Me molesta bastante esa discusión sobre si cuando mejor se vive en la calle,-como es mi caso-, y en la cual salga ganando el invierno. ¡Falso! Es una realidad impepinable y se sabe. Por eso no me explico esta banalidad cuando es obvio. Estará bebido ese que afirma lo contrario a lo que es. Y como ahora dormir y vivir en la calle sigue siéndome mi reto cotidiano de supervivencia, me enciendo y me enciendo.
Hace algún mes que me he hecho pacífico y no me meto en líos. Me callo y me hago el bobo. Pero siempre que mi supervivencia no peligre. Porque en otros de mi vida fui boxeador, y si me enzarzo a leches yo no provocaría lesiones leves sino traumatismos y fracturas de largo proceso de recuperación.
A veces, me asusto. Y eso que llevo años en la calle y sin una casa, ni paredes, ni techo. Pido. En cuanto veo a la gente, les pido. Porque lo que dan en los centros solidarios es demasiado poco, y yo siempre he sido ambicioso.
Trato de no pensar que llegué a ser físico nuclear y hasta perteneciente a una empresa que muchos tendréis in mente. No. ¡De pensar, ni hablar! Ahora estoy en Europa, y más concretamente en España, y si lo queréis mascado a orillas del Mediterráneo. No quiero pensar en Oklahoma, y mucho menos en Liz. La quise mucho. Hasta que conduciendo yo nuestro auto y pasado al alcohol hasta las trancas, perdí el control y el coche se estampó contra un camión. Yo, la maté. Pagué por ello, era muy joven, éramos muy jóvenes, y convencido paulatinamente con el transcurrir el tiempo de que nunca habrían más Elizabeths, me dije a mi mismo que no. Mi familia se hizo a un lado. No sé ni me interesa ya saber de mi familia. ¡Bye!
Lo que importa es que el frío que paso no se convierta en pulmonía. Esa cosa que dice bien Al Gore que lucha contra el cambio climático es desgraciadamente para mí muy acertada. Ni en el aparentemente suave clima del Mediterráneo el clima se ha mantenido. Aquí ahora todo es más bestia. También en verano, aunque yo lo soporto con más estoicismo. Pero este frío es muy decepcionante y esclarecedor. Me gusta el vino aunque sea malo para la sensatez y el hígado. Pero calienta más que un poleo o una manzanilla.
Estoy jodido. Por eso no quiero pensar. Llegan las navidades y todo son luces y las putas calles se llenan de gentes haciendo su fiesta. Sí que estoy jodido. Reducen los espacios y escondrijos. Estoy más a gusto solo, que rodeado de muertos venideros como yo en albergues, las bocas de metro o lugares así. Concurridos. No los soporto. Yo, bastante historia imposible tengo, como para escuchar los demonios de los demás y sus huecas imposturas. Estoy harto de que llamen el astronauta, y que me pregunten por la Luna, o por los planetas del espacio exterior,o que se mofen de mi saber de la Física o de mi acento americano. Y como decía antes, compaginé mis funciones como científico del espacio, con mi afición de boxeador pegador y bueno en un ring de un gimnasio que regentaba un amigo. Si les doy, les haré daño. Por eso temo por igual a su cercanía como a mis puños.
No aparento la edad que tengo. También la Tierra parece plana desde aquí. Soy gringo, o guiri, o yankee, o como se me diga, pero lo único que se nota es el acento acusado. Me voy de putas en cuanto puedo, pero antes como la higiene apenas me importa, debo hacer un esfuerzo que me cuesta horrores. Pero el deseo al final lo puede todo. En algún lugar de mi cabeza sigue siempre Liz. Y ella no me da la venia para que frecuente lupanares. Pero no siempre la obedezco.
Tengo muchas horrorosas pesadillas que supongo que más que Liz, me las propone este puto frío. En esas películas extrañas, Liz se me aparece y me marca sus sentencias. Y me dice que ni amor ni sexo con nadie, o ya hará ella desde el otro lado para que las cosas me vayan todavía mucho peor. Y cuando me voy de putas, me pasan cosas muy desagradables. Como científico que fui, nunca creo demasiado en las coincidencias.
¡Joder! Ni mantas, ni más mantas, ni forros polares. La calle es un cementerio de hielo que no deja pensar. Pero eso puede ser bien aprovechado. No sé si puedo pensar, pero si encima tengo dificultades para hacerlo, mejor y así no me acuerdo de Liz, ni de mi, ni de mi tiempo brillante.
-NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA-
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