lunes, 30 de noviembre de 2020

- SICARIO -



Aquel nene tenía muy poquitos años y ya era el líder de su pandilla. ¿Sus padres?, ¿su casa? Solo son rumores. Y de lo más desalentadores. Dicen que sus progenitores tiraron abandonado a Marcel por una cuneta, y que la rama de un árbol le salvó de la segura muerte. Y que por eso tuvo mucha suerte y siempre anda envalentonado.

A Marcel lo abordó Maquis al verle en la calle sin rumbo, delgado, sin sonrisas, enjuto y muy alto.

- "¡Eh, huevón! Me han dicho que tienes ya trece años años y un buen par de cojones. ¿Quieres ganarte hoy mismo veinte dólares? ..."

Marcel miró fíjamente a Maquis y no dijo nada. Siguió caminando por aquel lugar lleno de charcos. Maquis le siguió, le tocó la espalda, y Marcel le atizó un bofetón. Le dijo Maquis:

- "Ja,ja,ja,ja. Veo que pegas duro, muchacho. ¿Te gustaría ser un rey del boxeo? En mi mano puedes ver veinte dólares si no eres cegatón. Lo dejo a tu libre voluntad ..."

- "¡No me creo nada! Pero te voy a seguir. ¿Quién dios eres? ..."

- "Tú sube a mi carro. Te anticipo diez euros si lo haces. Pronto lo descubrirás todo ..."

Y Marcel subió al auto. Dirección, San Pedro Sula. Con los diez dólares en el bolsillo, el pequeño sintió la aventura en la sangre. Llegaron a una especie de poblado abandonado. Maquis presentó a Marcel a ocho tipos. Andarían todos entre veinte y cuarenta años. Y Maquis concluyó: - "¡Bueno! Ahora vamos a comer que ya es la hora ..."

¿Qué sería todo aquello?, se preguntaba el adolescente Marcel. Y pronto salió de las dudas. Cada día se peleaba con uno de los ocho tipos con los que convivía. Y, valía todo. Desde palos, a objetos punzantes. Caminaban durante el día sin rumbo fijo. Y nunca faltaba la comida ni la acción. Robos, atracos, drogas, asesinatos, etc. Marcel aprendía rápido la excitación de la violencia. Podía morir en el día a día. Era todo como una película americana de acción trepidante. Y al acabar las jornadas, siempre volvía Maquis. Y valoraba lo que había sucedido. Quedaban en total siete personas allí. Y luego, séis. Y Marcel seguía allí vivo y triunfador, y había aprendido a conducir, y tenía cada vez más dinerillo, y pasaban los años, y el ya joven quería mucho más. Le dijo a Maquis:

- "¡Oye! Quiero subir. Intuyo que esto es una corporación. Un grupo. Pero yo quiero liderar y conocer a los de arriba. Creo que ya puedo ser uno de vosotros. Me dáis comida, casa y compañía, Maquis. Has de comprenderme tú a mí ..."

- "¡Oh, sí, Marcel! Pero para éso, hay que saber hacer grandes sacrificios y pasar pruebas de lealtad ..."

- "¡Lo que sea, Maquis! ¡Lo que se precise, lo hago! Pero, ¡súbeme! ..."

Había ambición en Marcel. Maquis pensó en que solo podía ser un bobo bravucón. Y le soltó a bocajarro: -"¿Tú matarías a quien fuera por nuestro grupo, Marcel? ..."

- "Matar es duro, Maquis. Pero no soy el primero de aquí que lo ha hecho. ¿Sabes que ya sé manejar hace años a la perfección un revólver? ..."

Maquis guardó silencio. Dos minutos estuvo mirando sin pestañear a los ojos de Marcel. Le incitó finalmente: -"¡Tú vas muy rápido, chico! Parece que lo sabes todo. Y aún hueles a mocos. ¿A quién matarías ahora mismo por el bien de la organización, muchachote?, ¿acaso a aquel viejales que ahora cruza la esquina?, ¿ a algún familiar tuyo?, ¿ a alguna chica que te guste? ... ¡¡Dime solo lo que sientas, Marcel, coño!! ..."

- "A ti mismo te mataría ahora de inmediato si eso fuera por el bien del grupo, Maquis. ¡Ponme a prueba! ..."

- "Ja,ja,ja,ja. ¡Qué rápido vas, muñequito! Eres listo. Es importante que averigüe si realmente tienes familia ..."

- "Sabes que haré lo que me digas. Y tú, ándate con ojo, Maquis ..."

- "Ja,ja,ja,ja,ja. Veo que tienes prisa por subir. Te mata la ambición. Mañana te daré un objetivo de fidelidad. ¡Lo prometo, Marcel! ..."

