Pelo ensortijado, mirada incisiva, entradas que la edad define, y si te fijas en su expresión, es más sarcástica aún que impaciente.
Si no ves la televisión, no puedes saber quién y cómo se las gasta el periodista Eduardo Inda. Interrumpe constantemente, se queja de que no le dejan hablar a él cuando en realidad es al revés, trata de ridiculizar sin ética a todo el que se le ponga por delante en ideas contrarias, hurga en sus vidas privadas, busca el todo por el todo, y hace esa actitud americana sin barreras en la cual todo fin justifica los medios, lo importante es el ruído y hasta la furia, que se exprese desde el citado periodismo es sintomático de un modo de hacer que hasta puede reflejar un modo social en el que habita.
Eduardo contra todos. Contra quien haga falta cual enfant terrible, para así promocionar ideas y no quedarse atrás en las urgencias económicas.
Si se busca una tertulia resposada, serena, una opinión tranquila o una convocatoria lenta y reflexiva, que no inviten a Inda.
Inda es la carrera del coche desbocado, el oportunismo popular, el señalar con el dedo mil veces a ver si te das cuenta o te te convences, el insistir en lo mismo para convertir una habladuría en un refrán duradero que venga del atrás.
Quizá por eso es así de conservador, y se tiene por delante un terreno extenso para mostrar sus actitudes y modus. Porque Inda está cosido a las tradiciones y le aterran los cambios. Solo faltaba, que en medio de su emerger mediático, creciera y surgiese igualmente la nueva savia de unos chicos universitarios que se llaman Podemos.
Podemos, es cuestionarlo todo. Es más renovación y revolución, que ideología. Podemos es el surgir un mundo nuevo y diferente a todo lo que hasta ahora conocíamos y esperábamos.
Por eso Inda se excita indignado y saca el hacha verbal y de querellas hacia el Partido de Pablo Iglesias o Monedero. Porque estos dos, son su antítesis. Sus diablos a extinguir porque representan para él la peste social y el nuevo imperio de la unión de repúblicas socialistas soviéticas, o algo parecido. El mal.
Pero, no es tan así. Inda siente que le comen el terreno de su argumentario agresivo y sin escrúpulos que hace que los moderadores se tambaleen inquietos y casi impotentes. Inda siente que le dejan sin voz, sin pluma, sin opinión, sin twit, sin lápiz, sin ordenador; sin espacio ancho y largo para sus decires y teorías propias y aparentemente más que conservadoras y tejidas.
Pasará el tiempo. No se sabe si Inda se moderará, o si su ímpetu casi descabalgador formará parte de un tiempo fugaz. Lo más probable. No se sabe quién ganará las guerras, pero mal asunto ese de las guerras.
Porque los espectadores se cansan muy pronto de las cosas dado que la vida es cansancio, y la tele es relax. Inda, pues, deberá replantearse las actuales estrategias si desea que le sigan considerando un periodista y hasta con longevidad.
Hoy por hoy, Inda es el hombre morbo de la tele del que puedes esperarlo todo, del que se pasa los turnos por los forros, del que se sabe imprescindible en algunos foros del hoy, ayer y mañana, de derechas y del capitalismo que todo lo gana, del Real Madrid, y de sus fuentes profundas de las que afirma beber. Hoy, Eduardo Inda, sigue a toda hora pegado a las actualidades y a las polémicas. Y, atizando a Podemos.
¡VENEZUELA, VENEZUELA! ...
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