Es un dios en la noche invisible y social a un tiempo. Sabe cosas que no han de saberse nunca o que siempre se sabrán. Ese es el poli Villarejo. Héroe y villano a un tiempo, en una cosa que ha de llamarse Estado Democrático.
Ser policía tiene mucho de protagonista de placeres, aventuras y peligros. Y soportar esa presión no ha de ser agradable. La ambición, la vanidad extrema, el cesarismo, las medallas que le dieron contra ETA actuando contra dichos separatistas, el gran español utilizado, y también el maldito grabador inoportuno.
De la extrema violencia amoral de este hombre, se entiende su afán por grabar a todos y por no reconocer las intimidades de nadie. Para Villarejo,-ahora en la cárcel-, da igual un rey, una ministra o una Institución. Villarejo es el Poder. Porque la cloaca siempre será un gran poder. En la cloaca, en la parte más tapada, interior y acuosa del interior de la tierra social, puede haber poder selectivo y abundante. Solo algunos se atreven a hacer de las cloacas su lugar cómodo, su despacho, y convertir la pestilencia del sitio en Eau de Rochas.
Es la noche, lo sucio, lo no higiénico, el agua podrida, la acción invisible, el espionaje casi compulsivo, y el lar de un suicida que no puede vivir bien.
Villarejo es capaz de lanzarse al vacío sin paracaídas, porque sabe que abajo habrán camilleros enfermeros con colchonetas y grabados en intimidad, esperando que no revele sus actos íntimos o sus deslices humanos.
La cloaca es algo parecido en intriga a una oscura película real de Edgard G. Robinson. Negra, sin piedad, llena de gángsters y de rencor, de ratas, y de gente que tiene muy poco que perder. Si te atrapa la cloaca o la grabadora, tú también puedes perder el honor y el mérito.
En la cloaca hay virus que pueden llegar a las grandes cumbres himalayas del Estado o a las más exquisitas rubias de sexo y acción. En las redes de Villarejo hay exuberancia con pasión. En sus tramas está toda la verdad y exactamente el anverso de ella. Si te encuentras en una acera con él, lo mejor es que vayas si te deja por la otra.
Villarejo es un cordobés que lo ha vivido todo. Un torero de la noche echado para adelante y al que los toros ya no le molestan sino que decide jugar con ellos a su estilo y técnica. Su muleta es de virguería infalible y con una eficacia creativa y siempre punzante y de temer.
El policía, en efecto, ha decidido vivírselo y bebérselo todo. Porque su cloaca es atractiva y familiar. Su escondrijo social tiene blindaje y no mera alcantarilla, y es un híbrido entre un cabrón y un héroe. Desde esa ambigüedad lanza sus aventuras mediáticas, es un filón de prensa, concede entrevistas selectivas, dice todas las mentiras y verdades que le da la gana, y desde sus odios y algún afecto proyecta y clausura sus pactos condicionados.
Aunque esté en la cárcel, puede salir como un funambulista o una catarata ruidosa y de bomba grabada abatiendo personas, pasados y presentes. El espía siempre ha sido atemporal y muy listo. Inteligente, es otra cosa ...
El Estado se protege, aunque siempre ha temido a tipos como él y especialmente en democracia. Los cuernos te los pone tu mujer, y las puñaladas emocionales más poderosas proceden de tus amistades más íntimas y confiadas.
En la visión y el mundo pesimistas de Villarejo, no puede existir demasiado la palabra amor, y siempre estará la supervivencia y la ambición. Quizás porque tema que el día que baje la guardia y se ponga corderito se lo lleven con los pies por delante camino de la derrota definitiva.
-GENIO Y FIGURA-
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