¡No aguantamos! Andamos sobre el límite. Se nos va todo de las manos. ¡Help! Necesitamos urgentemente de la solidaridad de todos. Esto es un horror. Estamos haciendo todo lo que podemos. Pero sin ayuda esto se va al garete.
Estoy viendo a gente a punto de ser engullida por las aguas que se vuelven bravas. Aquí adentro es un infierno de vulnerabilidad. Necesitamos un puerto. ¡Un puerto! Una voz amiga, alguien que dé la orden de la humanidad y acabe con las angustias. Esto se bambolea y se mueve demasiado. Algunos saltan sobre otros. Están desesperados y bailando sobre una muerte segura si no se hace nada. La decepción con los Gobiernos es absoluta. Hemos venido hasta aquí a salvar vidas humanas y no nos dejan. ¿Qué clase de leyes tenemos para tener que llegar a estos extremos? ...
Ahí les veo. Solo son personas necesitadas de protección y calor. Vienen huyendo de sus infiernos respectivos. ¡Cuidado! Aquí hay hambre y calor, sed e ira, decepción y desconcierto, todo el dolor descarnado y sin imposturas, miradas temerosas hacia el agua y hacia nosotros los del Open. Nos rezan, nos miran, nos imploran, nos ruegan, nos lloran y hasta nos maldicen. Nos quieren pero nos odian a la vez porque les estamos defraudando.
Yo también pido por ellos y por todos nosotros. En cualquier momento aquí puede pasar algo gordo y definitivo. ¡Esto es el averno! Queremos Italia, Malta, Valencia, lo que haga falta, ¡pero que no dejen morir a esta pobre gente inocente! No me da la gana que se los traguen las aguas del padre Mar Mediterráneo.
Se están pegando por una sombra o por una tela. Les puede la desesperación y el olor a la nada de la muerte. ¡Aquí estamos! Aquí hay mujeres que han sido violadas en sus tierras de procedencia, y niños absolutamente inocentes y con unos maravillosos ojazos cuyas cejas se enarcan al no comprender absolutamente nada. Y adultos que tratan de agarrarse al clavo ardiendo de alguna esperanza blanca.
El equipo de psicólogos está desbordado. No debemos contarles mentiras y lo único que podemos mediarles es que tengan esperanza y que confiemos en el más que imprescindible final feliz. ¿Cómo les explicamos que nadie quiere ayudarles y que parece que acabarán muriendo en el mar? ...
Tratamos de darles ánimos entre todos y ser optimistas. Nos dicen que solo les digamos la verdad. Esto es supervivenvia en estado puro. No se sabe si se está más cerca de la muerte que de la vida. Nuestra decepción y nuestra rabia luchan contra la calma que sería básica y fundamental. ¡Por favor! ¡Please! ¡Quien sea! Pero, ¡ayúdennos! ...
Casi estamos en el umbral del agotamiento. Alguien grita amenazando con tirarse al mar si no hay soluciones. Otros, se suman al macabro y enloquecido motín. Y van en serio. El equipo de psicólogos accede presuroso y les pide calma y que piensen en ellos mismos y en sus familias. Los niños lloran de dolor y de desesperación. Hay patadas, golpes, contusiones, amenazas y de todo lo imaginable. Manda el caos a pesar de todos nuestros esfuerzos hercúleos. ¡No quitaros los salvavidas! ¡Por dios! ...
Pero nadie nos ayuda. Salimos en los medios y nos ve medio mundo, pero no hay reacción. Nos hemos vuelto fríos y como de piedra. Nos da todo igual. Aquí hay un racismo de miedo. Todos se pasan la bola los unos a los otros. Pero NADIE está dispuesto a ponerle el cascabel al gato. ¡Dios! ¡Solo queremos un puerto! ...
¡S.O.S!
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