Sequedad y calor. Plantas locas, ¿qué es ésto?, ¿la flor de la cala junto a una sartén en pleno Marzo? ... Mi balcón de las plantas está más que sorprendido.
En la calle es pleno verano. Hasta en el Norte es verano tóxico procedente del fatal cambio climático. Me apetece la lluvia y el frío. Quiero que se desmorone ese muro de blindaje.
Las aves están cantarinas, bulliciosas y como de vacaciones. Anidan presurosamente como adolescentes ansiosos de su primera cópula, para revindicarse y crecer. Y las plazas y los exteriores se llenan de eternas terrazas repletas, y la ropa de abrigo solo parece servir para llenar de polvo los armarios del consumo. Crisis en el frío.
La vida, ha de seguir. Y frente al calor, la manga corta y la cada vez menos ropa. En la cama se asfixia uno, y ha de demostrarse y recibirse el premio tras meses y más meses de gym. Es un paraíso para vanidosos y hedonistas de buena percha. Y se ciñen el cuerpo con vestidos ligeros que abren muchísimo más que esconden. Curvas y bíceps, esplendor y fiesta; todo al aire libre y muy poca casa.
Aunque la primavera sea aún un bebé, los del moreno playero se anticipan y no pierden ocasión. Ya hay gente morena y por la tarde no refresca. Es un inicio mayeador en Marzo. Ya se sabe el refrán, pero no hay un gran pesimismo de cambio.
Desde mi casa veía yo que todo es muy raro y muy rápido. Pero no corría ningún viento ni ninguna brisa que levantara siquiera a las hojas más sensibles al empuje eólico. Para nada. Daba hasta cierto miedo tanta calma placenteramente absurda. Es como si el viento estuviese atrapado en el interior de botellas escondidas en un maléfico lugar.
Y pensé que si cede la calma, podría ser la hecatombe. Como se rompa ese extraño empate a cero climático que en el fondo es una gran goleada de derrota, entonces el viento se hará huracán y todo se bamboleará, y las nubes negras de las borrascas harán que jarree demasiada agua y anegue la paz innecesaria y exagerada de este inicio primaveral con cara de verano puro.
No hay tiempo para las medias de las minifaldas. Todo es un desarrollo excesivo y acelerado de una vida extraña. Al tirante y a jugársela. Y a enamorarse a todo meter y a no pensar demasiado.
Como los niños que juegan con la play, o como las tontadas de una cosa llamada tele y que cada vez me interesa menos incluídos los que la hacen. Hace tiempo de helado y de frivolidad. De ansiar otros momentos más razonables. Es mejor el sillón y la calma que el contraataque y el dejarse ir. Hace tiempo de abarrotar la sección veraniega de la gran superficie comercial y jugar a probarse y a comprar el color que más rabia nos dé.
Es calma aburrida y de desasosiego. Por eso se mueven los pies aunque no el alma. Es un tiempo a destiempo, es un me ducho pero casi a todas horas, o un dormir la siesta soltando constantemente unos inopinados ronquidos que parecían ahora imposibles.
Los animales de la Naturaleza no saben qué cara poner. Su planeta y su clima es otro y se les avaga el instinto. Parece que todo empieza al revés y que el omega tira por delante del alfa. O que el yang se ponga revolucionario ante el yin, o que esto es de locos, o que es que de verdad que me molesta casi toda esta ropa, y los aires acondicionados de los lugares públicos como en el que me hallo ahora escribiendo esto quieren ayudar pero me dejan rojo de asado calor. Cuestión de fingir y de posturear teatro social. Y esperar en el fondo un gran contraataque. Que la primavera se ponga inestable y tome toda su alocada y cambiante belleza.
-NATURAL-
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