Un Mundial de fútbol sin Italia es una cosa diferente. La cuatro veces Campeona del Mundo no estará en Rusia 2018, tras sesenta años sin dejar de participar en la gran competición mundial de selecciones nacionales. Una verdadera catástrofe para el fútbol transalpino y una verdadera pena. Italia es una institución potentísima en esta cosa del balón redondo, y su ausencia le quitará sabor al Mundial.
Los italos están desolados y no es para menos. Dominan y han dominado el fútbol europeo junto a los alemanes. Hasta España ocupa un lugar históricamente menor tras las dos escuadras citadas.
Italia es el gran equipo puñetero y estratega de cada evento mundialista. El que empieza dudoso y dubitativo, y crece rutilante a medida que avanza la competición. Italia es sello y hasta carisma, y una marca imprescindible para conocer y sopesar el fútbol europeo. Con su catenaccio mítico, y con su personalidad que les hace diferentes y siempre orgullosos en la cancha. Y de temer.
Su prestigio no llega solo desde la Juve o los equipos de Milán. No. Yo creo que su gran sexy y presencia activa y de grandeza, la ha dado la Scuadra Azurra. El eco de su nivel y envergadura, llega desde infinidad de mitos que se pierden entre diferentes generaciones. Porque se puede recordar a Zoff,-sosias de nuestro Iríbar, a Baressi, Mazzola, Boninsegna, Fachetti, Rossi, Maldini, Rivera, Riva, Totti, Del Piero, Donadoni, Cannavaro, Gentile, Scirea, Pirlo, Buffon, y añadan todos los grandes ases que se recuerdan y que han hecho de su calcio nationale un escaparate de indudable e incuestionable tronío.
Italia ha tenido recursos y desparpajos para todo. San Siro es una catedral que huele a Wembley, Tasotti eliminó con astucia a Luis Enrique y a la Roja con un golpe que fue penalty en el Mundial de EEUU. Tienen experiencia a sacos. Se la saben todas. A pícaros con ellos no se puede. Saben hacer el antifútbol pudiendo hacer creación y como nadie.
Su himno es en parte conocido gracias a su Selección, sus colores de los tifossi exactamente igual por el sucederse de las presencias y de los éxitos de las grandes citas de cada cuatro años. Italia fue Capello, y Conti, y toda la estrategia que se necesita para llevarse el gato al agua.
Por eso ahora Rusia pierde a un formidable y necesario aspirante a las glorias, dada su eliminación reciente en la fase de calificación.
Todos lloran este estruendoso fracaso en Italia. Muy pocos lo esperaban aunque a veces se temiera. Hay cosas que hasta que no las vives no terminas de asimilarlas. Hay estupor e indignada sorpresa. Hacía sesenta años que lo de ahora no pasaba ni tenía por qué pasar ...
La desolación futbolística itala invade al país del latín. Han probado de todo. Mantuvieron siempre sus a veces toscas señas de identidad, y hasta llegaron a apostar por el jogo bonito y creativo. Todos los recursos han poseído en boxes mientras se cocían proyectos e ilusiones nuevas y modernas. Italia siempre se ha reinventado desde el orgullo y convicción. Su lex les ha dado muchísimos éxitos y sonoros fracasos, pero pocas veces como el de ahora.
Europa y Alemania, y también España y Rusia, necesitan a los azurros. Ellos son un gran cacho de competidores de mundiales y con futbolistas imprescindibles. Son el gran tocahuevos de los partidos aparentemente previstos o guionizados. Son los guerreros irreductibles heterodoxos y con calidad, tras la inexistencia histórica del fútbol inglés a dicho nivel de Selección. Y Argentina y Brazil también les añorarán.
Sí. En todas las direcciones geográficas de la Italia futbolística, hay pesar, llanto y ausencia. Serán cuatro años duros, con el único propósito de volver a normalizar su prestigio mundial y poder saltar al césped y al éxito habituales. Pero ahora solo deben hacer autocrítica y practicar la restauración y la paciencia laboriosas.
¡UNA PENA!
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