El exterior. El espacio exterior. Lo de afuera. Conocemos y pisamos la Tierra aunque también es algo que se nos escapa porque es una bola grande que se mueve dando giros, parece plana, y nos tiene a todos pegados en la gravedad. La Tierra es rarita, pero la vamos conociendo más o menos.
Pero la ventana del exterior tiene más miedo y emoción. Es todo una incógnita inalcanzable. No podemos llegar a esa Luna roja y enigmática y es una pena. Solo el pie de Armstrong puso concreción y ciencia allí sobre su polvo.
Pero la luna está ahí afuera. Si tuviésemos los brazos monstruosamente largos, podríamos hasta acariciar su luz. Y no digamos cuando en noche limpia lleva foco de luna llena y se anuncia su presencia. O cuando hace eclipses, y juguetea con la decoración astral. Todo pura magia en nuestra comedia expectante.
Hay más protagonistas. También está Marte, planeta cercano que parece menos quemando que Venus, y que es uno de los objetivos de nuestra líbido y de nuestra ambición. Marte, jugando con la luna, y con las luces de la Tierra, y con Venus, y con todos esos personajes que marca la Física pero que solo nos interesa para pasar una dulce y distinta noche de verano al aire libre y sin el socorrido ventilador.
El cielo a veces no puede esperar tanto. Queremos una seguridad alternativa a las condiciones de nuestro planeta azul. Toda la seguridad anhelada y quién sabe si posible. Y los medios de comunicación excitando a las redes sociales buscando un nuevo sexy y una añadida experiencia visual.
Todo es un misterio sin resolver. Quizás en el fondo queramos que siempre exista un misterio. Porque ese misterio hace que llegue la oportunidad de contarnos cuentos y de socializarnos todavía más. Histórica luna roja. Brujas del akelarre, los ovnis, los hombrecillos verdes, las estrellas, el horizonte, el firmamento, el bocata en la noche de una playa suave, las risas de ella, los músculos de él, y toda la concentración y conjunción que forma un encanto.
El cielo es fugaz. El eclipse es cosa de unas escasas horas. El calor rojo es bello. Semeja al fuego. No hay nada más bello que la naturaleza ni nada más humano que el querer subir, otear, descubrir, mirar y alcanzar para poder saber y contarlo.
En realidad, ¿qué es todo eso que vemos todos mirando hacia arriba sin quitar el ojo? No siempre es Ciencia. Solo es una atracción, un tiempo de placer, una curiosidad, un atractivo pasatiempo, una compulsiva pasión por hacer fotos a las magias nuevas, y luego ponerse a dormir con la sonrisa cansada pero feliz de la seguridad. La luna llena ya está de nuevo como siempre. Se hizo la paz.
¿Qué había ahí?,¿por qué eso todo lo que pasa ahí afuera? No se puede saber. No somos dioses sino hormiguitas. Los dioses, los jefes, los intocables son los astros y las fuerzas de la naturaleza que son las que marcan las verdaderas reglas del juego.
Newton, Asimov, Karpov, Gagarin, Hawking, Alfred Hitchcock, Drácula, la bruja buena, Alien, las naves espaciales, los telescopios, los grandes observatorios, la cámara del móvil, la Canon potente, los japoneses, todos los curiosos entre los que me incluyo. El deseo de saber toda la verdad, el imperio de la ansiedad y de la fiesta de la noche desnuda y abarrotada.
-ESPECTÁCULO-
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