miércoles, 5 de septiembre de 2018

- PERICO DELGADO Y SU SIMPATÍA -




El segoviano Pedro Delgado fue uno de los ídolos de mi juventud,-tiene mi edad-, y su voz acompaña las tardes televisivas de la Vuelta Ciclista a España junto a la de Carlos de Andrés. Cuando Perico soltaba un hachazo en la montaña, el país vibraba más que cuando las gestas de Miguel Induráin o cuando los bailes recientes sobre la burra del temerario y espectacular Alberto Contador.
Carisma es la palabra que lleva a Perico al lado de su simpatía. Perico es listo, y tiene esa calma y astucia erudita de cuando corría y crecía como gran ciclista ganador del Tour y de varias Vueltas.
Pedro Delgado muestra en su tono de voz una tranquilidad que deja paso a un tipo que se ha adaptado a las mil maravillas al medio televisivo, hasta parecer un periodista más.
Aspecto juvenil, como si las cosas no pasaran por él, cabello ensortijado y de buena mata, y tremendamente agradecido al deporte que le dio a conocer al país y al mundo ciclista general.
Perico, hacía "pericadas". Era capaz de presentarse en meta y perder un Tour por llegar despistadamente a una contrarreloj. O coger alguna que otra pájara, con la cual arrastraba en cruz de desventaja todo el resto del tiempo. Pero Pedro creció mucho y se hizo práctico y efectivo. Atacaba astutamente cuando debía de hacerlo, cada vez era más regular, y mejoró muchísimo en las contrarrelojes. Todo lo ideal de un ciclista veterano y ya preparado para ganar. Porque para ganar has de procurar ser completo. Ser bastante bueno en todo. Si te falta alguna especialidad, las posibilidades se reducen considerablemente. Aquellas "pájaras" cedieron, ahora el propio Perico las bautizó como "el tío del mazo", y si no fuese por su simpatía ver ciclismo sería demasiado pesado. Y más con lo conservador y amarrategui en que ha derivado el ciclismo actual.
Treinta años después de ganar su Tour, Perico sigue con nosotros y nos comenta y narra las etapas. El calor hace que nos entre la modorra y echemos la cabezada. Pero eso lo sabe bien Perico. Lo asume. Y muestra su profesionalidad basándose en la sencillez y en la palabra oportuna que define con precisión lo que sucede en carrera, y casi siempre en clave de ironía que le quita dramas y trascendencias a las euforias y a las decepciones.
Perico agarra bien las etapas. Dice lo justo sobre lo que piensa, y observa con gran trabajo y agudeza las ideas de unos y de otros. Y le gasta bromas a Carlos de Andrés, y sonríe contínuamente. Pero todo hasta cierto punto.
Parece ser que Perico llegó a ser enfermero. Y por ahí va su discurso en la tarde. Entiende a los corredores, pero a la vez tiene cosas llanas que en cuanto ve que se pueden desmadrar, entonces cambia el tono, guarda silencio, y luego reanuda su voz loando la dureza y el talento de los corredores y de las situaciones. Porque esa es su verdadera visión del ciclismo.
Para Perico el ciclismo es dejar hacer y opinar sin sentar cátedra. Ironiza sin perder la seriedad de sus argumentaciones en los comentarios, e intenta hacernos ver si la etapa puede ser la suma de todas ellas, junto a la resistencia o el atreverse.
Lo de Perico es una defensa y amable del ciclismo. Del de hoy y del de siempre. Y de el del futuro. Perico es realista y sabe que la tele ha de ser emoción, enganche, y hasta salirse de la norma pero hasta cierto punto. Y cuando toca, suelta su sonrisa juvenil y se acabaron los peros.
-TODO UN PERSONAJE-

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