sábado, 7 de septiembre de 2019

- NIEVE FRÍA EN BLANCA F. OCHOA. -




Nieve fría en Cercedilla. Blanca Nieves y su fatal azar. La altitud y la bajada con antitéticas y delicadas. Y nunca nadie debería juzgar a nadie.
En el apellido de la simpática sonrisa de Blanca, emerge un campeón olímpico de esquí que logró el oro en el japonés Sapporo. Franco aprovechó que en las Olimpiadas no ganábamos nada, y menos en las de invierno. El Régimen del dictador se sintió bien y trató de hacernos ver que su dictadura iba fenomenal.
Blanquita fue mediáticamente la sucesora y la gran pionera abrecaminos en tiempos en donde a la mujer española se la miraba con recelo si decidía ponerse una prenda deportiva y practicar. La Ochoa impactó bien con una sonrisa entre aniñada y animosa, y la Democracia se hizo niña y habitó entre nosotros. Algunos todavía se preguntan si esto es Democracia o un gran cuento chino.
El otro día leí que Blanca afirmaba que no le gustaba esquiar ni pasar frío de la montaña y de la gran competición. Y que fue obediente a unos padres que la alejaron de los suyos para hacerla experta y ducha en algo que ni siquiera le agradaba. Esquiar ...
A lo mejor sí que le agradaba esquiar a Blanca. Pero quizás no es bueno invertir en niños prodigios y no dejarles jugar en su mundo y en su naturalidad. Dicen de Blanca que no sabía casi nunca decir que no.
Hay muchas incógnitas misteriosas y deducibles a un tiempo. Si de niño no eres feliz por muy bien que te portes u obedezcas, algo tuyo queda marcado. Y no es lo mismo la fuerza mental que el poderío físico. Ambos poderes han de llevarse lo mejor posible.
Blanca no fue de oro como su hermano Paquito, pero fue de bronce por su tesón y su osadía, y eso tiene un histórico mérito y más en una mujer que como Arantxa S. Vicario partían de la nada de la tradición.
Otro día leía que Blanca se consideraba a sí misma como a un producto. Una mercancía. Como si no hubiera podido tener el espacio suficiente para construír su libertad. Y seguramente careció de ese imprescindible y esencial elemento.
Bajar del podio a la tierra nunca le es fácil a nadie, porque pasar de héroes a gente de la calle supone siempre una madurez planificada con ayuda, acierto y reflexión.
La tele trató muy mal a Blanca. La llevamos a programas bobos como "Supervivientes" y decenas de tontadas similares. Y, ¡no! Un deportista no ha de decidir pasar del deporte al show. A menos que sufra una transformación y un descubrimiento extraño de una vocación tardía.
No sé apenas nada de Blanca Fernández Ochoa. No quiero ser un cotilla de su vida personal. A mi, ¿qué? ... Lo que más sé es que parece que no encontraba su sitio en el mundo y que a veces reclamaba imperiosamente una gran escapada. Necesitaba desexistir.
Soñar, con que su amiga la montaña dormiría su futuro imperfecto e impredecible. Cuando uno no quiere saber nada de nadie y escapar de todo, es que está sufriendo demasiado. Y Blanca tuvo muchísima menos suerte que la medalla que se le escapó en Calgary. Muchísima menos.
Se ha ido al recuerdo demasiado joven y atropelladamente. Sintiendo el vacío tremendo de la absurdidad. Su historia debe hacernos pensar. Pensar en haberla dejado más tranquila en vida, y haberla permitido jugar y jugar hasta caerse de culo. Y que hubiera podido elegir sus aciertos y sus errores. Que hubiese podido elegirse a sí misma y no que otros la eligieran a ella. Las montañas lloran su ausencia. D.E.P.
-A MÍ QUE NO ME ELIJAN-

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