza.

Pero a mí me falta alguien y soy crítico. Y defiendo mis ideas hasta la extenuación. Mi certeza es plena. Y mi pulso con la verdad oficial es potente. Porque me consideran un derrotado, alguien sin testigos, un charlatán, una birria jurídica carente de pruebas, etcétera. Pero yo sé para mí que no juego a inventarme nada.

Fue en abril. Tengo datos. A aquella mujer la mataron en abril porque yo la vi su cuerpo y poseo retentiva en mi memoria. Y muchas ganas de moverme. Y siempre que termino mi cotidiana labor de periodista, encuentro un hueco para no dejar de perseguir a la gran mentira oficial. Me llaman utópico porque llevo dos años infructuosos y que parecen en vano. Y que todo me será un fracaso. Y que si me meto demasiado en el meollo del misterio sin resolver, aún lo pagaré yo.

Pocos saben que ese fatídico día yo hice una foto con el móvil. Y la guardé en la nube. Y que por mucho que me pirateen o me controlen, la nube me protege y es mi más fiel escudera. La que verifica y certifica mi verdad.

La mujer debió ser hermosa, y humilde, y un día pasó por el deseo de un dios humano en la Tierra, y entonces hubo el consenso definitivo para ellos. Si aparecían vestigios de verosimilitud en el hecho narrado por mí, les iba a costar muy caro. Por tanto colijo que es gente superpoderosa económicamente, la cual ha pactado con el Estado o los Estados un silencio interesado y definitivo.

Pero yo nunca pararé de ser su mosca cojonera y nunca un pelota de tres al cuarto. Aunque no me reciban las televisiones ni los medios ... Incluso aunque pueda ser persona non grata para el face, el instagram o el twiter. Aunque todos ansíen cerrarme todas las puertas.

Y yo sé por qué no me atacan. Y se limitan por tanto a ningunearme. Porque no quieren repetir la experiencia. Si me eliminan, ya seremos dos. La mujer, y yo. No les soy peligroso. Pero, me subestiman ...

Porque no saben que en mi nube de la sensibilidad y de la justicia está el recuerdo ético de aquella mujer que nunca debió morir de aquel modo tan horrible. Y yo sigo todos los días a la mía. Sin importarme el qué dirán. Y hasta el final de mi tiempo de vida seguiré trabajando con la foto de la mujer, y buscando referencias y luchando contra los aparentes blindajes imposibles.

Y, lo lograré. Y entonces muchos peces gordos caerán en la red de la verdad. Y si finalmente no resuelvo, moriré con la mayor paz con que es posible expirar.

-TRANQUILA MI CONCIENCIA-
 

sábado, 14 de noviembre de 2020

- JUANITO SOL Y MI ADOLESCENCIA. -



Trataré en este escrito de volver a mi adolescencia, y desde esta óptica será mejor narrar los sentimientos en mí cuando evoco la figura del gran futbolista del Valencia que nos ha dejado, como es Juan Cruz Sol Oria.

Un niño. Un adolescente pugna por ubicarse en el mundo hobbie del fútbol, como fue mi caso. Y yo soy muy familiar y un día me fui al Mestalla a ver a mi Valencia Club de Fútbol y de mi idolatría. Y cerca de mi ídolo Pepe Claramunt, había otro jugadorazo que siempre me sorprendía.

España era bajita,- yo incluso de mayor lo soy-, y recuerdo que para mí las estaturas de los futbolistas no parecían tener importancia. Y pensaba que que esto del fútbol es el balón y la habilidad, y el regate, y la virguería que te levanta, y el postre delicioso llamado golazo.

Crecer. Quieres crecer. Es necesario. Y más en esa época adolescente. Y va y casi de repente percibí que en otros países la gente era más alta, y que su estética también podía ser hasta rutilante. Más adelante todo quedaría sellado y confirmado cuando apareció el Ajax del gran Cruyff. O Beckenbauer, o melenudos que no solo eran de correr y de porfiar tras un balón. Mi tesoro escondido en el gran cofre del fútbol era el gran Pelé. Bajito también.

Pero el cuerpo te pide crecer. Y no digamos la mente. Y poco a poco, fui descubriendo a un alto melenudo que era vasco, que era el 2 del Valencia, que era espigado y rubio, y que no me lo esperaba todo tanto.

