jueves, 13 de julio de 2017

- FUEGO PREVISIBLE -



Cambio climático. Masa de aire sahariano. Demasiado calor en el desnudo y abandonado verde de la Naturaleza. Acción desesperada en la paz cotidiana del campo. Se cumple lo peor. El calor sigue arrasando. Quema. La temperatura convierte a la seguridad en incertidumbre y estalla silenciosamente el caos.
Algo prende. Un cristal potencia los efectos, la suciedad contribuye, todo sigue hirviendo, y finalmente aparece un humito espantoso que preludia toda la tragedia.
Y el humo se excita más y más, y se torna rojo devastador y móvil. Se llama fuego y va haciendo pequeñas colonias de poder hasta que se vuelve ambicioso y ataca las arboledas. Todo lo que el fuego halla en su avance no importa. Esa fuerza ígnea purifica y destroza sin escrúpulos. El miedo es su lema, y la dama de la guadaña su acción concreta.
Las gentes le divisan. Se llama incendio, y las llamadas a los parques de bomberos se suceden. Los chalets están ahí, y el pueblo, y la itinerancia por la montaña, y los animales, y el respirar, y la vida, y toda la desesperación en el límite.
Ahí ya no se puede respirar bien. Paradoja. Al pueblo y a la montaña se va a respirar más y mejor, pero ahora la pituitaria capta ondas tóxicas y los ojos y los pulmones perciben agresión. Hay que taparse la boca, porque el humo y el oxígeno puro son enemigos absolutamente irreconciliables.
El rojo cabrón de las llamas del fuego baila a capricho ante las hectáreas y la impotencia de las gentes. Del todo. Hasta que finalmente alguien lanza contínuas órdenes desde un megáfono indicando que hay que abandonar inmediatamente el lugar. ¿Dejar las casas?, ¿dejarlo todo a merced del fuego letal? No hay de momento otra opción. El viento está decidiendo la lid que sostienen los bomberos con la catástrofe roja y descomunal que emite humo ciego.
Llanto y desgarro. A los coches de ayuda, y a salir de esa encerrona cagando leches antes de que se cierren de fuego las carreteras de montaña y pueda no haber escapatoria. El pesimismo y el dolor presiden cada decisión y cada pensamiento. Batalla perdida.
¡El primer helicóptero de los bomberos lanzando agua ya se divisa! Algo es algo. Por fin se está plantando cara bombardeando con el líquido elemento al infierno cabrón. Puede comenzar la esperanza.
Realmente es dura la labor de un bombero. Es un Cuerpo que nos trae sobresaltos pero que es imprescindible. Sus sirenas y sus camiones reflejan nuestro inconformismo contra la irregularidad de espanto que arrasa.
Muchos bomberos han fallecido salvando vidas y cayendo extenuados cual guerreros necesarios en medio del infierno del fuego de los cojones.
El viento cambia y el tiempo pasa. Se detiene el llanto imparable de un niño que gime imparable desde que llegó al refugio de un polideportivo salvador con sus padres y vecinos huyendo de una muerte horrible.
La gente se aglomera muy cerca de la tele. Informan que el incendio ya está controlado. Que ya pueden volver a sus casas. Pero lo malo es que nunca sabes qué coño vas a encontrar allí al llegar. No sabes si todo se ha salvado o ha de comenzar una nueva vida. Y sigue haciendo demasiado calor.
-TODO DEMASIADO-

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