Aquellos colegios de monjas y aquellas verdades que ahora suenan a anacrónicas, y que en tiempos fueron desgraciadamente lo oculto y la autenticidad aplastada por credos y tradiciones.
Y las niñas decidieron mirar al mundo de otra manera. Porque era irremediable. Lo mejor de la película nunca son los discursos, porque no son posibles. Por eso, dichos discursos se concentran y abarcan las miradas de las nuevas niñas, las cuales observan entre burlonas, doloridas y sonrientes, las nuevas ópticas y verdades que van logrando descubrir por sí mismas.
Hay una escena que parece definirlo todo. La adolescente se va de paquete con la moto de un muchacho por una gran recta de una carretera. Eso es la libertad irremediable e imparable. Los tiempos han tomado tanta velocidad, que los dogmas y los asertos quedan envejecidos hacia otro tiempo.
La sexualidad de las adolescentes en los momentos de los cambios y de las hipocresías de la Transición. La dificultad para todos de decrecer lo inevitable. La caída paulatina y en cascada de los tabúes. La niña de entonces es la madre y la abuela de hoy. De 2020.
Las mujeres también juguetean como los varones al episodio de la maduración y del crecer. ¿Por qué no iba a tener que ser así?... Y esa valiente y hermosa decisión fílmica, crea una excelente hora y media de compromiso, rigor, audacia y verdad.
Las niñas adolescentes comienzan a poner en jaque lo que no está claro. Y la autoridad la marca el hecho, y no los cuentos de los mayores. Sí. Aquellas niñas van a romper a desarrollarse, y a descubrir su naturalidad femenina, y a adentrarse en la coquetería, y a querer estar guapas, y sobre todo a querer que predomine su naturalidad y su realidad.
La mujer se ha incorporado al trabajo, y la adolescente tomará sus propias sensaciones y hasta decisiones. Y se juntarán, y fumarán, y se pintarán los labios, y cuestionarán la moral al uso, y hurgarán las cosas si no les convencen, y habrá toda una aplastante naturalidad que parirá todos los cambios y las conciencias actitudinales.
Todo saltará por los aires y en silencio de aparente risita nerviosa inane. Y resultará un verdadero impulso de avance generacional. No harán falta tantas gafas, pero sí comedias y estrategias.
Choque generacional a todo nivel, pero con una ternura que desarma. Es un grito a lo adolescente en femenino. De otra manera y más que eficaz.
Excelente trabajo de Andrea Fandós en el papel de "Celia", la cual no pudo conocer a su padre porque no hay noticias positivas de él, y llega un momento en el que cuestiona que su progenitor falleciera como la dijeron. Y descubrirá intuyendo, que su padre no está muerto o que su madre no es una "guarra" necesariamente. Un potentísimo juego de miradas entre la madre y la hija, definirá una nueva verdad. Inevitablemente. Porque la niña no admite mentiras, y porque observa compungida y esquiva a su madre. Una nueva visión.
Esta es la idea. La tremenda fuerza de la realidad. De la reformada y adaptada realidad de un nuevo tiempo. Todo corre. Como la moto y la carretera. Y el sonido potente de la música o del tubo de escape. La vida también tiene su impactante tubo de escape. Y frente a eso no se pueden cerrar las carreteras.
Ternura y agudeza, además de brillo y oportunidad en la mujer de la dirección de este bello film. Intimismo, detalles, gestos, algún condón; cuando el verbo deja la censura y se va equiparando al varón. Cuando las chicas reivindican una nueva verdad y oxígeno de su tiempo. Cuando todo va cambiando. Cuando ya gustan los sostenes o los tops, cuando la piel del cuerpo adquiere expectación y demanda, cuando empezar a lucirse ya no será de "cochinas". Y cuando las pioneras de la visión actual femenina,-con aciertos y errores-, eclosionan y se ubican casi definitivamente.
-Y VA APARECIENDO UN NUEVO HOY-
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