sábado, 21 de noviembre de 2020

- TRES SETS -



Seguro que será un partido largo para el mejor de los tres sets. Ojalá sean dos y favorables. Pero intuyo que se alargará. Somos muy parejos y va a haber igualdad. Yo estoy por debajo de mi rival en la ATP, pero entre los diez primeros. Y va a ser un acicate para mí. Soy más joven que él, he de tener más energía y reflejos. Más fresco, más vital, más agresivo. He de arriesgar y darlo todo. Hacerle sudar. Que sepa que no le va a ser nada fácil el ganarme. Voy a competir. Y, ¡va a haber partidazo! ...

No hay tiempo para pensar. El juez nos está convocando con el micrófono. ¡Ayúdame, raqueta favorita! Estoy entrenando como un poseso en tiempos asquerosos de coronavirus. Desangela. Como la falta de público. Es un nuevo y añadido enemigo que tengo. Pero eso es también para mi rival. Por ahora no tenemos calor del público en las pistas.

¡Primer set! Saco yo el primero. No estoy fallando apenas el primer saque. Esto relaja cuando juegas en superficie dura. Te da colchón y seguridad mental. Le aprieto ahora en el resto a mi rival. Está agresivo, pero yo también. Creo que los dos estamos jugando muy bien en este primer set. Voy a intentar estudiar a mi rival a medida que van pasando los juegos. Y cada uno gana su servicio. No acertamos con los restos. Estamos sacando muy duro, y .... ¡Doble falta! Pero, ¿qué he hecho yo ahora?, ¿es que no sé sacar dos veces bien? Mi rostro se crispa enfadado. No es cuestión de dar facilidades. Esta pelota es mía. ¡Pero la acabo de tirar fuera! ¡Mal asunto! Voy a esperar a ver si recupero el break que me ha hecho mi compañero. Para éso, voy a poner en marcha toda mi concentración.

¡Joder! ¡Es una máquina! ¡Me tiene ya 40-0! Así es muy difícil. Y a este tipo le noto confiado. Con sangre de horchata. ¡Adiós el primer set! Voy a sentarme ahí a las toallas a reflexionar. Porque estoy jugando muy bien. Por momentos he sentido que mi rival iba a doblar rápido la rodilla, pero no ha sido así. Ahora voy a intentar remontar. No queda otra.

¡Segundo set! Lo pongo todo. Lo doy todo. Casi lo grito todo. Impongo mi ritmo. Bebo mucha isotónica. Le arrollo. Está jugando mal. Y yo en mi línea. Le clavo los puntos de mi saque y le estoy haciendo correr. Ando a gusto. Mi rival está muy serio, cabizbajo, y cuando gana un punto me mira desafiante. ¡Toma! 6-2. Y a por el tercer set. A por mi remontada. Tengo toda la confianza. Va a sudar éste. Porque no le voy a dejar en el set final. Que es el tercero. Estoy un poco cansado. Pero es normal. Estamos saliendo casi a hora por set. ¡Me lo esperaba!

¡Tercer set! He sacado bien y he ganado mi primer juego de saque. Pero ahora, mientras le resto a mi contrincante, no me siento cómodo en la pista. Mi entrenador me pega afirmaciones con la voz y con la cabeza. Pero esto yo no lo veo nada claro.

Porque no es mi juego. Porque no me siento nada a gusto en la pista con mis golpes. No es mi tenis. Y eso que andamos los dos muy parejos en el marcador. Los números no dicen mucho. Pero no tengo soltura en los golpes, porque no siento solidez. Y no es tema físico. Es tema situacional y psicológico. 

¡Coño! ¡Este tío no me deja jugar! Se acaba de apostar en el fondo de la pista y no hay manera de que yo haga nada. Y no hace un tenis brillante ni parece nada del otro mundo. Pero me juega a hacerme la puñeta.

¡Ya lo tengo lo que es! ¡Lo acabo de ver claro! Mi rival no juega para él. ¡No! Lo hace para interferir mi juego. Me está intentando sacar de quicio y ciertamente que lo está logrando.

¡Esa bola no ha entrado, hombre! Y va el ojo de halcón y dice que sí. ¡Pues yo la he visto adentro! Y ahora va y solo logro sacar con el segundo saque, y eso es que estoy atenazado y cabreado interiormente. Porque el marcador sigue ahí ajustado. Pero, ¡mal asunto! ¡Nueva doble falta que he pifiado, y nueva volea fácil a la red que he tirado! Saca él. Con aplomo. Yo ya no me creo el partido. Gana él. Hoy no me he visto nada capaz. Y en el tercer set, menos ...

-ESTOS PARTIDOS ME RECUERDAN A NADAL-
 

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