jueves, 25 de julio de 2019

- ANTOINE GRIEZMAN, JUGUETÓN Y SENSACIONAL FUTBOLISTA. -




Pelo rizado, listo, ya azulgrana, ex atlético, francés, desenfadado, eterno chico, delgado y juguetón, e irónico con lo mediático.
Goleador, estrella, campeón mundial con la France, y con orígenes alemán y hasta portugués. Atraviesa la Península Ibérica tras consagrarse en la Real Sociedad y volverse intocable en el Atlético de Madrid del boss Simeone. Griezman no parece tomarse demasiado en serio el azar de la pasión del fútbol. Y prefiere divertirse y bromear cucamente a la cámara sin entrar en detalles. Fugaz.
Veintiocho juveniles años, un tanto frío, y con el tremendo don de la oportunidad para dar un pase prodigioso o para marcar un gol de bandera. 
Tiene en el escalafón  de arriba a poca gente. Al dios Messi, a Cristiano, y a muy poquitos y aún discutibles jugadores como Mbappé o Neymar. Juventud de uno, y desorden en el otro. Ya sabéis ...
Siento debilidad por los jugadores sinceros que puedan parecer cínicos. Porque Griezman, la única camiseta que ha de sentir es la bleu de su Francia. Y todo lo demás es capitalismo, y dinero, y fuegos artificiales, y su profesión, y sus habilidades con su zurda exquisita de delgado blanco, su pose a lo márketing, y toda esa gran parafernalia de promoción que propone este colosal deporte.
A Griezman se le debe juzgar como a un tipo que juega al fútbol y que lo hace primorosamente, y que con el tiempo ha aprendido a no encabronarse corriendo a lo loco, y a madurar sabiendo abrazar la pausa.
Es estratega como Deschamps, y descubre y revela el fútbol que sucede desde el propio choque en el césped. Allí, es capaz de tomar el libreto y esconderse y esconder el balón aparentemente. Todo éso, para aparecer como una fiera, revolverse y matar los partidos con sus goles y asistencias letales y definitivas.
¿Los contratos?, ¿las traiciones?, ¿las cláusulas? Eso son y serán meras anécdotas. Las bocas van a callar cuando el fútbol se incorpore y hiergan las competiciones. En la agenda de Griezman falta la misma Champions que el Barça reclama ya desesperadamente tras sus recientes chascos.
Leo Messi puede encontrar con Antoine a un tipo que releve a Jordi Alba en esa mágica banda izquierda, y a un peón de lujo capaz de inventar en un segundo la llave de un partido difícil o cerrado.
Griezman no parece ser esa gran estrella, o ese superfigura que eclipsa disensos, o ese top que se preste a la excesiva frivolidad, pero lo único que importa es que es un jugador como la copa de un pino y con una portentosa personalidad futbolística.
Parece poca cosa, un arlequín, un blandengue en apuros, o cosas así. Pero esa imagen que da desde arriba e inicialmente, muta en un imparable y escurridizo portento de habilidad y eficacia.
Ese es otro de los poderes del francés. Su aspecto de poco temible, le vuelve terrible y con un cerebro frío y privilegiado. Y el tímido muchacho ya veterano y de ensortijado cabello, se determina como imprescindible e insustituíble.
Su aparente indolencia que a veces desespera, es de oro. De quilates de uno de los mejores futbolistas de la actualidad, y a quien solo parece gustarle e importarle el jugar al fútbol.
No parece un forofo del oropel del IBEX del fútbol de España. Griezman es un muchacho encantador y pillo que sabe darle al balón. Un gamberrete simpático e inexcusable en lo suyo. Alguien que no mira demasiado los horarios pero que llega puntual a los entrenamientos y que siempre tiene una ingeniosa excusa para salir ganador. La excusa de su calidad evidente.
¡SUERTE CON EL BARÇA!

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