Gafas redondeadas y mirada atractiva. Ojos expresivos. Activa y serena, emociones educadas, valiente y tímida. La veo todas las semanas y es agradable escuchar su discurso.
Dulce es un agradable femenino. Alegre y completa. Acogedora. Mujer que tolera otros discursos y que abraza con suavidad el tiempo de hoy.
Dulce es femenina y actual, enigmática y clara, propia, y con personalidad definida.
Me gusta verla sus movimientos de mujer, sus cosas de chica eterna, su sinceridad que lanza casi con audacia recogida. Dulce son sus labios, y su mirada un tanto seria que solo es discreta.
No excluye. Es generosa Dulce en las discursos, y prefiere siempre callar a montar el pollo. Es inteligente y cree en verdades personales, propias, intimistas, casi budistas, poética y emprendedora. Natural.
Imparable a su modo, Dulce. Aceptadora tolerante de diversidades. Aunque es bella y coqueta, cuando te mira con sus lentes redondeadas es por algo. Porque respeta, decide su universo, y se come unas galletas marías o un vaso de vino y de refresco. Le apetece y lo hace.
Dulce es importante sin dar un grito en las charla de mis conocidos. Excusan un tema, con la idea final de conocerse y hacer amistad. Dulce no va a eso. Dulce va a pasar su buen rato y a pasárselo bien. ¡Qué bonito es pasárselo bien y disfrutar con aquello que te gusta! ...
Dulce sitúa las cosas en su justo punto. No parece ambiciosa ni gusta de las camarillas, y se me antoja que parece alegrarle el variado espectro de opiniones. A mí me gusta Dulce. Es difícil que Dulce no guste. Y también es difícil definirla, desmenuzarla o analizarla. Dulce es una sorpresa semanal y educada que no hace ruído porque no es necesario. Solo es una mujer conocida a la que no deseo pedirle ningún teléfono porque Dulce es total libertad y no viene a cuento.
Dulce tiene magia, también carácter, y acepta admirada que la rebatas con nuevos argumentos. Quizás soy para Dulce, inofensivo, anodino, demasiado callado y hasta extraño. Pero cuando se ríe, se le puede ir sin querer su cabeza su cabeza a mi hombro y eso es un halago y una decisión de confianza.
Dulce, a lo que no va a la charla es a triunfar ni cosas así. Dulce se limita a preparar el tema y a aportar su granito potente y a la vez modesto de arena. Y discretamente, se retrasa y se aparta de los halagos interesados o seductores.
El nombre de Dulce muestra su pose firme y apaciguadora a un tiempo. Cuando no está de acuerdo, combate con ideas y no se rinde fácil. Después, de nuevo suavemente mide las insistencias de los tertulianos, y si hay demasiadas decide agachar la cabeza y guardar silencio de buen estar.
El silencio de Dulce es muy presente, vivo y hasta engañoso. Tiene buenas tragaderas y nunca entrará en provocaciones. Sus amig@s no están en la charla. Lo dice a veces por si hay dudas y para definirse con generosidad.
Es o parece agradable admirar y respetar a la personalidad de Dulce. Porque muestra seda y nobleza en su hablar. A veces debería levantar más la voz, pero hay ahí una independencia que la frena. Tiene cara Dulce de haber sufrido mucho, de haber sido una adolescente caramelo, y de haber pasado por muchas e intensas fases en su vida.
A Dulce se le intuye evolucionada y reconstruída. Educada. Que pasa de puntillas entre los tertulianos haciendo grato el estar general. Tengo muchas ganas de seguir aprendiendo de la actitud de Dulce. De ser suave como élla, de gustarme mucho su femineidad, de su libertad definida, de su valentía al exponer temas que tienen que ver con la sexualidad y con la mujer, de su aparente ausencia, de su presencia obediente y liberal, de su sonrisa bonita y del regalo de mujer que parece llevar adentro.
Pero, insisto. No quiero meterme demasiado en su análisis porque no me incumbe. Solo quiero oír su voz, ver la pose de sus ojos, y escuchar su convencido y laborioso discurso personal.
-SOY SINCERO-
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