domingo, 28 de julio de 2019

- SEGÚN LE HABLES, SEGÚN LE DIGAS ... -


 


A Miguel le veo dejado, flaco y pensativo. Un ictus cabrón le alcanzó de pleno, y de paso nos sorprendió mucho a su familia y amigos.
Han pasado diez meses. Le aprecio mucho. Y no me gusta ni su tiempo ni su deriva. También es un ictus con secuelas para mí. Porque egoístamente quiero que me escuche como siempre;como antes... Y como no tengo claro que pueda ser así, me queda un mal regusto de impotencia cada vez que le visito.
Trato de ver en Miguel a un tío con plenas posibilidades de recuperación, pero me da la impresión de que está dormido. Como hacen esos niños chicos cuando entran en pánico.
Sus familiares y amigos, casi todos, tratan de darle jabón. Y cuando no le llevas a terrenos reales, entonces el casi setentón Miguel se relaja y obtiene en la cháchara un oasis trilero para su profunda inquietud interior.
Yo, no hago eso. Me gusta hacerle cosquillas para ver por dónde sale, aún siendo consciente del desagrado que le produce hablar de sí mismo y de los proyectos de su futuro.
- "¡Oye!, yo quiero andar, ¿eh? ... "
- "¿Quién te ha dicho que no, hombre? ..."
Cuando le recuerdo que en su estado hay algo todavía más importante que la movilidad física y que es la reflexión mental, entonces Miguel se altera, y se pone convulso, y mueve su cuerpo, y niega y niega, e impone lo que ha de hablarse y lo que será tabú ...
Yo, decidí guardar a continuación silencio, y observarle. Pero Miguel no sabe lo que es el silencio ni conoce el profundo poder sanador de ese estado reflexivo.
Miguel es un cínico y me dice que la filosofía es un cuento, y lo que quiere es hacerme la puñeta. Y entonces, renuncio y trato de pasar la página aunque no se me note en la cara porque soy demasiado desnudo en emociones.
A Miguel le veo flaco, y me dicen que anda inapetente. Y sobre todo, ha decidido que le lleve el destino. Y no preocuparse por sí mismo y que lo hagan otros. Pero Miguel sabe pensar y tiene una carrera universitaria. Jamás se cuidó y de ahí el ictus, pero debe dejar atrás ese pasado y caminar con más rigor y eficacia los años que de vida le queden.
Sí. Le veo flaco y fuerte a un tiempo. Y bajando la guardia. Solo acepta el buenismo y las cosas intrascendentes. Quiere sortearse a sí mismo. Lo que pasa es que conmigo lo lleva claro. Yo, siempre le meteré el dedo en el ojo. Y le sugeriré caminos que puede realmente utilizar. Y su mejor camino es la cabeza y un profesional que tenga ganas de luchar a muerte con él y su futuro. Antes de irme, yo le dije: - "¡Tú, come, Miguel! ..."
Sí. que coma, y que mantenga el peso. Quiero ser su espoleta y su Pepito Grillo. No quiero verle en la derrota antes de hora, porque eso me duele igualmente a mí, que no veas ...
Miguel ha debido de creer que está loco y que ha perdido toda esperanza emocional positiva para siempre. Yo, ya no sé qué pensar. Él nunca es tonto aunque se lo haga.
Y yo siempre confío en que se dará cuenta, y que resucitará un día en silla de ruedas o caminando, y en que podrá esbozar una sonrisa real de independencia inteligente y alegre. Solo el azar puede saber qué le pasará.
-YO VOY A SEGUIR DANDO POR SACO-

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