La verdad es que soy guapa. No lo voy a negar. Lo que pasa es que los chicos del chat inicialmente no lo pueden saber. Y tratan de descubrirlo. El chat es exactamente, la vida. Porque fuera de lo virtual podemos impostar más. Ahí, da igual todo.
Noto una gran insatisfacción en el seno de este intracosmos. Ya sé lo que son los machitos que buscan afanosamente sexo y maduras. Van a saco. Me piden el teléfono bien pronto y me demandan mis medidas de mujer. Y me dicen que les gustaría mucho follar conmigo. Me ofrecen su skype, y se ríen. Pero también enfurecen rápido cuando van intuyendo que nones.
He conocido y conozco a los hombres audaces del chat. Los más asilvestrados que me sexualizan, no me interesan. Son zafios, embalados, superficiales, insatisfechos, y con todo el sentido inmediato y machista de la posesión. Desean presumir de tenerme cosas y de que yo haya podido pasar por sus camas. Cuando tienen el no en su frente, entonces me llaman puta, fea, y todas las descalificaciones e imprecaciones creativas. Ese es su auténtico yo. La forma agresiva de su machismo. Y seguro que me daban una paliza o una violación si me tuvieran delante. Y como es lógico, les bloqueo. No puede ser de otra manera.
Los más apasionantes suelen ser los impostores y los que saben seducir. Son listos, van de refinados, hablan de sus empresas, de sus yates y de su poder dinérico. Son tentadores porque suelen ser evidentes, y a poco que fuera mujer de dinero tendría la ocasión fatal de navegar ahora en verano en sus lujosos veleros. O morar en sus casoplones fastuosos en donde nunca falta nada y está todo limpio e impecable. Yo tengo algún amigo de chat de ese perfil. Me hago visible cuando estoy aburrida de la vida y quiero pasarme un rato imaginándome una reina.
Les doy a mis pocos de estos mi teléfono, contactamos, y al verme bella pierden el oremus. Vuelven a su Versailles y en vivo me sueltan todas las lindezas y me invitan a admirar sus dominios. Antes de terminar la jornada de exhibición, yo me las ingenio para escapar de la opulencia real. Y al día siguiente, el teléfono debe ser silenciado y en el chat me cambio el nik. Porque si no lo cambio sus pensamientos no han de parar: "Aquí hay super mujer guapa" "No se me debe escapar", piensan para sí. Bloqueados. Sí.
Los que me gustan son los chateadores misteriosos y educados. Los presuntos sinceros, y los normales de las pequeñas ocasiones. El palique es su fuerte. Charlar. Se deben sentir muy solos y sus vidas estar demasiado vacías. Argumentan como filósofos, y parecen educadores de la Nobleza y hasta de la Realeza. Son juguetones y flexibles, están agazapados en sus casas jugando a su bonoloto fantasiosa, y a saber qué estarán haciendo con una de sus manos.
Al final del discurso impecable, solo quieren catre. Pero no te lo van a pedir así. Se muestran comprensivos, y capaces de complementar y de ayudar. Te lo dan todo hecho y mascado. Son tan ganadores como perdedores de mujeres en flor. Pasotas. Si ven que la fuerza de su talento no alcanza el fruto, entonces no se inmutan. Como los psicópatas. Y a las pocas horas ya se están intentando enrollar con otras mujeres. Bloqueando.
No todo es negatividad en los chats. He quedado a tomar algo en los bares con alguno de ellos, aunque no soy de quedar. Y un tipo logró colarme en el cine. Nunca supe si su mano me tocó en la oscuridad, o si solo fue un mal pensamiento mío. Bloqueado.
Pero a mi actual pareja la conocí en un chat, porque ambos somos unos comodones y así te evitas la cena y el salir. Y os aseguro que estoy profundamente enamorada de él y él de mí. Y compartimos piso. Y a veces hacemos travesuras y chateamos juntos y nos descojonamos.
-QUE A VECES NOS MOLA-
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