Masa internacional. Pamplona. Turismo. Sanfermines. Toros, pañuelos típicos, Navarra, los saltos prohibidos y la presencia del turista guiri y procedente de los cuatro puntos cardinales y jóvenes del Globo.
Mito imparable. La magia que encendió Hemimgway y que lanzó a los cielos. Más populares aún que las Fallas de mi Valencia o que la mañana de la Tomatina de Buñol.
No hay distancias ni límites, la Seguridad se emplea a fondo. Borrachos imparables, aventureros pecadores e impenitentes, atracción carismática que se apoya en la muchedumbre para darle monumentalidad, meadas por doquier, tormentas aisladas, vida sin horarios y pura vacación. Julio. Un mes propicio para la hazaña patatera y hasta divertida.
¡Spain! ¡Gora San Fermín! Un no parar. El chupinazo, la traca, los petardos, el dios ruído, y la energía hercúlea y explicable de la juventud que se inicia en la vida surcando terreno experienciable.
¡Machismo atávico! ¡No violen ni magreen a las mujeres! ¡Ha pasado y es intolerable! ¡Contención, cojones! ¡Stop de una vez! ...
Ocho de la mañana, hora peninsular española. Ritos y ancestros. Los detractores hacen lo que buenamente está en su mano porque juegan contra el imperio de ese negocio atávico que se llama tradición festiva.
¡Pamplona se prepara! Pamplona está ahí dispuesta para los encierros. Los mozos del pueblo tensan cual atletas de élite sus músculos en evitación de males mayores. Hasta que empieza la estampida.
¡Toros! ¡Ahí están los toros! La manada, los blancos mansos, los bravos, los periódicos salvadores, los sensatos, los insensatos, los cebollos, los cabrones que intentan jugar un tú a tú de cinco minutos escasos con unas maravillosas bestias de seiscientos kilogramos y con unos cuernos defensivos letales y hasta maravillosos.
Resbalones, masificación, caídas, esguinces, muchas suerte, pisotones, guerra abierta por la supremacía en las calles más desnudas y tradicionales de la emblemática ciudad, y todo un equipo médico con ambulancias e infraestructura para llevar a los lesos a los hospitales tras atenderles in situ.
Cerveza, fanta, vino, cocacola, de todo, de todo lo que se piensa, ganas de hacer todo lo contrario a lo que narra el tiempo responsable del trabajo y de correr el marathón de los amiguetes y de tumbarse a la bartola cuando a uno el cuerpo le dice que ya.
Antitaurinos,mujeres lesas, más agobios,más risas, carcajadas, australianos, japoneses, estadounidenses, franceses, italianos, de Kansas, te cansas, te recuperas y sigues. Y sigues, y sigues ...
San Fermín parece increíble. El 2017 y nuestro tiempo parecen desmoronarse y quedarse aparcados detrás del triunfo del despelote. Y cuando los "foreign" vuelven a su país, deciden prometer que vuelven y con más sobrados instintos de vendetta festiva. Es la peña internacional del turismo de ocio de Julio, es contar épica y posibilidad, libertinaje y porrón, paletismo y postmodernidad; algo nuevo que llega y que se parece a una peli de ciencia ficción con grito de toro al mugir, y de un hablar inglés apresurado y con acento de alcohol y carrera. ¡Juventud!
-A DARLO TODO AHÍ-
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