jueves, 26 de noviembre de 2020

- Y, ¿POR QUÉ TE FUISTE, DIEGO? -



Sesenta años. Los mismos que calzo yo. Joven. Muy joven. Demasiado joven. Tremendamente dolorido, Diego. Necesitabas un descanso. Porque mira lo que viviste tanto, ¡coño! ...

Villa Fiorito o no sé qué. Tu raíz mágica. Eras muy joven y ya sabes cómo es el Sistema este que tenemos. Y, te vi. Y te vieron los tipos del money. Porque desde Pelé nadie veía una técnica como la tuya. Llamabas la atención, cebollita. Pequeñito y fastuoso. Un argentino hasta la médula que partió de la nada hasta enamorarse de una pelota. Y tomaste la pelota y nos dejaste a todos con la boca abierta, vimos que lo de Cruyff tendría toda la continuidad, y que con pibes como tú el fútbol podía seguir siendo un vicio y un opio maravilloso.

¡Qué bien jugabas precozmente en Argentinos Juniors! ¡Joder! Pura magia. Y al pibe le entró el porte de orgullo y liderazgo, y tu look te apodó "Pelusa". ¡El gran "Pelusa"! ¡Eterno! ...

Boca Juniors. Y, ¡a Europa! Al Barça español. Muy pocos años, pero los suficientes para rendirse ante ti, a pesar de la patada de Goiko. Yo te recuerdo, Diego. Eras cercano y un hombre de la calle. Nada de dios o de D10S. Cero de eso. Lo que tenías era ganas de dejar la miseria y de combatir el prestigio futbolístico de la Albiceleste. Tú fuiste más que un Rey. Mucho más. Desde Perón, Argentina no siente lo que está sintiendo en las calientes horas de tu cuerpo finado. Argentina. Los argentinos saben lo que se siente.

Y yo. Porque me hiciste muy feliz, amigo. Y ahora estoy tocado como la leche. Lo confieso. Y te fuiste a Nápoles, y allí lo pusiste todo patas para arriba.

He tenido la suerte de verte jugar al fútbol. Otras generaciones ya hablan de oído o de ver a veces tu fútbol a trozos breves en los vídeos.

Cuando sin éxito se intentaron recuperar las Malvinas birladas, tú se la tenías jurada a los anglos. Y para empezar en aquel partido del Mundial contra la Albion, metiste un gol con la mano, que pudimos hasta debatir. Pero luego llegó la rehostia. La pillaste a la vieja pelota en el centro del campo, hiciste una virguería, te fuiste de todos los rivales que te salieron al paso, y la clavaste y nos sentimos presos de una alegría descomunal. El fútbol era una alegría maravillosa.

Me cago en todos los estúpidos que te ridiculizaron y que te llamaron drogadicto o majara. O comunista, o perdedor. ¿Perdedor tú? ¡Jamás! ...

Es cierto que te marearon bien. Que te llevaron a todos los excesos con los trucos viles y más socorridos. Una panda de mierdas. Y tú eras un hombre, y te gustaban las chicas, y tenías un fuerte orgullo, y tenías una autoridad terrible, y hasta justiciero contra todo y contra todos. ¡Bendito Quijote del balón! Como cuando un día los periodistas salieron por pies cuando sacaste una escopeta y fuiste a por ellos. Confieso que me hacías descojonarme ...

¿Messi? Messi nunca será un personaje como tú. Jugará de cine, pero tú, también. No será tan excesivo ni nada que se le parezca en la vida tan intensa, volcánica y hasta de perros que llevaste, pero tú eres Diego. Y Diego es muchísimo más que el Diego genial futbolista, líder y ganador. Muchísimo más.

Nos diste clases de argentinidad. Y yo te quiero, Diego. ¿Cómo no quererte al regalarme aquellas ilusiones en el césped tan inevitables?

¡Suma, Diego! Suma y verás cómo eres el nuevo Perón. El nuevo Gardel, el más grande, el Alí del fútbol, el maravilloso broncas, el excesivo talante de un tipo de otra galaxia y listo como un lince.

Me la bufa tu decadencia física. Me paso por el forro toda tu vida privada. Solo te faltó ser Presidente de Argentina, cantor de tangos, o misionero en Tanzania. Oye, Diego. El que puede, puede. ¡Y se acabó!

No hacía falta que empezara el partido para quererte y admirarte. Porque tus calentamientos ya eran un show de cinco estrellas. ¡Puro lujo! Cosías el balón al pie porque lo amabas, lo amas y lo amarás. Y él a tí. Y todos los que nos gusta el fútbol nos sentimos ahora como los ingleses a los que dejaste alucinados y noqueados. Pero, insisto: eres el futbolista más querido que ha habido. El tipo más humano. Y tus últimos años que no existieron. Ese otro, fue un doble que se inventó para intentar joderte. Grande. ¡Muy grande! ¿Dejaste a alguien indiferente, "Pelusa"? ¡A nadie! Y eso tiene un mérito colosal.

Miren. Miren las calles de Argentina. Mirad Buenos Aires. ¿Hay alguna duda? La gente está en la calle, llenándote Diego de gritos de alegría y de cariño. Eso tiene mucho tema. El cariño. Somos todos mucha hipocresía. Si toda esa gente que le homenajea le hubiese liberado de esos parásitos que se pegaron a su piel, a lo mejor hubieses vivido algunas décadas más.

¿Tú te crees que me quedan muchas más palabras dedicadas a tu cariño, maravilla? No creas. No debo seguir escribiéndote mis cosas hacia tí. Lo que haré seré poner la tele y volver a verte jugando en el pasto. Porque ahí está la escuela de tu grandeza, pibe.

- ¿POR QUÉ TE HAS IDO, MARAVILLA DE ORGULLOSO?. -
 

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