Esta escritora tiene en la voz su sentido y su conciencia del éxito y de salir airosa de las situaciones. Y entonces su voz se torna chispeante y preñada de ironía.
La voz y la complicidad. El feminismo y la mujer en el arte y nivel cultural y literario de hoy. Esa es la gran seducción de Elvira Lindo. Y la radio,-sus inicios-, y la itinerancia permanente que marcó su vida.
Elvira mira las cosas de su tiempo que chirrían, pero va y no le entra el grito ni la risa. No. Elvira hace broma astuta con lo que no le parece de recibo, y con su vocecita enarbola una bandera de humor que descalifica lo que para ella carece de sentido.
Confesó en la conferencia reciente en la Universidad de mi Valencia, que vivió en muchos sitios, y que eso finalmente la ayudó. Toda esa realidad diversa y opresora contra la mujer, le hizo un espíritu estratega y defensivo contra el gran machismo imperante, y no digamos cuando siendo una chica llegó a la radio.
Su mirada y su sonrisa. Elvira no sería la muñeca domada sino una excelente y pícara parlanchina. Su gesto modoso, da paso a una mueca y sonrisa circunstancial. Y entonces dispara su gatillo literario y oratorio en el que se mezclan su verdad, su vida y su literatura.
Se puso a darle a la lengua con decisión, y no paró de charlar durante hora y media. El público,su público,-la gran mayoría eran mujeres-, las cuales se identificaban con ella y con sus cosas.
"Manolito Gafotas", fue su gran éxito del que ella ya quiere huír y alejarse, pero sin dejarle de tener ternura. Elvira ya no es un raro chicazo capaz de hacer de su voz las espontaneinades de un niño de barrio de Madrid. No. Elvira nunca creyó en aquella radio encorsetada y teatrera, y ahora apuesta por su libertad de mujer. Otros retos, otros tiempos ...
Plenamente mujer y madre, plenamente estética y con encanto, plenamente ocurrente y decidida, asumiendo su exitoso rol de heterodoxa y de inconformista, y poniéndose en su sitio con todas las señoras y mujeres más jóvenes que la miran con admiración y cosa grata.
Elvira significa la practicidad y el éxito, la popularidad, la feminización en busca de su interior más auténtico. De su debilidad o fragilidad aparentes puede hacer acero, y de su autoconvicción puede salir el carisma de su éxito.
Elvira Lindo quiere otra cosa, pero moviéndose en este su mundo de las tecnologías y de lo cotidiano. Decía con sinceridad que a ella nunca le había gustado ser protagonista inicial y todo eso, pero que cuando sentía que ya la habían aceptado venía entonces su sutil venganza y podía amarrarse plenamente a la sociabilidad y al protagonismo más que nadie.
Es la nueva mujer que se va reciclando, y que no quiere en exceso o nada que los varones alaben su virtud o valores. Nada de paternalismos ni de cosas así.
Su discurso en la Universidad fue un relato extenso de lo que quiere, de dónde vino, del escepticismo, de que hay que espabilar, de que no se fía un pito del periodismo en general, y de que lo mejor es vivenciar desde cada uno las verdades y las mentirijillas.
El de Lindo es el escepticismo práctico de hoy. A la defensiva pero sin recular, arrear con la mejor de las sonrisas, dejar a un lado el clima canoso pero sin que se note demasiado que les llama canosos o impresentables, o sin ser delantero de área pero que con sus goles se decidan los partidos.
Elvira Lindo sigue seductora y guardando ases en sus mangas. Porque es un tiempo así, porque es mejor ser gracioso que cabrearse para finalmente obtener lo mismo. La escritora mostró su seguridad y su plenitud. Se sabe potente y atractiva ante sus seguidores, a los cuales nunca intentará defraudar.
-PERO PRIMERO, SERÁ ELLA-
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