Nuestra vueltita a España 2019 no contó con la calidad de los ases Froome, Bernal o Dumoulin. Pero la calidad fue suplida y con creces por la emoción y la belleza estratégica de las diferentes etapas.
Primoz Roglic,-esloveno-, no era tan desconocido. Había logrado ya grandes puestos en Tour y Giro, y apuntaba como uno de los grandes favoritos. Y lo demostró de principio a fin. Un correr económico, inteligente, estratégico, colosal en la crono, y con una tremenda fortaleza. Un para nosotros desconocido simpático y correcto, el cual se limitó a hacer lo que sabe y a demostrar su calidad de completo corredor. Llaneó como nadie y aguantó sin apuros en la montaña. Ha sido el gran ganador. Sin paliativos. El más fuerte. Y en ciclismo no suele ganar una sorpresa, sino una sólida consistencia.
Capítulo especial merece un Alejandro Valverde veteranísimo y que pocas veces defrauda. Nuevamente segundo en el podio de Madrid, y con una vitalidad y longevidad, lo cual unido a su entusiasmo, le dan un nuevo alegrón. Valverde sigue rápido, inasequible al desaliento con su maillot arco iris de campeón mundial en ruta, y el mejor de los españoles con diferencia. Y esto último es preocupante aunque no estuviera Mikel Landa. A pesar de Marc Soler y de su fortaleza, nos hace falta un chico joven que sea capaz de mostrar serias aspiraciones a ganar una prueba de tres semanas. Relevos ...
En el tercer lugar del podio de Madrid, un jovencito Pogacar,-esloveno como Primoz Roglic-, ha sido la bonita sorpresa de la Vuelta española de Septiembre. Sin hacer apenas ruído, el joven Pogacar ha ido en progresión y ha sido el más fuerte ha medida que pasaban las tres semanas de competición. Gran rúbrica en el final de Gredos.
Y a partir de la cuarta posición, las decepciones y las tensiones. Aunque ya se sabía que Nairo Quintana ya no es el que fue, en esta Vuelta quedó de nuevo en evidencia. No es ni la sombra del que ha sido. Sigue teniendo una clase excepcional pero solo la saca a ráfagas. Y eso es insuficiente. Arranca en la montaña como nadie, pero se queda a los pocos kilómetros. Trata de remontar subiendo porque el que tuvo, retuvo, pero ya es muy tarde. Nairo ya no es valor seguro. Nairo es solo un recuerdo.
El quinto de la General ha sido Miguel Ángel López, colombiano también. Lo intentó todo, y fue bravo y valiente. Pero al final defraudó por unas declaraciones que lanzó a Valverde, asegurando que no había que haber atacado cuando él se fue al suelo. Discutible. Porque ese fair play no se aplica en las motos, y cuando uno se va al suelo no lo esperan. Es cierto que esto es ciclismo y que hay tradiciones, pero Valverde no tuvo la culpa de que el "Supermán" López se cayera, y continuó como todos los demás hacia adelante. Parece duro pero tiene su lógica.
Ha sido coqueta nuestra Vuelta 2019 de puertecitos empinados a lo bestia en los últimos kilómetros. Ha habido de todo. Parones, acelerones, sorpresas, caídas, lluvias, solazo, paiajes maravillosos, y grandes escapadores de la aventura de la etapa individual.
Siempre o casi, han pasado cosas dignas de ver, aunque fuese en los últimos puertos y en los últimos kilómetros. Una Vuelta rara en el mejor de los sentidos. Tres semanas de días que ya no son para telespectadores porque ya es Septiembre, pero a pesar de eso nuestra Vuelta ha sido coqueta, caprichosa, con sello personal y bonita de ver. El Movistar se ha convertido en un corral de internas peleas de gallos, y siempre ha habido salsita. Marc Soler se va consolidando como una promesa aunque está por ver qué le pasará.
A pocos ha defraudado este tercer Gran Slam ciclista por etapas, tras el primaveral Giro y el clásico Tour. Después de tantos kilométricos y de tanto cansancio, puedes percibir que el ciclismo es un deporte durísimo y televisivo. Y que hay que dar la enhorabuena a esos entusiastas que diseñan los trazados y los gestionan con esfuerzo y más que con buena intención.
¡BRAVO, CICLISTAS!
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