Reto. El seductor se mueve con mucha suficiencia en el chat. Lo que sucede es que substituye la vida que no hace por la fantasía de la mujer conquistada virtualmente.
El seductor siente grandes vacíos. Y entonces dedica su tiempo de la nada a llenarlo con deseos que suenan y saben a juego. Y va lanzando dardos de seducción. Es astuto y ocurrente, y eso agrada. Internet es facilón, y esto acompaña a su ingenio.
Al otro lado, algunas interlocutoras le prestan atención. Él, las va tanteando la psicología con astucia. Y todo va quedando en agua virtual de borrajas. No se ve capaz de abordar a gente de su edad y ciudad, y juega a la aventura de las lejanías.
Últimamente le ha dado por las mujeres de sesenta y un poco más. Quiere probar qué les pasa a estas señoras cuando se pacta un privado y empiezan las charlas. El seductor, selecciona. Va eludiendo a las mujeres de su tierra, y cuando huele distancia, se anima.
Encuentra fórmulas. Va consiguiendo la complicidad de estas mujeres, haciendo que las charlas sean extensas. Juega con las soledades de mujeres aburridas, que ya se separaron, y que poco de hombre real esperan en sus vidas. Pero el seductor se crece con estas circunstancias y se viene arriba.
Y pronto empiezan las preguntas cruzadas, y el seductor comienza a lanzar galanterías. Sabe, que algunas de estas personas utilizan el chat para imaginar que recuperan mundos imposibles con solo darle con los dedos al teclado de un ordenador.
En realidad, más que un seductor, nuestro protagonista es un "autoseductor", que necesita de su fantasía para mostrarse fuerte. Es creativo, agudo y simpático. Diferente, educado y nada lanzado. Al menos, inicialmente ...
- "¿Sabes? Eres tan agradable ..."
- "Dime tu edad ..."
- "Unos años más joven que tú. ¿Es tan importante? Tú eres una mujer y yo soy un hombre ..."
- "Claro. Pero ..."
El seductor ha lanzado bien su primer drive y su revés. La mujer le contesta luchando entre diferentes sentires. Uno de ellos es que se le pasa el arroz, y que ya le queda poco de disfrute vital.
- "¿Se acaba el mundo si intercambiamos nuestros teléfonos? Me gustas ...
- "¿Eh? ..."
- "¿Te he asustado? ..."
- "No ..."
- "¿No? ..."
- "He temblado toda. Hacía tiempo que no me sucedía esto y ..."
- "Ya ..."
Pasan los minutos y sigue la charla. Si dicha charla se torna marathoniana, el seductor fantasioso va asegurando sus anhelos. Galantea y mima calculada y audazmente a su interlocutora, le dice que se pone en su lugar y afirma: "Lo estás deseando ..."
Ella guarda silencio. Y al interrumpirlo se siente llena de dudas. ¿Tan grave será hablar por teléfono con un hombre más joven que ella? ...
Conseguido. Al día siguiente ella ha vuelto al chat. Y él utiliza la misma táctica, se muestra suave, y luego aprieta el acelerador. Pronto tiene el teléfono de la mujer imposible, pero dicha mujer no es de fantasía sino de carne y hueso. Y aunque siente cercanía de agrado, la mujer sabe que solo es un mero ocio sin más.
El seductor llama por teléfono a su madura "conquista". Y vuelve a ponerse educado, pícaro y exquisito. Tiempo tendrá de decirla luego un "me encantas", entre frase y frase de corrección.
Ella le observa bien. No le va a permitir mucho. Ni el seductor espera realmente nada de ella. Ni siquiera es partidario de coleccionar teléfonos femeninos. Lo único que hace es jugar a llenar sus vacíos interiores con ratos de placer que nunca llegarán a nada, y ni siquiera a contactos físicos esporádicos que tampoco él desea.
Ella, se lo dice bien claro. Le indica que esto es la realidad, y que ella solo irá a la cama con alguien a quien le tenga sentimientos de amor y nunca con follamigos ni cosas extrañas. Sí. Ahora ella es quien domina a la fantasía del habilidoso seductor. Ella le pone los pies en el suelo.
El seductor ya sabe lo que va a suceder. Que, será absolutamente nada. Y que el futuro irá enfriando el contacto, hasta desvanecerse por completo. Y toda la fantasía se esparcirá sin nostalgias por las redes imposibles.
-CHAT Y SOLEDAD-
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