miércoles, 10 de julio de 2019

- MI PELUQUERO RAMÓN Y EL "CORAZÓN DE JESÚS". -




Pasa el tiempo. La vida. Y lo mejor es aceptar ese paso inevitable. Mi peluquero simpático, granadino y campechano Ramón, se puso tan humano que me desmoronó un tanto ...
Lo de menos  es que se acerque Ramón a los ochenta años y que no lo parezca. Lo de más, es que le vi un tanto diferente y con un registro o ángulo que desconocía de mi peluquero, aunque sabía de su evidente religiosidad.
Ramón está en forma. Le da por caminar y no sabe dejarse nunca la peluquería, porque el día que se esté quieto, se muere. Ramón es actividad y humor de su tierra, temas cercanos, discreción, y todo su interior contenido.
Lo que me contó del "Corazón de Jesús" es su muestra de afecto para mí. Ramón me quiere y yo a él. Me pela desde que yo era un muchacho que acompañaba a mi madre con el carro de la compra todos los días o casi, camino del aledaño Mercado Central de Valencia.
Cuando era realmente un mercado distinto y cariñoso, un mercado de comprar y de relacionarse con el cliente, y cuando la invasión turística no convertía sus calles y puestos en un desfile curiosón e imparable de foráneos. Cuando los vendedores no se quejaban tanto de que no les compran ...
Mi peluquería. No fui nunca a otra, salvo un inciso de tiempo en el cual mi madre se puso demasiado mal y por razones de movilidad cambié a una femenina peluquería de pijos distantes que estaba casi pegada a mi casa que es la de mamá. Un beso para ella allá en donde esté. En mi recuerdo eterno, por ejemplo ...
Ramón es un currante andaluz que huyó del hambre. Y Andalucía tiene la bandera de la tradición de la religiosidad. Yo soy ateo, y aunque sabía que Ramón es creyente, nunca esperas que te cuente que hace unos años se oyó un tremendo estruendo que parecía como un choque frontal entre dos coches y que lo que fue es que en el jardín de enfrente de su peluquería apareció por ensalmo la figura de un "Corazón de Jesús".
Dice Ramón,-que tiene una réplica de dicho corazón en la peluquería-, que tomó aquel "Corazón de Jesús" y se lo llevó a casa. Y que el otro día le besó, y en un de sus visitas esporádicas al rastro dominical que hay al lado del Estadio de Mestalla compró un monedero con dicha forma de "Corazón de Jesús". Y que al llegar a casa, descubrió que en su interior había un audífono que además funcionaba perfectamente y que se adaptaba perfectamente a su oreja. Ramón está sordete de un oído, y me dice que el audífono suele valer en el mercado más de dos mil euros.
Y sobre todo, Ramón me mira fijo y cariñoso, y me dice que no se lo cuente a nadie y que lo que me refiere no lo sabe ni su mujer, no vaya a creerse que esté loco.
Yo, en silencio, sigo escuchando atentamente a Ramón. Le quiero mucho. Y me sabe mal cosas que me cuenta, y algo dentro de mí se pone preocupado. Porque soy así. Porque no creo que Ramón tenga problemas de dinero, porque mi crecer hacia otras vidas hace que los huesos duelan, porque Ramón no es de historias esotéricas o inusuales, porque no puedo creer lo que me está contando, y de nuevo porque me gana con su humanidad y buen rollo que siempre tiene. Y acaba diciéndome:
- "Un día, se lo conté a un cura. Al cura de aquí del barrio. Ya sabes. Por si esto fuese malo o algo raro. Pero, no. El cura no dijo nada de que fuera malo o estuviera mal. El cura no dijo nada. El hombre, guardó silencio y no dijo nada, ¿sabes? ..."
-Y YO TAMPOCO, BUEN RAMÓN-

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