- "¡Que sube Sol!" ...

¡El grito de guerra! Era diferente y bien larguirucho. Alto para ser de España. Rubicundo, melenudo, pero elegante y abierto. El lateral derecho me enamoró. No recuerdo si defendía exquisitamente, pero inolvidable era cuando subía la banda y se lanzaba al ataque. Y cuando Juan Sol hacía éso, entonces unía la expectación al peligro. Como un extremo más que viene de sesenta metros atrás. Aparecía corriendo como un gamo con su zancada poderosa, y siempre centraba. Y ya estaba el ¡ay! en la grada, o sencillamente un remate de algún delantero que acababa en la red.

Sí. No me gustaba Schuster en la Alemania con la que ganó con veinte años casi él solo un Europeo. Luego crecí, hasta darme cuenta de que ha sido el último gran mito vivo del fútbol de Alemania.

Cuesta crecer. A Juan Sol, no. Llegó bien joven de la guipuzcoana Elgóibar, triunfó sin problemas, fue positivo y feliz, le apodaban "loqui", fue internacional absoluto con la Roja, ídolo y mito, fichó ya vetarano por el Real Madrid, y luego se instaló en mi Valencia para siempre. Y nunca fue de creído ni de sobrado. Sol fue el Valencia, como Claramunt, Mundo, Puchades o Waldo. Pero un vasco sencillo, modesto y alegre. Siempre le admiré. Vino en silencio y se acaba de ir sin alharacas. Fue sencillo y enorme. Y más que querido por todos. ¿No es ejemplar y difícil todo lo anterior? ...

Nunca olvidaré el cariño y la admiración que yo le tenía de jugador. Recuerdo una mañana soleada. Creo que no era día de partido. Y alguien y bastante mayor debió de ver y reconocer a Juan Sol en la Avenida de Suecia,-la calle del Mestalla-, viéndole subirse a su coche a punto de partir. El anciano se acercó al coche de Sol, -ya dentro del auto-, y comenzó a aplaudirle con unas palmadas tan fuertes que aún hoy me parece estar escuchándolas. Aquel hombre estaba más que entusiasmado con Sol. Le llenó de piropos y elogios. 

¿Quizás el anciano no pudo crecer y bajo las loas estaba la impotencia de alguien que no era feliz? ... Nunca lo sabré. Pero yo sí que sé que Sol me hizo feliz y descubrir otra forma atractiva y estimulante de jugar al fútbol. Me hizo crecer y admitir a los altos que también son unos fenómenos. Y ya lo dije. Soy bajito. Pero el crecer no solo es estatura física. El fútbol de aquí de Juan Sol me propuso nuevas miradas acerca de este deporte. Y el niño que os escribe, decidió mirar al atletismo como nuevo reto, y correr y correr más, aparte de querer hacer regates y filigranas. Correr era crecer. Era venir del atrás y sorprender. Decidirse. Ser más sólido y tener un nuevo prisma en el mirar. Me pone muy triste su óbito. Pero sé que Sol nunca para de correr y de subir al ataque.

-ALLÁ EN DONDE ESTÉ-
 

domingo, 8 de noviembre de 2020

- SILENCIO OSCURO -



Nada se abre. Comienzan las primeras luces matutinas y solo es el silencio inmóvil. Silencio triste y gris. Luz que todavía parece condicionada por los grandes nubarrones que trae la borrasca. Quizás llueva. Y, quizás, el nuevo día nunca traiga nada especial.

Solo es silencio. No se escucha el ruido de nada. No hay ganas, ni deseos, y reina la absurdidad, y la oscuridad apaga las velas de la luz audaz, y el sol sigue velado, y dan ganas de la nada, y la gente parece ausente, indolente, negativa o estática.

Levantarse es una hazaña. La temperatura no es la mejor. El corazón carece de baterías de ilusión. Todo parece perdido. Todos duermen y la vida se antoja abrupta, fea y desagradable. Vivir es muy difícil. Pero a esas horas primas de la mañana, todavía más.

Y entonces los ojos se vuelven a cerrar. Porque hay un cansancio ante lo cotidiano y lo previsible. Y las aves aún no se atreven a salir de sus nidos. Y la penumbra gana todas las partidas y todas las ilusiones.

