miércoles, 3 de enero de 2018

- MI "REY BALTASAR". -




Ser niño en estas fechas puede ser una magia especial. Yo recuerdo vagamente mi niñez, y el olor a caramelo y luces mágicas que envolvían humilde pero claramente mi espectro personal por estas fechas.
Yo lo que quería eran regalos. La carta, mi carta a los Reyes Magos. Tardé mucho en saber que son los padres, y eso me concedió unas prolongadas ventajas. Todo podía ser posible. Como el eslogan social. Otro mundo podía ser posible. La mutación mágica, podía tener lugar.
Yo, pertenezco a un estrato social muy pobre. Mis padres y abuelos se limitaban a sobrevivir para llegar a fin de mes. El otro día vi un oficio viejo que se añadía en mi padre al de marroquinero. Se llamaba "anudador de sommiers". Que significa que unía los hierros esos de las antiguas camas. Otro tiempo y la misma ternura.
Vuelvo a mis deseos. Los Reyes Magos. Aquello era un cheque en blanco, al portador, el twiter sincero de todos mis anhelos. Los juguetes. Ahora no sé muy bien el porqué de mis juguetes. Pero jugar es fundamental en y para un niño. El juego. Al fútbol también le dicen juego, y luego sabemos en qué se ha convertido ...
Mi abuela no estaba de acuerdo con lo que yo ponía en la carta de los Reyes. Y protestaba y me decía que cómo se me ocurría poner ahí un scalextric si eso no me lo iban a traer nunca. Mi madre salía al cruce y me decía que no hiciese caso, y que pusiese todo ahí. Nunca tuve un scalextric, pero la ilusión la tuve toda. Todo era magia. Podías subir de escalafón social y emocional escribiendo en un tierno recuerdo tradicional.
Íbamos la víspera de Reyes a la más que famosa cabalgata. Todo lleno en la Plaza del Ayuntamiento,-entonces llamada del Caudillo-. Todo lleno de niños, padres, abuelos, carteristas, niños eternos, y toda la ilusión en el ágora.
El locutor del evento gritaba finalmente entre globos de colores: "¡Ya viene el Rey Melchor! ¡Ya está ahí el Rey Gaspar! ¡¡¡Ya llega el Rey Baltasar!!!" ...
El mío. Mi preferido. Los otros reyes no estaban mal. No recuerdo mucho la diferencia entre Melchor y Gaspar, y me parecían rubicundos, preparados, de márketing o un poco esperables. Fantásticos, pero sin unas claras sorpresas. Eran blancos. Como yo.
En cambio, el Rey Baltasar era un enigma con carisma total. El negro lo podía todo. Como Waldo en el Valencia de fútbol de la época de mi padre, o el habilidoso Salif Keita de cuando yo iba todos los domingos a Mestalla a ver al Valencia pasando frío y en general de pie.
Que llegara un negro,-como Pelé-, a mi vida a traerme regalos, eso no era esperable. Un negro, en mis pensares infantiles, era más que un Rey. Era el Rey de todas las ilusiones y de todas las cosas. Seguro que yo convencía más a Baltasar que a Melchor o a Gaspar.
Baltasar era un enigma posible para ser descifrado a golpe de chuche acogedor. El Rey Baltasar era mi última esperanza antes de que volviera el colegio. Mis padres me llevaban al lado del Rey Baltasar, y Su Majestad me sonreía, confortaba y animaba.
¿Y si a pesar de mi abuela agorera el negro hacía un dribling a la lógica y al día siguiente aparecía un scalextric en mi casa? ¡Sería la repanocha! ¿Por qué no?, ¿por qué no creer?, ¿por qué no ilusionarse?, ¿por qué no ser más rico, más guapo y más feliz?, ¿eso puede parárselo alguien a un niño? ...
¡Jamás! No tuve scalextric ni falta que me hizo. Tuve pistolas de vaquero, carbón dulce, regaletes distraídos, y un dormir maravilloso la noche anterior.
Sueño cumplido. Siempre había algo. Al día siguiente había algo. Yo no sabía y mejor así, que se llamaba ilusión infantil. Pero ya me podían quitar lo bailado o soñado. Daba igual todo. Baltasar siempre lo supo. Y le quiero y le querré siempre. Porque la ilusión no solo es la infancia, sino todas las etapas de la vida.
¡POR SUPUESTO!

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