José Luis Moreno fue un animal mediático español. A pocos dejó indiferente en la tele española. Como Mari Carmen, y otros personajes que pasaron definitivamente al atrás.
Hoy el humor es acción, imagen, rapidez, monólogo, etc. Y José Luis Moreno no fue capaz de asumir el fracaso de su idea. El guiñol se fue. Ese humor, se largó para no volver.
Y la televisión también se largó y se transformó en un show de otra cosa, de otros personajes, de otros ritmos, de otros momentos y actualidades, y los sonidos del vientre hechos voz cayeron como añicos ante los imparables y modernos efectos especiales.
El Moreno no debió esperar nada de lo anterior. Además, fue productor, director, hacedor, promotor, y mandamás de muchos proyectos. Entre otras cosas porque tuvo que esconder en el cajón del adiós a Rockefeller, Macario y Monchito. Y, a sí mismo. Tuvo que ser entrenador no jugador, y eso el ventrílocuo madrileño nunca lo llevará bien.
Porque el Moreno siempre quiso ser el one, el puto amo, el destacado, el crack; el merecedor de todos los aplausos y elogios. El hombre del yo inmenso no nació para las segundas líneas o para los puestos discretos. Y autocreó mala sangre. Sus cercanos siempre acababan echando pestes del divo. Y la culpa no fue de nadie ajeno. La única culpa fue de él, al no saber anticiparse a las nuevas realidades y a los nuevos tiempos.
Su creatividad dejó de buscar el arte y se dirigió casi automáticamente hacia el poder. El dinero. Y su ansia sin límites de éxito cambió de rumbo pero no de acento. Si no podía triunfar como artista, entonces triunfaría de todas todas en busca de la comodidad, la notoriedad, y la cumbre del dinero.
Poco a poco se internó en la indiferencia frente a las leyes económicas, e hizo estrategias de pantallas de empresas inexistentes, con el fin de burlarse de todos. No aceptó la realidad, y tiró por la calle de en medio.
Peligrosa calle, porque la transita gente que no genera estabilidad ni claridad en sus vidas. Y aunque no hablen siete idiomas como él, o no tenga su cultura y finura de base, en esa guerra nada importa y todos tienen opciones. Porque el dinero es un magma que nunca distingue, y tensa a todos a quienes por igual aspiran a él. Da igual reyes que proscritos. Porque en esa búsqueda no caben orgullos ni clases sociales. En ese mundo oscuro y del hampa, todo es tan excitante como mutable, efímero y hasta fugaz.
Un día le dieron a José Luis Moreno una gran paliza. Los combates en el mundo oscuro no tienen reglas y todo vale. Y yo le sigo prefiriendo a lo que ya no será. Le sigo queriendo ver animal mediático, e inmóvil en los años setenta en la tele, a verle a merced de la policía y de sus propias trampas y embustes.
Hace tiempo que es un juguete roto, y el Moreno es inteligente y hace ya muchos idiomas que lo sabe. Dicen que rectificar es de sabios. Pero parece muy metido en el barro.
-COMO MUY TARDE PARA ÉL-
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