Se detiene todo lo que no empezó siquiera a moverse. Nada puede oírse. Ni sonidos gratos, ni extraños, ni desagradables. Porque el sonido da parto a la vida, pero entre ese silencio inicial desgarrado del alma, el sonido se descarta y sobra. Y solo vale el triste sinsentido.

Muevo mi cuerpo de un lado a otro. Como buscando la nada. Y rápidamente retorno a la quietud, y noto los latidos defensivos de mi corazón, y no pienso ni en nadie ni en tí.

Ni siquiera en mí. Sencillamente, no pienso. Y trato de sentir, pero me atribula la sensación de dolor y de inercia. Porque nada sucede. Porque nada salta de sorpresa, porque el todo y la nada parecen una misma cosa pequeña y absolutamente deseable. Y el sueño ya pasó, y se quedó el reposo y el descanso, pero en el sonido de la vida el tren siempre deberá arrancar decidido.

Mas si está el silencio oscuro, entonces se nota la ausencia. Las ausencias. Y no hay maquinista que pilote la nao, ni pasajeros llenando los vagones, ni un árbitro vigilando la seguridad, ni billetes, ni viaje, ni vía, ni sueños, ni aventuras ...

Poco demasiado. Demasiado poco. Yerto, derrotado, arriesgado, peligroso, maligno, embustero, sucio, oscuro, embarrado, sin sal ni chispa, sin audacias, reprimido, sin una gota de calor que convierta el silencio en amor, lesiones, agujeros, negatividades, más carencias, dificultades, imprevistos, problemas, mente negativa y su santidad el no.

El no a todo. A ser feliz, a intentarlo de nuevo, a jugar a la bonoloto por si se equivoca y sale, a esperar a ver ... El no silente y extraño por la mañana en la cama al despertar. Siempre el silencio y la lentitud. Y una luz demasiado escasa y nada influyente.

Mientras dura ese silencio oscuro, nunca está tu sonrisa, ni tus piernas depiladas en cruce fastuoso, ni tu palmada de amor en mi espalda, ni un conseguidor haciéndome todas las tareas cotidianas, ni un hada azul trayéndome el desayuno humeante o las magdalenas sabrosas y dulces. Porque la fantasía se niega a existir, y lo agradable es un engañabobos.

En silencio oscuro es catatonia y desnorte. Hechizo maldito, error tras error hacia el vacío inmóvil, unas imágenes en blanco y negro y repetidamente atrasadas que el viento alejó.

En silencio oscuro no existen las campanadas de la iglesia cercana a mi lar, ni tus manos que viven a cientos de kilómetros, y las distancias están capadas e inexistentes, y tus besos son un lloro de berrinche sin compasión.

El silencio oscuro es imbatible y vividor. Un monstruo que te devora y te lleva a su huerto y a su terreno. Y te convierte en marioneta siempre a su disposición. Y a sentirte impotente ante tal silencio.

Y entonces eres su esclavo y súbdito, sus minutos de la basura, su mosca muerta, su anécdota que no debe contar, su drama, su película de terror, su proseguir en la pereza ante la lluvia torrencial, la inacción hecha obediencia obligada e indebida. Y te conviertes en todo lo contrario de lo que realmente eres.

-SIN PODERLO EVITAR-
 

jueves, 5 de noviembre de 2020

- "EMILIANO". -



Finos labios. Ochenta y dos años. Delgado. Enjuto. Viene de un tiempo que ya no existe. Le llamaré, "Emiliano". Vivaz, nervioso, apresurado, insatisfecho, correcto, vacío, y con una sensación de que no pudo ser querido.

- "¿Tú eres casado, Emiliano?, ¿tienes hijos? ..."

- "Soy soltero, jejejeje ..."

Se sienta con nosotros a jugar al dominó. Pensionista, rubicundo debió ser, pelirrojo, ágil, y encerrado en una atmósfera defensiva.

¿Soltero Emiliano? ... Lo que le pasa es que es homosexual. Y yo le gusto porque no le pongo pegas y le trato como a los demás. Y a veces se atolondra y se equivoca en cosas del dominó. Por cierto, que juega de maravilla a este juego de mesa porque está toda la vida practicándolo y juega casi de memoria.

