sábado, 24 de julio de 2021

- MIS PLANTAS RESISTEN: YO, RESISTO. -



Un mes alejado de casa sin poder cuidar a mis hijas las plantas. Contraté a una chica de mi barrio la cual hizo una excelente labor, y bajé la antigua persiana para que el estío no las hiciera estragos. En Julio contraté a otra chica para idéntico cometido. Pero no lo hizo nada bien.

Afortunadamente, volví a mi casa antes de tiempo. Las plantas del balcón estaban casi todas secas, o faltas de ese mágico y necesario líquido elemento que es el agua. Hasta una palmera que tengo en maceta, lo estaba y creo que todavía lo está, pasando mal e intentando encontrarse con ella misma y con su habitualidad.

Sí. Muy recientemente operado, abrí el balcón y la galería, y dejé que el aire entrara en las estancias ventilándolo todo, y permitiendo que la luz volviera a darle DNI a mi casa. A mi casa de siempre. A mi tesoro. A mí ...

Cogí mi rústica botella de plástico, la llené de agua, y la atraje hacia mis macetas expectantes. Toqué una de las plantas, y estaba medio viva y medio seca. Alargué mis manos y acaricié a las plantas. Una por una. Primero las de más evidentes cuidados, y después conecté con las más seguras. Con las más mías.

Las plantas cerraron aparentemente los ojos por lesitud, y las percibí como a esas niñas pequeñas que nunca tuve, y que esperaban su leche y cuidados.

Solo mi mirada sobre las plantas, ya fue recíproca y complementaria, exploradora y amable por las dos partes. Mirada y caricias, que luego ya vendría el agua inmediata de mi UCI particular, para seguir con mi amor hacia los cuidados más perentorios y de estructura.

¡Me puse a podar! Los geranios habían enloquecido de altura ida y desviada, invadiendo el espacio de las plantas contiguas con un descuido y desparpajo, insolentes. Sí. Podé los geranios en el mes de Julio, y jugándome su futuro vital. Pero ya le voy teniendo teniendo una experiencia, y me ayudé con el aporte protector del preparado para la mariposa del taladro, la cual les confiere una protección necesaria y añadida.

Los claves chinos o clavellineras, estaban casi derrotados de la vida, y orando su supervivencia en la profundidad de sus raíces, pululando por el fondo de la tierra en un repliegue imprescindible. Toqué dichos claveles. Probé. Los moví de un lado a otro. Han nacido de semillas, las cuales las trabajé desde que las plántulas habían ofrecido presencia y señal de vida. Y con el dedo y un punzón alargado de cara cuadrangular, jugué con el bamboleo de los agarres.

Y hurgué y hurgué a mi estilo, horadando con cuidado y decisión esas orientales plantas, delicadamente hermosas. Y al hurgar no hallé brusquedad u obstáculo mayor. Estaban aguantando, aunque  dudando mucho y seguramente pensando en el futuro de la explosión del verano fou actual y canicular.

Fue un placer ayudar a sobrevivir a estas plantas. Primero, entraron en una fase de estabilización y parecieron dejar de llorar preocupadas. Percibí, que no cambiaba el verde savia de su color. Esto es señal de que no caían por el camino del reseque final, mortal y definitivo. Hace pocos días ya vi nuevos brotes pegados a las ramas del tronco central. Tenía razón. Habían decidido no morir, y seguir ...

Me amparé en la noche. En las temperaturas mínimas mediterráneas. Porque lo del riego solar y matinal era nada más que un lavado de ducha sobre su cuerpo, y no un modo de darles sustento y alimentación precisa y necesaria. Sí. Las mínimas primaverales de aquí. A falta de pan, hay que actuar con ingenio. Más proximidad y atención, mucha paciencia, y todo el optimismo de alegría.

Las begonias habían aguantado con sobresaliente. Acababan de hacer una floración a mediados de Julio. Eso es fortaleza. Y habían ganado frondosidad, que es poderío y defensa.

En la parte trasera, antes llamada galería y ahora terraza, había mucho desorden. La segunda chica que contraté la había liado a su antojo, cambiando de lugar muchos tiestos. Hizo, de todo ...

Y lo primero que hice, fue orden. Volví a colocar las macetas del atrás de mi casa en el mismo lugar que ocupaban antes de yo ausentarme, y esta buena y habitual ubicación, las agradó. Las calas solo tienen a estas alturas del partido hojas altas y verdes sobre sus bulbos, e impresiona la consistencia de las "monsteras" africanas. Estas últimas son independientes, nunca tiran flor, pero son poderosas y hasta majestuosas. Se ajan en seguida en el mes de abril, pero realzan hercúleamente cuando ya jamás van a sentir el sol directo, sea de la estación del año que sea.

Hurgué sobre la "monstera" y probé el tacto y la consistencia de su tierra. Estaban raras, secas, extrañas, sorprendidas, anárquicas y un tanto atemorizadas. Tienen orgullo. Y yo hice lo mismo que con mis plantas del balcón. Acerqué los dedos de mis manos enteras sobre ellas en un acto de protección evidentemente paternal. Moví las hojas. Al principio, con cuidado. Las observé el efecto, y esta vez con fuertes oscilaciones quise poner a prueba su reacción. Y, sí. Estas plantas podrían volver a ser lo que fueron.

Aceptaron mi afecto, vigilé sus riegos, se fue su desorden, y ahora veo complacido cómo de entre su potencia majestuosa se intuyen y observan puntitas, las cuales no son más que nuevos tallos que ya se incorporan decididamente para renovar la planta. La planta, ya ha vuelto. ¡Vive! ...

Vi de refilón una hoja extraña en el suelo. Tarde varios días en percatarme de que se trataba de una pequeña parra que quiere darse a conocer definitivamente en un par de años. Y las hojas superiores, estaban y están como blanquecinas de savia. Mas la clave en la parra en maceta, no era el riego y ni siquiera el sol. Era y es la elasticidad del tallo. Esperé unos días hasta que tomé dicho tallo y lo balanceé con energía. Esa parra, o estaba viva o estaba muerta. Y el pulso y el tacto no me fallaron. La elasticidad del tallo de la parra, recordaba el movimiento quasi de fisioterapeuta sobre él, y le indicaba caminos de seguir creciendo con fortaleza y verdad. Debajo de las hojas blanquecinas en declive, aparecieron otras hojitas de clorofila fuerte y continuista. Ya puedo jugar a tener libremente experiencias con la parrita.

Ahora, todas mis plantas ya tienen control y cuidados. Estoy expectante sobre la palmerita, pero su color no me muestra renuncia. Reaparecerá, si aguanta protegida la furia de Agosto. Y además, ya me tiene ahora a mí.

Mi pasión por las plantas es mi pasión por mí. Me encanta verlas de nuevo verdes, resistiendo fuerte y con decisión, y dispuestas a seguir. He luchado con placer estos días mucho por ellas, y mis plantas se han percatado tanto de mi presencia, como los curiosos turistas que transitan por mi calle. "¿Qué coño hará ése, tanto tiempo ahí con los tiestos?" ...

Me es igual lo que digan o piensen. Ahora tengo a mi aliada la temperatura mínima cuando cae el sol de la tarde y la primera noche. Nunca las encharco yo a mis macetas. Solo les tiro el agua imprescindible para que noten la humedad, y os aseguro que cuando el agua cae sobre mis plantas es recibida con respeto, aceptación y facilidad. Y sé que se se siente magia.

-Y YO SOY MAGIA CON ELLAS-
 

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