domingo, 21 de octubre de 2018

- FÚTBOL EN OCTUBRE EN ESPAÑA -



Todos los días de partido sobrevuelan los cielos del Bernabéu las aves de la nostalgia y de la impotencia, las cuales representan los muchos límites del Real Madrid de este año. Son las aves que manda sin querer Cristiano Ronaldo y aquel tiempo de goles y Champions.
Y también huele profundamente a Zidane en el octubre de la Liga y de la Champions españolas, y a decepción y hasta indolencia. Porque el dios Florentino sacó de Rusia a Lopetegui para que algunos escasos meses después los resultados apunten a la guillotina final y a los nuevos aires.
Lopetegui solo ha demostrado que le gusta el dinero, dejándose tirada corriendo a La Roja, y esgrime un teoricismo táctico y dialéctico que no logra conectar y hacer el bloque sólido suficiente para obviar individualidades excesivas. Pero por ahora no lo consigue aunque el Madrid quiera ser animoso y pasar páginas. El futuro del técnico vasco dependerá de lo que haga con el Victoria Plzen y en el Camp Nou el domingo. Si no remontan en goles y en dinámica, Florentino tiene muchos sucesores en la agenda de contactos.
Todo parecen urgencias cuando el fútbol es una vanidad constante y permanente que no admite demoras porque se monta el gran pollo. Urgencias en octubre, que es cuando los equipos comienzan a cogerle el tranquillo a la seriedad, y cuando los primeros frescos del veroño ponen las pioneras exigencias autoconvencedoras.
En tres semanas no estará el galáctico Leo Messi por una lesión en el brazo. Una mala noticia que sube la moral a sus decepcionados perseguidores. El Atlético de Madrid mira las cosas con la calma más inteligente y deseable, no se descuelga de las competiciones y aunque su juego no convence, su posición es esperada y feliz y Simeone sonríe. Queda casi toda la temporada.
Además de las tribulaciones de Julen, de los pájaros grises e imposibles sin olor a gol de un Ronaldo machacado y ahora anulado por sus presuntas conductas con las mujeres y alejado en la Juve y en la desgracia de la preocupación, está el efecto moral de la lesión leve de Leo y los constantes percances físicos de muchos centrales en el Barça.
Leo Messi anunció por su cuenta que este año toca Champions, y ahora deberá ver las idas desde su casa y preocupado por un equipo que juega mal, en donde se discute a Valverde, y cuya defensa se parece a la del Madrid por ser un absoluto coladero y con los jugadores más titulares. Ha de esperarse que Messi y los suyos pasen la clasificación con el Inter y que mantengan las opciones en la Liga. Van los primeros.
Es octubre. Y hay tertulia para todos. El periodismo está hasta los topes de tertulianos desbordados y hablando a espuertas. El fútbol es exceso y sorpresa, ganas de emociones y lloros de sorpresas inesperadas. Ansiosas.
Es como si la cosa de los grandes trasatlánticos como Madrid y Barça,- que el domingo se arrearán prestigio en el gran Clásico nacional-, estuviera mesurada y vigilada por el VAR. Con uve. Esa cosa tecnológica que trata de apaciguar los errores y que lo único que consigue es por ahora que la flor del grito del gol se amordace y se vuelva tardona, y que las esencias tradicionales choquen contra las rigideces y los sostenes de la tecnología interpretativa que nada blinda.
Hay muchas noticias en la Liga de España, y hay ganas rivalizantes de que caigan unos y se libren los otros. Y mucha cosa vertiginosa que no admite demoras aunque sean necesarias. La estabilidad dependerá de las próximas decisiones y de las cercanas fechas. Mientras tanto, en octubre, aquí, en este fútbol español todo parece una especie de sobresalto anticipativo.
-A DEFINIRSE PRONTO-

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