A Emiliano yo le hago algunas preguntas leves e inocentes. Y el hombre se disculpa una y otra vez. Tiene como una suerte de tic defensivo y no se compromete jamás. Reitera las cosas para que quede claro que él no desea hacer daño a nadie, y para que quede sentado que él no ha dicho lo que en el fondo pretendía decir. 

Se dirige de repente a un mutuo amigo llamado Carlos, y le espeta sonriente: - "Tú eres mariquita, jejejeje ..." Y Carlos le mira, y si no se pone Emiliano muy pesado, se calla y no se incomoda. Se conocen ha mucho.

Cuando Emiliano dice lo de mariquita, lo que quiere es lanzar tinta de calamar para que nadie piense que él es homo. Que es en lo que vive el tal Emiliano. Aún no siente la libertad, ni la sintió, ni la sentirá. Se limitó Emiliano a disimular, a no ser evidente, a ser práctico, y a tratar en lo posible pasar inadvertido.

Cuando acabamos la partida de dominó, Emiliano me espera con cualquier excusa para charlar conmigo. Con otro varón como él. Y entonces lo de menos es la charla, y lo de más es que me pone a prueba. Creo que Emiliano no ha asumido la libertad democrática ni sus derechos. Le caigo bien porque me ve tranquilo hablando con él. Querrá evidentemente saber si yo también soy homosexual, y para ello no hay mejor fórmula que abordar y extraer sus conclusiones.

Al viejete Emiliano le faltó mucho amor. Debió sentirse en la tesitura de no salir del armario. Emiliano es de pueblo. De la zona de Teruel. Y vive en otro pueblo de mi zona valenciana. Y en los pueblos, salir del armario exige superar una presión mayor, porque todo el mundo se conoce entre sí.

Los cierres. Sí. Me llamó poco a poco la atención la inseguridad de Emiliano incluso en los actos en los que se sabe destacado. Emiliano basa su éxito en el juego de mesa antes citado, porque usa mucho los cierres. Es decir, que la partida se bloquee o plantee desde dos números iguales ante los que haya que responder. Sí que puede ser una mera estrategia para ganar. Pero yo creo que los cierres son muy familiares en Emiliano.

Porque su vida es un cierre; una impostura. Una vida que no pudo ser plena, y que debió canalizar su deseo como buenamente pudo y en estrategias de guerrilla opaca. Lo que quiere Emiliano es quedar bien. Y cuando logro abrirle la partida para que no cierre, entonces el hombre se desconcierta y sufre más para ganar.

Nunca jamás Emiliano se abrirá. Antes muerto. Le han jodido tanto la vida, que ha decidido ser diplomático y salir de los líos. Y guardar silencio de temor cuando mis preguntas sobre él van directas:

- "¿Conociste al padre de Andrés, Emiliano? ..."

- "Hombre, claro. Era muy buena persona, y su madre, y su hermana. Y todos ..."

Y a continuación se remueve nerviosamente. No se cree nada de que todo el mundo es bueno. Porque seguro que lo que cree Emiliano, es que somos todos unos perfectos cabrones que no respetamos nunca en la vida su orientación sexual.

Pero supongo que conserva en su chip la severidad de antaño y la ley de Franco, en la que si le descubrían podía dar con sus huesos en la puta cárcel.

Emiliano no ha salido de esa idea de desamparo. Como tantos y tantos ancianos homos, que prefieren hacer bromas correctas, mirar disimuladamente, ser eternos niños grandes, y solo reír cuando todos en el grupo empiezan con las carcajadas festeras.

-PERO NUNCA ANTES-

 

lunes, 2 de noviembre de 2020

- PODA INTUÍDA -



Y rápida, y arriesgada. Como todas las podas estratégicas y oportunas. Mi balcón está desnudo ante el futuro. Las plantas de mi balcón llegan al cambio y esta vez de verdad. La luna llena mediterránea me mira irónica desde todo lo alto aunque no haya aparecido en el horizonte, y tras una mañana en extremo veraniega.

