sábado, 15 de febrero de 2020

- CINE DE ÓSCAR= "PARÁSITOS". -



El límite. El lujo y la miseria. La desesperación. El desequilibrio. La supervivencia. El error y el oropel. El Sistema. El reconocimiento y el deseo de corregirse las cosas mal hechas desde la justicia de la conciencia.
La frescura. La injusticia y la brecha. La audaz y terrible imprudencia de ser como no somos. Lo inesperado que ha de asumirse. El talento y la creatividad del director surcoreano Bong Joon-ho. La película one de este año. El Óscar de Hollywood 2020.
Tiene cosas difíciles de olvidar. La película posee la potencia de una ambición fou y desmedida. El guión se mueve hacia adelante y camina hacia los senderos del drama y de lo inesperado sin perder la mano de la excelsa creatividad y del humor negro que impulsa la trama.
Pobres de solemnidad y ricos de Olimpo. Y miseria en las alturas. Frivolidad, capitalismo, despilfarro, crítica, exceso, frialdad y todo el hedonismo. Superficialidad y densidad.
Película de mucha chicha, de mucho talento, de todo el ingenio, del abanico de colores de emoción. De la desesperación pasando rozando la otra cara de los millonarios menores y siempre infelices.
El subsuelo esclavista, las catacumbas de la sinceridad y la lógica, y la más moderna mansión con jardín diseñado por prestigiosos y hasta caprichosos arquitectos. Dos mundos en uno. Como la división de las hermanas Koreas. La espiritualidad oriental ha viajado mirando al cielo de los occidentales, y copia sus éxitos materiales. El dinero. Ese motor envenenado del que se nutre lo cotidiano para ir tirando en todas las direcciones aunque no sean las de la felicidad.
El amor y la osadía. El despertar desde la tradición del haiku hasta el gran bestseller de las ventas sin fronteras. La tecnología digital que avanza imparable en el chip humano que la acepta y adopta en el corcel de la inmediatez y de la practicidad.
¡Parásitos! Peliculón. Emociones humanas a granel. El sacrificio oriental que se torna universal y de todos. Inolvidables escenas de inundación, rodadas con una maestría sin igual.
Sí. Sorpresa. Debajo del gran rico puede haber gente que sobrevive hasta morir de inferioridad y penurias. Debajo de una mansión puede hallarse supervivencia. Dentro del bunker de un poderoso puede encontrarse la ternura de un amor y de una caridad. Humanismo en Boon Joon-ho.
Los finales felices dependen de cómo se interpreten. A veces el final es el principio, o la corriente de un río tóxico y envenenado que condiciona la vida de todos los estratos sociales. Y la normalidad no es tanta normalidad, sino una mera pose convencional.
En la gran fiesta del niño rico, se abre la puerta inferior de la muerte, y renace la primavera de la roja sangre que se derrama. Y el grito es terror, y la muerte parece que campa a sus anchas, y los cuchillos se confunden entre los pasteles, los canapés y los trajes sociales de ocio y de placer.
Y, todo puede cambiar en un instante. Y, "Parásitos", hace grande al cine y lo vindica y reivindica. El séptimo arte es necesario, apetecible, sexy, magno, reflexivo, saludable y excelso. El público aguanta las más de dos horas de metraje muy atentos, y sin descuidos de móviles inoportunos y maleducados. Es el mejor síntoma de que esa atención es por algo y no por un casual capricho.
Esta película se goza y paladea, se sufre, se inquieta uno, se sorprende; se excita viendo la sincronización de una música con algo amenazador que puede suceder. Y tras lo crispado y violento, las mentes tratan de reconstruír desde una actitud asumidora, fría, inteligente, discutible, libre y realista.
¡CHAPEAU!

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