Estas ruedas de prensa que Zidane da ahora, son una clave para entender que su ciclo en el Madrid debería terminar pronto. Son ruedas de prensa sin garra y sin sal, son poses de impotencia que hallan la tensión, y en las cuales solo los periodistas acaban siendo el objetivo claro de culpabilidad.
Antes Zinedine no era así. Era sonrisa de carisma, de flor en el culo, de convicción casi sorprendente en sus jugadores, de ironía y risa, y tenía la cosa visos de optimismo mientras los resultados le marcaban éxitos y aciertos.
Hace demasiado tiempo que el Real no funciona. A pesar de tener un plantel de jugadores que envidiaría cualquier técnico, la nave blanca del francés parece embarrancada en una playa de derrotas, que en un club de la fuerza estratosférica del Real es casi o absolutamente inadmisible.
La defensa es un coladero. El centro del campo una babia, y a la delantera le faltan latigazos de orgullo. Y más, cuando el Barça de Messi les coge sideral distancia.
Precisamente porque solo acaba de concluír la primera vuelta de la Liga, debería ser un acicate para unir fuerzas y talentos y de este modo volver a ser aquel equipo terrible que gana Champions como roscas. Pero en las competiciones largas, regulares y de sudor, al Madrid le hace falta otro fondista entrenador.
Habría que dejarse de diplomacias y alzar la voz. Y Zidane no es de esos. Zidane es iteración y vuelta al trabajo, silencio y espera. Pero al aficionado hace tiempo que se le ha acabado la paciencia. Una derrota más, y el Bernabéu será un lugar de pocos amigos.
Digan lo que digan los demás, los jugadores se han apoltronado y no corren. Al no correr, se ha enquilosado el equipo. Y cuando deciden arremangarse, no llegan a los balones y son superados por sus rivales.
En la portería, Keylor ya sobra. Y sería una excelente idea consagrar a un joven portero vasco,-que huele a Iríbar-, y que demuestra que su precocidad puede llevar más a la positividad del logro de meta excepcional que a los temores de los bisoños.
Carvajal y Marcelo no están. Y en el centro de la defensa, ni Nacho ni Casemiro suplen bien a un Sergio Ramos en declive.
El jugueteo de Modric o Kroos ya no es dominador sino puntual. La creatividad carece de solidez. Y esta causa lleva una y otra vez a Isco a perderse entre impotencias.
La querencia de Zidane por Benzema, clama a todos los cielos. Gareth Bale es un futbolista de cristal, y ahora todos entendemos por qué un jugador de su talento no ha triunfado plenamente en ningún lugar.
La nostalgia busca a Morata. ¡Un error garrafal! Con Morata había una garantía de peligro y de gol inminentes aunque no poseyera los fundamentos técnicos de los intocables. Marco Asensio ve demasiada indiferencia y nula continuidad. Y así no logra crecer ni se puede.
Lo de Cristiano es un culebrón tragicómico. Falla goles increíbles, no se encuentra a sí mismo, y parece que el Madrid ya no le hace gracia y que busca horizontes exteriores menos exigentes.
Y en el medio del lío, sin responder bien a cosas que no sabe, Zinedine Zidane trata de sobrevivir y de hacer autos de fe. Pero insisto en que sus ruedas de prensa ya son defensivas y tristes, y que su magia parece que queda eclipsada por su incapacidad para sacar al Madrid de ese pozo, y situarle en donde ha de estar por historia y millones. Pero me temo que al francés no le salva la Copa, y ni siquiera la Champions taparía el colosal agujero actual.
-ZIDANE, ¡DIMISIÓN! -
0 comentarios:
Publicar un comentario