Pero hay una verdad. La del cambio. Porque ahora las plantas de mi balcón ya no van a sufrir el impacto de ese calor que ya empezó en Mayo. Ahora ya va todo en serio. No será una poda con paréntesis o de festival. Ahora toca preparar un nuevo sentir que será contrario al calor.

Pero algunas begonias parecen hacer que no saben que va a llover en abundancia y que deben ser comedidas. Y siguen lanzando los rayos de sus flores potentes y rojas, las cuales reinan efímeramente en un tiempo que concluye. Y estas flores begonianas y excesivas, ya no pueden tener consistencia sino vanidad.

Intentan caerse a la mínima, para demostrar que siempre son hermosas. Pero las begonias en noviembre, también tienen su tiempo. Delicadas y coquetas, igualmente reciben el impacto del fresco, y pronto las avenidas de agua exageradas y erróneas del cambio climático. Y lo que deberá quedar, no será su ornamento o su ropa bonita, sino su andamiaje. Porque solo su base deberá contar. Los tallos bajos y sus raíces a salvo de contratiempos. Su tratamiento y presentación, nutriente y esencial. Su resistencia. Que el agua las moje sin riesgos de quiebras en las alturas. Que reciban el agua y el frío con aceptación y sin sobresaltos.

Parecido a las flores de un día. Siguen ahí con sus tallos altos, hasta que decido que esto es Otoño y que eso es excesivo. Le doy decidido a la tijera y al corte. Las raseo. Las echo hacia abajo. Les toca esperar la temporada invernal. Ya crecerán nuevamente cuando llegue la nueva primavera. Ahora toca agachar la envergadura y hacer humildad y defensa de su zona interior. Vendrá el ventarrón y el agua, habrá que replegarlas y hacerlas resistir. Las hago bien pequeñas y les deseo su mejor tiempo primaveral.

Los geranios, vibran. Se notan sobrados, en su tiempo, concentrados sobre sus raíces. No deben esforzarse en hacer hoja hermosa. Son selectivos para éso. Los geranios admiten el nuevo tiempo que viene. Lo agradecen y aplauden.

Siempre me preocupan mis vulnerables y a la intemperie, calas o lirios blancos. Esos tallos van a crecer huérfanos. Se moverán como quiera el viento y el frío, y poco podré hacer por ayudar a esas calas que cuando hacen flor es su magia de belleza blanca. Lo intenté con bridas, tutores y cordeles de hilo de palomar. Pero rechazan las calas los agarres. Porque su fragilidad se llama libertad y riesgo. Las dejaré al azar. Desde los bulbos estaré atento a su deriva. Son plantas de agua y frío, pero sus hojas pronto se bambolean y parten. Lo asumiré porque el balcón es el mejor lugar que tengo para ellas con la luz y los elementos naturales exteriores. Están creciendo vertiginosas. Como en un lucha constante contra su fragilidad.

La azucena grande no me preocupa. Ha enraizado y he jugado con ella a cortes ornamentales prácticamente todo el tiempo del año. Desde uno de sus hijos, logré una azucena hija, que se anima y amplía por esplendor. Es blanquiverde e inefable. Disfruta en todo tiempo aguantando una luz que precisa.

Mi naranjito en maceta, está escorado en un lado del balcón. El cítrico aguantará todo, porque esto es valencia y es una de sus cunas. Está en su hábitat, y esto es una buena garantía de solidez. Bien peor fue el achicharrante calor que ahora solo es nostalgia.

Al otro lado de mi balcón, experimento con el principio de una gran palmera. Le cuesta mucho a esta palmera. Crece lo que quiere, toma personalidad y espacio ajeno, pero con el viento desnudo se abre en abanico y se tuerce y rompe deshilachándose en exceso. La he salvado gracias a la fuerza de unos largos y excesivos tutores que la ayudan para la altura. Deberé esperar. Los tutores alargados seguirán ahí como garantía. Ya veré cómo evoluciona esta palmera.

Lo dicho al principio. El cambio de tiempo ya está ahí, siempre contando con la suavidad valenciana. Y mis plantas del balcón se miden ante el anverso del estío. Será un placer observar su nuevo comportamiento. Y a mis macetas de semillas las entraré cuando llegue la lluvia excesiva.

-NUEVO TIEMPO, NUEVO CICLO NECESARIO-