Al día siguiente se presentó en el poblado un carro. Se oían gritos. Dos hombres sujetaban a un hombre talludo. Conducía Maquis. Que fue quien iba a los mandos del vehículo. Llamó a Marcel y le dijo: - "¿Acaso este tipo es tu tío Garico, mocoso? ..."

- "¡Sí, Maquis! ..."

- "¡Acaba ya con él, Marcel! ..."

El joven sacó un arma de fuego, y balaceó sin piedad a su tío. Le lanzó al cuerpo y a la cabeza tantas balas, que Maquis tuvo que gritarle que parara ya. Del ruido de la balacera se hizo eco una unidad policial.

Salieron todos al escape a toda mecha en el coche de Maquis. Pero Marcel, antes de subir al auto, alcanzó vibrante de excitación a un policía perseguidor y lo dejó seco. Aún así,  Maquis y todos lograron esquivar finalmente la persecución policial.

Marcel cumplió veinte años. Y su violencia aumentaba cada año, cada mes, cada día, cada segundo, cada terrible anhelo; cada instante. Era conocido en San Pedro Sula como "el baby Tyson". Fuerte como un berraco, sin control aparente, y con toda la astucia. Maquis ya había quedado atrás. Ahora Marcel se trataba militarmente y sentía devoción por los verdaderos capos de la mara. Y tenía claro que al jefe de una mara nunca se le toca. Ni se le ve. Ni ha de saberse nunca nada de él. Ni siquiera preguntar acerca de su nombre o persona. ¡Cero! ...

Eso es lo que era ahora realmente Marcel. Un capitán terrible de la mara. De, su organización. Y todo su dinero y poder, estaban al servicio de dicha mara. Pero Marcel ya pensaba en vuelos altos. En la capital. En Tegucigalpa. En donde el pueblo se torna ciudad. Y en donde la modernidad se quiere transformar en progreso y esperanza.

Un tipo de dos metros de estatura y bizco, le pregunta: - "¿Tú eres maricón, Marcel?..."

- "¡No, James! He estado y estoy con decenas de chicas. ¿Quién te vino con esa infamia, hijoputa? ...

- "¡Cálmate, muchacho! La serpiente también se llama rumor. ¡Tranquilo! Esto no es provocación, sino disciplina! ..."

- "¡¡Los huevos es, bizco!! ..."

- "¿Y si ahora mismo me bajo los pantalones, tú me darías gusto por obediencia a la mara, Marcel? ..."

- "¡Eso no lo haría nunca, maricón! Lo que voy a hacer es que me acompañes a ver al tipo que te ha dicho eso de mí, James. ¡Vamos! ..."

- "¡Oh, no, Marcel! ¡Te repito que son pruebas de fidelidad, chico! No te pido felación, sino que superes las pruebas. Son enseñanzas. Y, ¡me gustó tu respuesta! Has de tener en cuenta que a mí también me gustan las mujeres como a tí, muchacho. Ja,ja,ja,ja ..."

- "¡He de averiguar en dónde se esconde esa sabandija inmunda que te ha mandado que me provoques, James! ..."

Comenzó a llover con fiereza. Marcel tomó su auto en principio sin claro rumbo. Y pensó en que no valía para la mara. Era demasiado duro para él. Porque tenía principios y valores. Porque era inteligente, y todos los demás unos payasos sin gracia. Una basura de ratas.

Puso rumbo finalmente para Tegucigalpa y vio algo. Entre tres o cuatro hombres de la organización, hacían tentativas y preparativos para violar y matar posteriormente a su viejo conocido Maquis. Se lo había soplado alguien de la mara que confiaba demasiado plenamente en él.

Marcel sacó su fiereza guerrera. Disparó contra todos los hombres que retenían a Maquis, y la sangre sumada se hizo charcos. Desató a Maquis, y le dijo que era un canalla y que le había engañado. En ese momento una mujer bellísima se acercó llorando destrozada de pánico y agradeciendo a Marcel lo que había hecho por Maquis. Era su hija la "Maquita" ...

Pero Marcel no miró apenas a la hermosa mujer ni al apesadumbrado y sorprendido Maquis, al que al salvarle la vida también indirectamente le había condenado a él cuando se enteraran los demás  de lo sucedido. Marcel no podía estar en todas partes, ni amar, no lograba una erección hacía años, y solo la acción le liberaba de su infierno de impotencia. Y pensó en que él tendría un final de venganza. Y se disparó en la sien.

-MARCEL DEFENDIÓ SU HONOR-

 

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