Bellísima. Corinna, esquiva, impecable, audaz, vivida, ambiciosa, eterna, aristócrata, y muy amiga del Poder. Mujer de deseo, de lujo, de negocios, de cumbres, de altísimos vuelos, de dineros procedentes de las influencias, pareja de Juan Carlos de Borbón y de gente de este estilo. Amiga de saudíes, y triunfadora entre líos y desvíos buitres; amante de los hermosos animales ganadores y blindados.
A Juan Carlos de Borbón nos lo puso Franco en la Constitución. El Rey es el Jefe del Estado. Y el padre de Felipe no perdió el tiempo con estas cosas de la vida rápida. Fue obediente con el dictador y las circunstancias de aquel tiempo, se casó con Sofía de Grecia, empezó la Democracia moderna española, y Juan Carlos supo bien del poder de la tradición. Juan Carlos huele a Franco, y la fantasía Disney de lo monáquico o la aventura sin fronteras.
Juan Carlos parece que se sintió realmente impune desde precoces tiempos. Supo dejar a Sofía sin que se montaran pollos y sin que nadie preguntara demasiado, y se puso a vivir no solo como un rey. Yo diría que como una marajá.
Todo para Juan Carlos. Todo por Juan Carlos. Los yates de lujo, las amistades petrolíferas saudíes, la simpatía, los mensajes imitados de la Navidad, pero mucho y mucho más.
Mujeres. Un atleta de dos metros y mujeres sugestivas y espléndidas entre blindajes, rumores y realidades. La catalana Marta, la "periodista americana", el esquí, los safaris de Bostwana, la pasión, Palma, el Palacio de Marivent, o Corinna zu Sayn-Wittgenstein.
Y todo metido dentro del título II de la Carta Magna. De la Constitución. Todo bajo unos aparentes presupuestos, pero con el enorme paraguas del prestigio impresionante que da la sacrosanta realeza.
Por la Monarquía han pasado bastantes personajes, y otros que nunca se sabrá ni se especulará. Marichalar, Urdangarín, Juan Carlos; el mal rollo entre Letizia y Sofía. Demasiada tentación.
Ahora, parece que Corinna se ha desviado para sus arcas más de 60 millones de los actualísimos euros, que antes equivalían a mil millones de pesetas. Como está sonando.
El actual Rey, Felipe, está perplejo. Lucha por mantener una figura potente y limpia en la sociedad como es la de Monarca. Pero las noticias que salen, va a tener que hacer mucho para desmarcarse del hedor de su Casa.
Huele mucho lo que sale en los medios. Y esto ya es significativo. Caen chuzos de punta sobre la Monarquía. Casi a discreción. Pedro Sánchez confiesa que le suena a cosa "inquietante". Y, lo es. Porque la Fantasía que se confunde con la realidad será tan inquietante como absurda o descacharrante. Da comicidad en 2020 oír hablar de inviolabilidades. O de que todos somos iguales ante la ley.
No. La Monarquía es carne humana, y sus protagonistas no pueden ser objeto de comic o de película absurda. La realidad supera a la ficción. La realidad acaba comiéndose a los cuentos y a los tabúes.
Podemos hacer bromas con el bon vivant Juan Carlos y demás personajes protagonistas de hechos intolerables, pero con el dinero no hay que tener piedad ni remilgos. Un buen monárquico no puede ver toda esa orgía de desorden y exceso, con agrado. Solo los fanáticos de lo imposible.
Y puede, que poner coto a estos desmanes, requiera larga distancia y muchísimo consenso de acción. Hay que modificar leyes y más leyes, y humanizar las intrigas y los privilegios palaciegos. Y para que haya ese ejemplar elemento de luz, limpieza y taquígrafos, habrá que hacer un trabajo más que potente.
Que si mayorías, que si disoluciones, que si deshonras a términos medievales, que si juristas archipresionados o autocensurados. Sí. La faena es tan descomunal como higiénica.
¡DEMOCRACIA!
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