Francia es una gran Nación. La madre de Europa y de la civilización humanista más que seguramente. Desde su progreso y avance, desde sus ideas revolucionarias y combativas, la igualdad, libertad y fraternidad, ha admirado al mundo.
Francia es un ejemplo de progreso. Un impulso humanista y tolerante que siempre se ha ganado el corazón de otras democracias mucho menos cercanas. Francia ha sido generosa y admirable, lo es y lo será, porque impulsa y crea idearios lógicos y potentes. La razón.
Ahora, la libertad de la France está atacada por ese capitalismo neoliberal que asfixia, y sufriendo las dentelladas del fanatismo religiosista que viene del hambre y de la incapacidad del Sistema de integrar a jóvenes sin futuro y sin esperanza. Porque solo la pobreza es la madre de la muerte y de la violencia.
El fascismo populista está ahí. Es engañador y peligroso. No es la verdad, sino el miedo bobón. El miedo tiene una fuerza descomunal, pero el pueblo francés es valiente y ejemplar. Porque sabe pensar, porque crea ideas, porque es tolerante, porque es capaz de ser analítico y desprenderse de los lamentos para avanzar hacia una mejora de la capacidad ética general.
Ya lo sé. El cuerpo pide votar otra cosa. El cuerpo inmediato tiende a defender el in extremis frente a las luces y a la inteligencia real. Pero también la madre Francia, sabe que representa y dirige a otras gentes de otros pensares y pueblos, que ven en los principios de la República un ejemplo ineludible.
"La Marsellesa", es un himno que aúna contundencia y piedad. Es el himno que ha actualizado a la histórica "Internacional", colocándose en la actualidad más oportuna y realista. El voto de un francés no solo será un voto local o nacional, sino que marcará siempre las referencias del pensamiento europeo y global.
Están los sobresaltos, y los lloros, y los atentados, y los muertos, y la sangre derramada por la defensa de la libertad. Libertad, con mayúsculas.
Sí. Es el dolor. Está el dolor. Se entiende el dolor. Por eso mañana hay que votar sin olvidar, pero con la idea de futuro y con las luces de la razón en el ánimo y en la convicción de siempre.
Francia debe reaccionar. Y no dejarse engatusar por el peloteo a los oídos inmediatos de quien aprovecha el río revuelto y la ganancia de los pescadores. Francia es potente y tiene suficiente músculo emocional para no ceder a la tentación.
Francia conoció a Hitler, y ahora otros lobos disfrazados de patriotas pretenden mostrar más eficacia frente a la agresión fou y absurda. Francia sabe lo que es la seguridad y la libertad, está llena de maestros del raciocinio y de la filosofía. Francia enamora al mundo manteniendo su humanismo y su francofonía, a pesar de todos los pesares que los tiempos modernos plantean y sacuden.
No votad sin pensar. Votad siempre sabiendo el futuro y la línea recta a seguir. Ya tenemos suficiente con localismos de Imperio como Trump o Putin. Ahora conviene la seriedad y la eficacia. Ahora más que nunca debajo de los adoquines está la playa, y prohibido prohibir, y los ciudadanos, y las aperturas racionales y serenas de la tolerancia hacia la modernidad.
Es cierto que se votará tapándose la nariz. Pero aquí y ahora hay prioridades. Si se vota lo facilote, después saldrá lo caro. La apuesta debe ser etrusca y convencida, basada en esa idea madre que parió un pueblo valiente y siempre atractivo. Acogedor y laborioso, inteligente y hasta sofisticado.
París es magia, y el arte creativo, y la bohemia del pensar, y la posibilidad viva y vigente de enfrentar los problemas con la mayor sesera y actitud. Francia no son las bombas ni el odio. Francia es la cátedra y el laicismo, la Piaff, o los trinos que alimentan la verdadera paz y tolerancia que el resto del mundo siempre envidia y admira.
¡ALLEZ!
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