Ni siquiera es un oscuro color. Es una duda. No puede saberse bien qué sucede. Hay un impresionante silencio como inane. Puede ser la no vida, lo no creado, algo por parirse, asfixiante y brutal. Indefinible e inexplicable, extraño y de zozobra. Donde los sentidos y los pensares no pueden llegar y horadar.
Ahora, sí. Ahora sí que está todo color noche, color sombra, color inexacto y especulativo. Como si mirásemos con extrema miopía desde lo más alto. Es un atisbo, una casi ciega aproximación, unas sombras chinescas, y al fondo un más que tímido sonido podría indicar que algo se ha creado o que hay algo existente y latente.
Aumenta el color. El color del tiempo. No es que salga un sol, sino que unos anteojos o un descender aproximativo hacen vislumbrar un campo, y un tiempo, y a los otros, y formas y conductas hasta ahora veladas e imposibles. La noche ha roto a romper. Y esa ruptura ha traído una cosa llamada viento que es la vida. Y el mar. Porque aquello es el mar. Y el mar de las preguntas que comienzan. El mar de la infancia del saber y del descubrir.
El mundo y los seres humanos. Y los pueblos, y las ciudades, y las voces de las personas y los cantos de los pájaros. El color se ha vuelto vida y realidad. Las gafas han permitido la nueva visión, los pulmones se han clarificado y el respirar es evidente. Es ahora como volar a bordo de un avión que surca y sobrevuela un terreno definido.
Y cuando ese avión aterriza, comienza un tiempo cíclico de esperar y aprender. Es una escuela personal e individual. Hay que ver las cosas, definirlas, aproximarlas y abrir la llave del cerebro del pensar.
¿Qué?, ¿qué es esto y que será aquéllo? Comienza la vida personal, el camino, el reto y el desarrollo. Y todos los porqués. De dónde venimos, hacia dónde vamos, cómo es el amor, el llanto de la tristeza y el dolor necesario de las cosas al crecer.
Aquello es una montaña como lo otro ha sido el mar. Y entonces, uno, desnudo, se tienta la piel y se siente individuo y diferente a todos y a todo lo demás.
Y decide ponerse color de vida, se viste y elige paulatinamente su caminar. Todo siguen siendo dudas. Pero dudas lógicas y necesarias. Siguen los vacíos, lo idiomas, los barrancos, las indefiniciones, las emociones y el entrenar cada uno su propio destino.
Ahora, la confusión es el vademecum de ese abanico elector que forman todos los colores y las complejidades que forjan la decisión del rumbo a seguir. Millones de caminos con flecha de acción aparecen en el cercano horizonte de la autorrealización. Y entonces uno debe tenerse paciencia y calcular mucho antes de tomar cualquier sendero.
Finalmente, está el color del riesgo, de la acción y de la libertad. El gran examen ineludible que manda al sedentarismo y a los miedos al contenedor del gran basurero. Ahora es el color de la responsabilidad y de las consecuencias. El color del compromiso y de la ubicación.
Has decidido meterte en los caminos sanos del laberinto necesario de la vida. Y surcarás cosas que no te van a gustar, y otras acabarán siendo maravillosas poco a poco y paso a paso. Y te curtirás y endurecerás al lado igualmente del amor y de la ternura. De la adversidad y del placer.
-PORQUE ESTÁS VIVO-
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