Ya quedan al fondo los sones exóticos del aragonés afincado en Valencia de Manolo "el del Bombo". Por cierto que el otro día la seguridad rusa no le permitió introducir en el Estadio el citado instrumento de percusión supongo que para garantizar menos sobresaltos, aunque quizá lo único lesivo que ha de tener ese bombo es el efecto constante de su percusión en los oídos. Manolo va perteneciendo al pasado emocional del equipo español de todos.
Tampoco esa emoción espontánea y pasional viene del educado salmantino y gran diplomático jugador y entrenador, don Vicente del Bosque. El Marqués tiene tintes de oficialidad y de institución. No será ni fue nunca de alardes sino de paños. Castellano contenido y respetuoso. Cabal. Pero don Vicente es hombre de segundos platos y de poca vanidad. De pensarse bien las cosas, que quien habla puede demasiado errar.
La voz mediática del fútbol en España solo puede ser el cordobés de Cabra y periodista star, Manolo Lama. Pero Lama es actualidad y realidad imparables. No es especialmente de nadie que no sea el Real Madrid. Aunque quiera todo a la Selección al igual que Paco González o Poli Rincón por poner unos ejemplos.
Solo si se busca la emoción popular y sentida, si se quiere detectar qué personaje encarna más el amor nacional, entonces hemos de rendirnos ante la humanidad paleta y atemporal del ciezano de Murcia, José Antonio Camacho. Camacho ha sido todo lo que se puede ser en el fútbol al igual que Del Bosque. Jugador del Real Madrid, de la Selección, y seleccionador nacional.
Camacho era un defensa expeditivo y contundente. Un jefe atrás. Racial y siempre puñetero para todos los delanteros de su época. Y destacaba en él sobre todas las cosas, una bravura y un coraje de ganador absolutamente necesarios.
Pasa el tiempo. "Superpibe Camacho" o "Macho Camacho", dejan paso a una ternura y a una sabiduría popular de cariño a la "Roja" que van mucho más allá de las formas esperadas. Camacho tiene amor y carisma en su porte huertano y de orgullo humilde.
Desde sus mofletes, muestra señorío pero también una especial campechanía que conecta con el aficionado y le gana llevándoselo a su terreno de la simpatía y hasta de la edicaz sencillez.
El panocho acento de Camacho aparece en los micrófonos de las teles del Mundial, y sobre todo cuando sale España. Sí. Cuando sale España y aparece el himno sin letra pero con alegría, Camacho pone cara de orgullo y hasta de generosa ambición.
Y cuando las cosas van mal, entonces el de Cieza sorprende a muchos, se deja los tecnicismos a un lado, y suelta lo que un hombre llano largaría en cualquier bar nacional.
Camacho dice que, ¡adelante!, que ¡nada hay nunca decidido!, y que seguro que vamos a ver a continuación a una España más metida en el partido y más dejándose la piel.
Los tremendos sobacos sudados de entre la calor y la labor, los cuales se hicieron famosos en el murciano cuando el Mundial de Corea y Japón, son unas de las imágenes que definen a este labrador infatigable del ánimo constante hacia los colores patrios.
Cuando las cosas se tuercen o pueden ir un poco mal, Camacho pone el énfasis en el peligro y saca aquel tremendo defensa contundente que fue, aunque estéticamente dejó que desear. Camacho es cariño auténtico y a la vez nunca suelta nada especialmente ofensivo para nadie.
Su gracejo está medido por su sensatez y su sentido común. Ganamos y se le ve contento y con sonrisa interior de felicidad. Pero pase lo que pase ahí estará Camacho por si las moscas. Es amor y pasión puros por nuestro Club de clubes.
-SOLO PERDIÓ SU FLEMA CON LO DE INIESTA EN SUDÁFRICA-
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