Aunque se pueda pensar que el Madrid ya va embalado y feliz a por la Liga, y que el Barça atraviesa el bajonazo depre tras su eliminación en la Champions a manos de la Juve, cuando este domingo 23 se abra el Bernabéu y veintidós muchachos vestidos de blanco y de azulgrana salgan al césped, toda idea practicista y de mollera cederá por unas horas.
Es la fuerza del Clásico. De ese gran partido de fútbol esperado por el aficionado, en donde lo único que predomina es el prestigio y el enfrentamiento directo entre seguramente las dos escuadras más poderosas y con más estrellas del planeta fútbol.
Esa rivalidad, esa alegría instituída año tras año entre catalanes y madrileños, seguirá virgen e impoluta. Esa magia supera a otros pensares estratégicos y academicistas.
Todo lo que haya pasado antes del gran choque, habrá importado un comino. Y toda la nueva pasión se desbocará cuando el colegiado dé el pitido inicial. Es el gran partido del planeta, el encuentro b de la Liga de España y de toda la expectación internacional.
Es el equipo de Cristiano contra el de Leo Messi, es ver la flor y el entusiasmo tranquilo de Zinedine Zidane, es ver si Ramos la vuelve a enchufar con la cabeza y en los últimos minutos, es ver si Andrés Iniesta vuelve a ofrecer un nuevo recital, o si Messi decide resarcirse de sus heridas liándola parda en uno de los escenarios más carismáticos del Globo.
Es uno de los momentos estelares de la temporada, en Abril, sin claros favoritos aunque huela a triunfo local, y con toda la pugna entre los dos eternos rivales sin decidirse hasta que el gol hable en el campo o hasta que el "referee" lance su silbido de clausura.
Dejaremos por un momento al margen si el Madrid tiene todo el pescado a favor, o si a Iniesta ya le va pesando el culo como a CR7. No pensaremos del todo si el Madrid no juega demasiado brillante, o si Neymar estará ausente. Nunca pensaremos en la mala política para suplentes que hizo el staff técnico del Barça o si todo será menos trascendente que otrora.
Como gane el Barça, volverá la Liga. Como gane el Madrid, habrá sido el justo y más regular ganador de una Liga marathoniana en donde el Sevilla amagó pero no dió, y en donde Simeone llegó tarde a equilibrar su fantástico bloque que aspira y mira en dirección a la final de Cardiff.
Todo esto serán historias y especulaciones. Y habrá ganas. Muchas ganas, de ganarse mutuamente. A la cabeza, el rebelde y espléndido Gerard Piqué. Piqué es el abanderado y vehemente jefe de la pasión y el carisma azulgrana, además del mejor central del mundo.
Y muy cerca andará el francés Benzema, o Morata que es todo un diamante que se pulió en Italia y que llegará seguramente a mucho de lo que se proponga.
El etrusco y espléndido Busquets, intentará ser el gran y rutilante stopper que roba balones y que equilibra a su equipo dándole sentido y lógica posicional. Y con la lesión del eléctrico Gareth Bale, no extrañará ver en la zona central y de creación del juego a un Isco formidable, creativo y estético que alivia la prolongada baja forma de Modric.
Kroose pondrá elegancia en los pases largos y maestría en los córners, Keylor dividirá a la afición en función de sus paradas espectaculares o de sus hierros impropios, Marcelo hará revivir al mítico Roberto Carlos,y si el partido se torna correcalles la voz de Manolo Lama y de todos los demás narradores deportivos precisarán al final del choque y del gol un plus de infusión de miel con limón.
El Real y el Barça son los dos grandes equipos carismáticos de este negocio. Y eso está muy por encima de números y de coyunturas. Lleno total y pasión a mil. Como el fútbol atractivo en estado puro y a dólar batiente.
-COMO SIEMPRE ES-
0 comentarios:
Publicar un comentario