Exceso y vandalismo. Canallas enloquecidos golpeando la veta de ilusión. Buenos Aires querido, como campo de batalla. Rivalidades nostálgicas y de odio. Divisiones y cafres ridículos. La pugna no es la guerra. El fútbol no es tan real como creen algunas mentes idas.
Corrupciones, vendettas, desmadre, algún fallo en la seguridad, discursos pisoteados por la evidente violencia social, y un enorme descontento.
El fútbol ha de ser una pasión con reglas éticas y no una tahona de salvajes que ensucian y hasta matan el prestigio.
Boca y River 2019. Lo que pasará a la historia no será tanto el campeón como los salvajes que no respetan, que atacan, hieren y prostituyen la esencia deportiva de esa Nación. Argentina sigue con la crisis, y los parches siguen sin taponar la gran herida de la frustración. De las dictaduras al corralito, de los filósofos entre los simplones charlatanes, los psicoanalistas que parece que siguen teniendo demasiado trabajo.
Veo brecha inadmisible en un país que lo intenta pero que no termina de concretar los buenos propósitos. Porque sigue oliendo a grito loco, y a tensión, y a poca credibilidad, y a imperio desbocado de intereses económicos, y a cristalazo partido por simios, y a lamentos sinceros con saudade y morriña de impotencia. Valdano habla de luto deportivo y nacional. De prestigio que vuelve a resquebrajarse a pesar de los valerosos voluntarismos.
Cuando se ve a esos bestias tirando todo tipo de objetos y dañando la salud de los deportistas, me vienen a la cabeza las imágenes de la flacucha y mediocre albiceleste que fracasó recién y con Messi, en el pasado Mundial.
Los orgullos se tornan pedanterías, y los sabios del fútbol deliran su discurso de verdad haciendo hueca palabra.
Argentina vive situaciones impropias de un país que tiene muchos europeos en su seno. Es un país demasiado grande y extenso para crear esas mediocridades. ¡No! El fútbol y su caldera de pasiones nunca justifica que haya miedo a pisar una cancha o lugares cercanos. No merece lo que pasa este deporte.
Todo son tensiones. Urgencias, por encima del respeto común. Dicen que los señores de la plata dominan por completo a los del sentido común. Aprieta la dictadura de la matemática del dinero, sin acabar de percibir que uno es grande más allá de que puede lograr hitos históricos.
Lo de River y Boca, lo que se ve, es la punta de un gigantesco iceberg que es la carencia de la ética y la abundancia de la arana hipócrita y falsa. Lo del fútbol es la sociedad necesitada de estímulos de disuasión que acaban siendo drogas duras de enganche.
La Copa Libertadores de América 2019, nunca tendrá un dueño claro y todo será un sueño fallido. Le sobran barras bravas y tipos y tipas haciendo el salvaje. Faltan aficionados que no llenen un Estadio para ver un mero entrenamiento, o rivales que sepan conjugar y deducir que por encima de encontrados, son hermanos.
Y este mensaje parece caer en el abismo del pozo sin fondo. Argentina y su fútbol han pifiado uno de sus grandes momentos de su recuperación como es su supremacía actual en la Libertadores con su final. Ya no existe dicho éxito.
Ahora, las urgencias han de ser otras. Que el fútbol reduzca su desnudez y asilvestradismo, y vuelva a la poesía y a la realidad de Di Stéfano o Menotti. Dosis de sosiego y de cambio de estructura falta en el chip de muchos. Porque Argentina merece otras cosas.
¡UNA PENA!
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